Charlamos con Lu Gaitán, astróloga, politóloga y feminista, autora de libro “Asuntos de Venus”, para introducirnos a una reflexión sobre la astrología y su relación con lo colectivo y lo social. En esta entrega hablamos sobre feminismo, la relación con el planeta, el individualismo y cómo la astrología aporta a la construcción de nuevos sentidos.
Por Julieta Caggiano / Collage Portada Iván Barrera
Vamos con algo para romper el hielo, ¿cómo llega Lu Gaitán a la astrología?
La astrología me llama la atención desde que soy chica, solo que en mi familia no había mucho lugar para eso. Soy hija de marxistas, así que ya se podrán imaginar el lugar que había para estos mundos en mi casa. De todas maneras, siempre leí de manera autodidacta. Mis amigues en el secundario me decían Aschira por la data que tenía. Viéndolo en perspectiva era bastante superficial la información que tenía, pero esa fue la semilla de lo que vino después. Me metí de lleno en astrología en el año 2009, cuando estaba por recibirme de politóloga en la UBA y estaba en crisis porque no sabía de qué iba a trabajar. Me interesaba la filosofía política y todo lo ambiental. En el primer caso, sentía que iba a quedar encerrada en discusiones teóricas que no iban a tener un impacto concreto en el mundo. Y con relación a lo ambiental, no estaba en agenda política. Al día de hoy, todavía cuesta que tomemos conciencia de la crisis ecológica en la que estamos. En el 2009 también terminé una relación de pareja violenta. Así fue como metí en la astrología. Estaba en una, en varias, bah.
Da la sensación de que la astrología gana fuerza y está cada vez más presente en las conversaciones sociales, ¿a qué asocias este mayor interés en la astrología?
Creo que se trata de varios factores a la vez. Por un lado, la astrología tiene un impacto muy potente entre millenials y centenials, que fuimos criadxs bajo el paradigma de la globalización, en el medio de una gran crisis de sentido, donde la tecnología y las redes sociales tienen un lugar fundamental. Eso hizo que empezara a circular información de culturas ancestrales que fueron olvidadas y relegadas durante muchísimo tiempo. Es interesante porque estas dos generaciones llevan el estandarte en contra de la espiritualidad institucionalizada, o sea, las religiones, pero sí tienen una apertura a lo espiritual más allá de los dogmas religiosos.
Además, nacimos y crecimos en el medio de la caída de las estructuras viejas del mundo, por eso digo que la astrología emerge en el medio de una gran crisis de sentido como posibilidad de encontrar respuestas. Millennials y Centennials nacimos con la crisis ecológica soplándonos la nuca. La astrología y lo esotérico nos muestran que estamos conectados a todo, al cielo, a las personas con las que me vinculo, a los árboles, los animales, los ríos y las montañas. Por otro lado, es cierto que estas dos generaciones tienen el gen narciso muy desarrollado, entonces la astrología aparece como un lenguaje que le habla al individuo y le dice quién es, quién puede llegar a ser o dónde está su potencial creativo. La astrología es un lenguaje muy antiguo y claramente excede a estas dos generaciones, pero sí me parece que la astrología tiene un impacto mayor que en otros grupos etarios. Lo veo en mis estadísticas de redes sociales: la mayoría de mis seguidores tienen menos de 40 años y lo he visto en la época en la que estudiaba astrología en Casa Once (escuela de astrología). En el 2010 la mayoría de mis compañeras eran mujeres de más de 60 años, mientras que hoy los cursos y talleres de astrología están llenos de gente de menos de 40 años.
Vos has hablado en otras entrevistas de la posibilidad de hacer una astrología feminista, sobre todo a partir de la conexión con figuras como la bruja. ¿Cómo se relaciona la astrología con el feminismo?
Creo que hay varios puntos de contacto: somos la disidencia, lxs que estamos por fuera del sistema. Y es interesante porque tanto el feminismo como el esoterismo pueden ser convertidos en productos que son vendidos en las góndolas del supermercado, pero eso no le quita mérito al esoterismo y al feminismo, sino que habla de la increíble capacidad de este sistema para tomar lo que es disidente y convertirlo en algo redituable. Otro punto de contacto entre esoterismo y feminismo es que transforman los mundos íntimos de las personas. Si queremos ser sincerxs en nuestra investigación, necesitamos hacer una indagación profunda que necesariamente va a cambiar nuestra forma de andar por el mundo, incluso nuestra forma de pensar y sentir. No digo que sea fácil ni cómodo, pero sí creo que es necesario. Por otro lado, me gusta pensar a la astrología como un lenguaje que nos permite nombrar vivencias que de otro modo no podríamos mencionar. El lenguaje tiene una cualidad performativa, esto es algo que desde el feminismo sabemos cuándo hacemos hincapié en la necesidad de un lenguaje que sea inclusivo/no binario, que le haga espacio a las disidencias sexuales o cuando cuestionamos el contenido de las canciones, de las series o las publicidades. En este sentido, el lenguaje es mágico porque crea realidades. Ahí hay otro punto de contacto. Por otro lado, la astrología en tanto lenguaje simbólico está vinculado a la mitología de Grecia y Roma, cuyos mitos son patriarcales. No sé si se habían percatado pero los nombres de planetas llevan nombres de dioses y diosas. Cuando investigamos los mitos, vemos que estamos llenos de historias de dioses abusadores, que hay una escasa representación de mujeres en el Olimpo y que las diosas que están ahí son “hijas de”, “hermanas de”, “esposas de”. La astrología tiene su componente patriarcal porque es, insisto, un lenguaje simbólico. En este sentido, es interesante mencionar que, con las distintas oleadas feministas, empezamos a trabajar con otros indicadores, como la llamada luna negra o los asteroides que llevan nombres de diosas independientes. Lilith, Pallas, Eris. Además, hay un detalle no menor, la astrología fue de varones blancos educados, mientras que las mujeres no tuvieron acceso a la educación durante mucho tiempo, de ahí que el tarot tenga una mayor presencia de mujeres, donde las imágenes tienen una mayor potencia que para la astrología, donde necesitas hacer cálculos. ¿Dónde se ve reflejado esto? Durante mucho tiempo, los varones dominaron el circuito astrológico, aun en el siglo XX. Es bastante nuevo que las astrólogas mujeres tengamos mayor protagonismo.
Además de astróloga, vos sos politóloga, ¿cómo crees que la astrología puede dialogar con las luchas para construir otros mundos? En especial, con la forma con la que nos relacionamos con la naturaleza y el planeta.
Por completo. Como decía más arriba, la astrología y lo esotérico nos muestran que estamos conectados a todo, al cielo, a las personas con las que me vinculo, a los árboles, los animales, los ríos y las montañas. Cuando percibís esa relación, si sos coherente con esa percepción, tienen que cambiar tus hábitos de consumo y además, exigirle al Estado que haga su parte y movilizarte por eso, como con la ley de humedales o las granjas industriales de chanchos.
En estos tiempos nos bombardean con ideas, imágenes, propuestas que exaltan la dimensión individual de cada persona, y hay ciertas miradas desde la astrología que se plantean más en estos términos, al estilo coaching o superación personal, ¿cuál es la relación entre lo individual y lo colectivo desde tu manera de ver la astrología y la política?
A veces me encuentro repitiendo casi obsesivamente “lo personal es político”, porque creo que tenemos una idea bastante reducida de lo que significa político o política. La raíz de esta palabra viene de “polis” que en Grecia era la comunidad. O sea que político es todo lo que refiere a la vida en comunidad, a lo colectivo. Todo lo que hacemos es político porque no nace de un repollo, igual que cuando decimos que “no te trajo la cigüeña”, queriendo señalar que no hay mucha forma de escapar del legado familiar y el impacto de los primeros años de vida en la conformación de nuestra psiquis. El plato de comida es político, lo que consideramos “lindo” es político, la ropa que usamos es política, el deseo de (no) maternar es político. Todo esto forma parte de un entramado de relaciones más grande que el individuo que está comiendo una sopa de verduras de producción agroecológica, que le gusta una mujer gorda, que quiere usar ropa de varón pese a considerarse mujer o que decide interrumpir un embarazo porque no quiere ser madre.
Rechazar lo político es rechazar nuestra pertenencia a un colectivo y este es un legado del neoliberalismo, del “sálvese quien pueda” y donde terminamos creyendo que se trata de problemas individuales, cuando se trata de dilemas colectivos. Por ejemplo, creemos que los problemas de autoestima tienen que ver con aspectos duros entre Venus y Saturno y si bien es el nombre técnico astrológico que le damos, nos estamos olvidando de los modelos de belleza impuestos socialmente y reproducidos en los medios de comunicación. O que el problema para disfrutar de la sexualidad es porque no tengo planetas en casa 8 y en realidad, ¿cómo podrías disfrutar del encuentro sexual si trabajas 10 horas por día y todas las tareas del hogar recaen sobre vos? ¿Quién tiene ganas de coger y de encontrarse con otre si estás exhausta? Lamentablemente, algunas formas de abordar la astrología y lo esotérico colaboran con esto, creyendo que están más allá de todo, en posiciones aparentemente neutrales, pero profundamente individualistas y desconectivas. Esto es interesante porque la astrología centrada en el individuo y sus problemáticas es muy nueva en lo que refiere a la historia de la astrología. Esto es post Revolución francesa y post psicoanálisis. Antes de esto, la astrología sólo se ocupaba de cuestiones colectivas: cómo iba a ir la cosecha, si iba a haber invasiones de un pueblo vecino o si era conveniente ir a la guerra. Esta es la llamada astrología mundana. La astrología parte de la base que estamos conectados al cielo, en un vinculo que aun no podemos explicar por qué sucede pero sucede; con la astrologia también sabemos que las personas con las que nos cruzamos no son resultado del azar sino expresión más o menos consciente de nuestro campo energético, entonces la sociedad de la que formo parte también dice algo de lo que soy. Y esto es interesante porque si la astrología y la carta natal me dan pistas sobre cómo alcanzar una nueva versión de mí misma, también voy a estar aportando al cambio colectivo, del mismo modo que el colectivo va a impulsar cambios en mí, en un ida y vuelta constante. Como dicen lxs misticxs, “todo está conectado con todo”, que es una forma esotérica de decir que somos vinculares.
Publicaste un libro sobre las venus que tuvo muchas repercusiones… ¿qué te sorprendió sobre esa resonancia?
Lo que más me sorprendió y me hizo feliz fue que muchas personas me agradecieron que hubiera escrito ese libro porque se abrieron en ellxs preguntas y búsquedas nuevas. En general, estamos más acostumbradxs a esperar que la astrología nos dé respuestas cerradas o fórmulas para vivir bien y mi libro, Asuntos de Venus, no iba en esa línea. Es un libro que habla sobre las relaciones, los modelos de belleza hegemónicos, la autoestima y el placer, entendiendo que se trata de dos dimensiones, la personal y la colectiva, que están íntimamente vinculadas y podemos abordarlas desde la Venus de la carta natal de cada unx pero entendiendo que nada es puramente individual, aunque se trate de “mi carta natal”.
Para terminar, estás por publicar un libro sobre las lunas en astrología, ¿qué expectativas te genera que llegue a nuestras manos en este contexto?
Creo que la pandemia ha sido una sacudida en muchos niveles y muchas personas están haciendo cambios en su vida, en el marco que esta situación habilita, por supuesto. Desde cambios en la alimentación, en los vínculos, hasta la manera que tenemos de conectar con nuestro mundo interno, el autocuidado, también la repartija de tareas al interior del hogar en las casas donde hay varones y mujeres y el cuidado de les niñes. De todo esto habla la Luna en astrología, donde por supuesto, también está operando lo colectivo. Así que me ilusiona pensar que el libro va a seguir colaborando con los procesos de deconstrucción y armado de un nuevo mundo. Tranqui con las expectativas jaja.