El contexto de aislamiento social, preventivo y obligatorio significó un parate total en la economía de aquellos y aquellas que viven de la venta en la calle. Ante la necesidad de generar ingresos para subsistir, un grupo de migrantes senegaleses organiza un proyecto productivo autogestivo y antirracista. Penda y Germain, dos de sus trabajadorxs, nos cuentan de qué se trata.
Por Iván Martín Barrera / Foto destacada por Luis Adrián Cobos
Japoo Door Warr: agarrarnos para trabajar
Ocupar, producir, resistir, esa bandera de lucha levantada por trabajadores y trabajadoras de fábricas recuperadas se reinventa en tiempos de pandemia. Hoy la ecuación cambia de orden: primero resistir, luego producir.
La migrantada seneglesa sabe de resistir: la gran mayoría comienza desempeñándose en la venta callejera, y a las inclemencias climáticas y a las crisis económicas que mantienen los bolsillos flacos deben sumarles los embates de la policía, represiva per se y racista en adición. Desde el comienzo del aislamiento social, preventivo y obligatorio esta resistencia encontró nuevos desafíos: sobrevivir sin la única fuente de ingresos. Sobrevivir ellos y ellas y sobrevivir su familia que desde el otro lado del Atlántico esperan la moneda.
A partir de esta resistencia nace Japoo Door Warr, la tiendita migrante. “Japoo Door Warr significa en lengua wolof agarrarnos para trabajar. Somos un grupo, significa agarrarnos las manos y trabajar juntos” nos cuenta Penda, migrante senegalesa y trabajadora de la tiendita, quien también nos daba su testimonio en el especial La pandemia desde el pie. “Es un proyecto de migrantes para poder darnos las manos y trabajar juntos para desarrollar una tienda de venta y así poder hacer algo en este momento complicado”.
Japoo Door Warr es un proyecto en conjunto que nace a partir de la necesidad de resistir en momentos donde el COVID 19 es pandemia y donde también lo es el racismo. El primer producto de la tiendita migrante es un kit antirracista y su lema es “protégete del invierno, el coronavirus y la discriminación racial”. Te protege del invierno porque ofrece una ruana, te protege del coronavirus porque incluye alcohol en gel y barbijos y de la discriminación racial porque propone un consumo descolonizado: “existen empresas grandes que dominan el mercado y concentran el dinero en pocas manos, favoreciendo la exclusión. Al destinar tu dinero a colectivos chicos organizados, contribuyes a crear un reparto más equitativo de los recursos” explican desde La tiendita. “Pensamos muchas veces el producto, lo cambiamos muchas veces, pero pensamos que es importante tener productos esenciales como el alcohol y los barbijos, porque la gente los necesita. También estamos en período de frio y pensamos que la gente necesita abrigo, por eso las ruanas” agregó Penda.
“En este momento, con la situación del COVID 19, nada es fácil. Nosotros no podemos trabajar en este momento y no podemos a ayudar a nuestra familia, que nos está esperando. Tampoco podemos traer nada. La situación es muy complicada, nosotros allá tenemos hijos, hijas, madres y padres esperando. No tenemos trabajo, no tenemos dinero, entonces necesitamos agarrarnos y hacer algo juntos” nos cuenta Penda. Germain, otro de los trabajadores de la tiendita, agrega “la situación con el COVID está muy complicada, para mí y para todos los chicos. Por tres meses no pudimos salir, no pudimos trabajar, no podemos hacer nada. Es muy complicado, muy difícil. Tenemos que comer, tenemos que pagar alquiler, tenemos que ayudar a nuestra familia en África y se pone muy complicado.”
La tiendita migrante nace como una respuesta necesaria de organización y producción a este momento. “En este momento somos 11 senegaleses trabajando y la gente del Bloque de Trabajadorxs Migrantes (BTM) que nos está ayudando mucho. Todos tenemos nuestra tarea. Yo me encargo de tomar los pedidos y comunicarme con los clientes. Hay otros dos compañerxs que se encargan de comprar los productos, dos que manejan los pedidos, todos tenemos una tarea dentro”.
Migración y racismo
Japoo Door Warr es una tienda migrante. Es un proyecto integrado por migrantes y apoyado por migrantes, quienes entienden en carne propia los desafíos de llegar a este país, enfrentarse a la burocracia legal, poder trabajar, alquilar para tener un techo y enfrentarse a leyes que prometen expulsarlos casi a voluntad del poder a cargo. “Yo personalmente pienso que los y las migrantes somos buena gente, que se van de su país a otro país para buscar una mejor vida. Migrar no es un delito, es un derecho. Los y las migrantes somos gente que no pedimos nada más que trabajar para vivir bien y mejorar nuestra vida” nos cuenta Penda, “hoy tenemos que vivir todxs como humanxs, nadie debe ser discrimnada”.
Sobre quiénes integran el proyecto, Penda nos agrega “nosotras y nosotros somos de Senegal, hombres y mujeres de Senegal. Los y las senegaleses venimos a Argentina a trabajar, para buscar una mejor vida, para poder vivir bien y poder apoyar a nuestras familias que están al otro lado del mundo esperando nuestra ayuda. Nuestro objetivo es trabajar, somos trabajadores”. Sobre su llegada al país, Germain nos explica “Nosotros somos muchos y muchas y cada uno viene acá por distintos motivos. Cada uno tiene distintas razones para salir de su país y para venir a este país en particular. Yo siempre escuché hablar de Argentina, de Messi y Maradona, siempre quise venir a este país para conocer más”.
En estos momentos, donde el antirracismo parece haber tomado bandera en todo el mundo a partir del movimiento Black Lives Matter nacido en Estados Unidos a partir del asesinato de George Floyd en manos de la policía de Minnesota, les preguntamos a Penda y a Germain sobre cómo lo viven desde acá. “El racismo es algo muy malo. En la vida nadie elige lo que es. El blanco no le pide a Dios nacer blanco, los negros no pedimos a Dios nacer negros. Nacimos iguales, nadie tiene derecho a odiar a nadie por su color, nadie tiene derecho a matar a nadie por su color, nadie tiene derecho a maltratar a nadie por su color. Somos gente civilizada, estamos en el Siglo XXI, esto tiene que parar, no puede continuar. Todos tienen derecho a vivir su vida plenamente”, nos cuenta Penda. Germain agrega “el racismo me duele en el corazón. La encargada de cuidar a la gente debería ser la policía y el mayor racismo viene de la policía. Es lo más complicado. Hay gente racista pero siempre la policía es siempre peor. Es muy terrible lo que está pasando en el mundo. Si todos somos iguales ¿por qué hay tanto racismo?”.
Organizarse, producir y resistir
“Nosotros empezamos a organizarnos gracias a la ayuda de lxs profesorxs de español del BTM. Nosotros tenemos nuestro grupo donde nos organizamos y nos informamos”, nos cuenta Penda como el inicio de este proyecto. El BTM, entre muchas actividades que realiza, coordina cursos de español para senegaleses. Estos se desarrollan desde 2018 en el ex centro clandestino de detención, tortura y exterminio Automotores Orletti, ubicado en Floresta, a metros del centro Bacacay, recientemente revelado. Automotores Orletti fue uno de los pilares del Plan Cóndor, por allí pasaron más de 300 personas, la gran mayoría migrantes, y funcionaba también como centro de paso donde se intercambiaban personas secuestradas y desaparecidas en las distintas dictaduras de América Latina.
Los talleres de español proponen algo tan necesario como que migrantes que no hablan el idioma puedan acceder a él de forma gratuita, popular y desarrollado por otres migrantes. El idioma es una barrera para la migrantada senegalesa, no solo para desarrollarse plenamente, sino también para defenderse de los abusos policiales y judiciales. A su vez, realizarlos en un lugar como el Orletti, resignifica un lugar donde tantos militantes internacionales fueron torturados y desaparecidos, devolviéndoles los derechos que por tanto tiempo fueron vulnerados.
Mariana forma parte del grupo que organiza los talleres y nos cuenta: “Desde el BTM iniciamos el proyecto de cursos de español para migrantes cuya lengua materna no es el español, en agosto de 2018. La finalidad de este proyecto era poder encontrarnos entre migrantes que hablamos distintos idiomas, así como también proporcionar el elemento de la lengua como una herramienta de lucha y de resistencia, de organización y de defensa de nuestros derechos”.
Respecto a los desafíos que presenta la etapa de aislamiento y el inicio de este proyecto agrega: “En marzo de este año estábamos por arrancar los cursos nuevamente, pero se vieron interrumpidos por el aislamiento. Ahora muchos y muchas de las profesoras del proyecto estamos apoyando esta iniciativa impulsada por los y las compañeras de Senegal que formaban parte de estos cursos, desde un papel de apoyo, como facilitadores. En términos de educación popular ha implicado nuevos retos. Ya veníamos con muchos desafíos en torno a cómo enseñar, sobre todo cuando el wolof y el español son tan distintos. Ahora a ese reto de la comunicación se le suma el de la alfabetización digital y, en el caso de las entregas de los productos, la necesidad de conocer la ciudad. Se ha hecho necesario sentarnos con un mapa y ver los barrios, siendo que los profesores migrantes a veces tampoco conocemos en detalle la ciudad. Son muchos los desafíos pero estamos muy contentos y contentas de ver que el proyecto está avanzando y que mucha gente lo está apoyando”.
Japoo Door Warr, la tiendita migrante se puede visitar online desde sus redes sociales en facebook e instagram . “Pienso que cuando todo esto termine tenemos que estar más unidos, para seguir mejorando. Tenemos una comunidad muy fuerte.” cierra Germain.