Una lectura sobre Shibari, de Juan José Burzi (Evaristo, 2018).
Por Cezary Novek
Los nueve cuentos de Shibari son un catálogo de emociones perversas expresadas a través de la manipulación de los cuerpos de las formas más variadas. El relato que da título al volumen trata sobre un grupo de personas afectas a la técnica de ataduras eróticas y que se reúne en un dojo de Buenos Aires. Todo parece dentro de los límites de lo controlado, hasta que llega de Japón un nawashi, un artista de la cuerda, dispuesto a llevarlos con la práctica a un nivel mucho más allá.
En Nuevo tratado de maniquíes, el protagonista disfruta de habitar cierto terreno de ambigüedad e indefinición que recuerda a la obra de Pierre Molinier, aunque también se puede leer como un ensayo sobre los autómatas y otros simulacros humanos. También afín a Molinier es Mayer, el pintor del relato El trabajo del fuego, su búsqueda va por otros caminos, pero el vehículo es el mismo: la carne se transforma. Crónicas zombies es un interesante ejercicio de imaginación distópica que funciona como descanso en la serie y permite tomar aire antes de volver a internarse en los pasillos subterráneos y viciados de la narrativa de Burzi. Pequeñas viñetas que imaginan tragedias individuales, mínimas, pero no por ello menos horrorosas, al marge del apocalipsis colectivo. Mucho más jugada que casi todas las obras que se han escritdo delntro del subgénero de zombies, este apartado tiene su coda final en Tania, que es el cuento que cierra el conjunto, reservándonos la mayor depravación para el postre. Y no es que lo que haya al medio no sea depravado: El bosque, con sus escenas de brujería y ensueño siniestro, así como la perturbadora transformación interior en Severo; o Apiel, que mezcla la fantasía pagana con el incesto y la violación son pequeñas joyas perturbadoras en su belleza y oscuridad
Cultor de una prosa sintética, cuidadosamente destilada, Juan José Burzi continúa con Shibari una búsqueda estética que se ha mantenido de forma progresiva y orgánica a lo largo de anteriores títulos (incluso en su libro de ensayos sobre Caravaggio, donde se genera un vínculo estético y espiritual que atraviesa la distancia espacio temporal y disciplinar) en los que se exploran tópicos como lo monstruoso, la perversidad, el horror emocional, los vínculos tóxicos y la inmolación ante la expresión de lo bello y lo sublime. No obstante la atmósfera tenebrosa y la exactitud lírica con la que ordena las palabras, sería erróneo catalogar a Burzi como un escritor de terror, ya que envuelve y trasciende los géneros hacia una literatura mayor que dialoga directamente con sus maestros: Yunichiro Tanizaki, Ryunosuké Akutagawa, Joris Karl Huysmans, Oscar Wilde, Edgar Allan Poe, Gabrielle Wittkop, Octave Mirbau, Jean Lorrain, Petrus Borel y hasta Clive Barker. El autor de Shibari es heredero de toda una tradición de grandes autores decadentistas que han mezclado con sabiduría lo bello y lo repugnante como expresión del espíritu humano en su dualidad más extrema.
En un contexto de narrativa contemporánea nacional en el que –a falta de propuestas interesantes por parte de los autores o quizás por pereza de los críticos, siempre reacios a leer cosas que no hayan leído o que no hayan sido escritas por amigos suyos – se le dedica desmesurada atención, prensa y hasta estudios críticos a autores que parecen una pálida sombra de lo que en otros tiempos se entendía por “escritores transgresores”, meros cortesanos que buscan conquistar lectores entre la progresía snob bien pensante, la obra de Juan José Burzi es un oasis de autonomía (estilística y temática), incorrección política y universalidad que permanece impoluta a la espera de ser descubierta por nuevos lectores. Cuando las discusiones bizantinas entre “literatura-aburrida-del-yo-carente-de trama-pero-cool” versus “autores-de-géneros-que-copian-a-Lovecraft-o-a-Tolkien-no-aportando-más-que-errores-de-sintaxis” sean menos que las cenizas de un mal recuerdo, la obra de Burzi seguirá vital y fresca, orgullosa en su sencillez, indiferente a las inclemencias del canon y de las cambiantes modas de nuestros cenáculos académicos y editoriales.
Juan José Burzi
Lanús, Bueno Aires, 1976. Publicó los libros Miedo a la oscuridad (cuentos, Estrada, 2005), El trabajo del fuego (nouvelle, Edulp, 2006), Tres mundos (antología de cuentos, El escriba, 2007), Un dios demasiado pequeño (cuentos, Edulp, 2009), Sueños del hombre elefante (Gárgola Ediciones, 2012, colección “Laura Palmer no ha muerto”) y Los deseantes (Zona borde, 2015). Es autor del libro de ensayos sobre la obra de Caravaggio La mirada en las sombras (17grises, 2019). Forma parte de la Antología Outsider de Cuento Raro (antología de cuentos, Ediciones Outsider, 2012). Se desempaña como traductor y corrector literario.
Fue director de la colección Sólo Cuentos de la Edulp, así como también de la revista literaria Los Asesinos Tímidos. Fue miembro fundador del Grupo Alejandría.