Retomamos el ida y vuelta con el DT y periodista Ángel Cappa. En esta oportunidad, charlamos sobre la pandemia y la arremetida de la derecha; el regreso del fútbol a través de la Bundesliga y los esfuerzos porque el show continúe. Crítica a los cinco cambios y a un fútbol lejos de su público.
Por Gabriel Casas
Hola, Ángel.
¿Cómo estás, después de tanto tiempo? Espero que, pese a la cuarentena, vos y tu familia la estén llevando de la mejor manera que puedan en Madrid. Por mi parte, acá en Baires (la ciudad de la furia, como le decía Gustavo Cerati) la llevo bastante bien. Tengo permiso para ir a visitar a mi padre de 91 años, con alzhéimer, y también a mis hijxs lo fines de semana. Son las únicas salidas que me permito, así la mente deje de maquinarse con el encierro, porque creo que la salud mental es muy importante en esta época nefasta.
Evitar la saturación de información de los noticieros y de los programas que militan la anti cuarenta, claramente a favor y a pedido (porque son lamebotas de las empresas periodísticas).
Bueno, pero pese a este prólogo, mi intención es que charlemos sobre fútbol, que es mucho más grato, aunque ahora bordee la ridiculez. Con eso me refiero al reinicio de la Bundesliga. La verdad es que no quise ver ningún partido (aunque me gustan como juegan el Bayern Munich, el Borussia Dortmund y el Leizpig,) y sólo vi compactos por YouTube. Me da mucha pena.
El fútbol sin hinchas no es emocionante, en mi opinión, por más que resulte un partidazo. Ya escuchar los gritos de los jugadores me da cierta urticaria. Los festejos en los goles, sin poder abrazarse entre compañeros, es casi una escena grotesca de la mejor comedia de teatro. Digo eso porque no deja de ser un gol, y más si es un golazo. Por eso lo de la buena comedia. Y otra cosa que me dio mucha lástima es ver las figuras de cartones reemplazando a los hinchas. Eso sí ya me resulta demasiado burdo.
Se comenta por acá que la española sería la segunda liga en volver al ruedo con la pelota. No sé si será cierto. Imagino a Messi festejando un gol suyo, agradeciendo la asistencia señalando a ese compañero como lo hace siempre. No sé cómo harán sus compañeros para contenerse de abrazarlo en la corrida detrás de él. Les pondrán un chip a los futbolistas para impedir el abrazo y la felicitación en el momento del gol. Y lo más ridículo, más allá de los test que les harán permanentemente a los jugadores, el fútbol es un deporte de contacto en situ. O sea, demos un ejemplo que ojalá no se dé. Si Lewandoswki es asintomático y en su casa o en su rutina diaria lo invade el virus, ¿no es un peligro? Y menciono al polaco por ser una de las estrellas de la Bundesliga, no por nada en especial.
Bueno, espero tu opinión y visión al respecto, que siempre será más interesante que la mía.
El abrazo de siempre,
Gabriel
Hola, Gabriel.
Siempre es un placer reanudar nuestras conversaciones que, generalmente, son de fútbol, pero hay casos como este, de la pandemia, que nos obliga a hablar también de la situación que estamos viviendo.
Lo que advierto tanto en España como en Argentina es una ofensiva de la derecha contra algunas de las medidas que los gobiernos de ambos países toman, ya sea para protegernos del virus como de las consecuencias económicas de la crisis. Digamos que son medidas progresistas que de ninguna manera cuestionan el capitalismo que genera muchos de los padecimientos de las clases populares y que esta pandemia ha puesto en evidencia.
Sin embargo, la embestida de la derecha no repara en esos detalles y procura aprovechar la circunstancia para tratar de derrumbar a los gobiernos o, en todo caso, dejarlos maltrechos. Con un solo ejemplo que te dé sobre España te podrás hacer una idea general. El gobierno aprobó una asignación de 400 y pico de euros mensuales (no llega a 500) para las personas de menos recursos o ninguno, ya que mucha gente quedó sin trabajo. Bueno, la derecha española, con la marquesa Cayetana Álvarez de Toledo y Peralta Ramos (pavada de apellidos) encabezando la agresiva campaña de acoso y derribo, calificó a esa medida de “bolivariana” ya que, dice, genera dependencia y por lo tanto adhesiones al PSOE-UNIDAS PODEMOS.
El capitalismo en Argentina y España, y también en casi todo el mundo, utilizó la crisis económica de 2008 (que generaron las grandes empresas financieras y los bancos más poderosos) para arrebatar los derechos sociales y laborales de la mayoría de la población, y así asegurar los beneficios de la clase dominante y aumentarlos. La doctrina del shock, que tan bien demostró Naomi Klein. En gran medida privatizó la sanidad pública y la educación, además de otros servicios sociales, por lo que, ante la avalancha de contagiados por el Covid-19, los hospitales se vieron desbordados por la falta de camas y elementos sanitarios. Inclusive, la enfermedad contagió a muchísimos sanitarios desprovistos de los recursos más elementales, en un país y otro.
Como no hay vacuna todavía ni remedios probados (algunos ensayos con nuevos medicamentos han dado buenos resultados en Cuba, pero por supuesto esta noticia es cuidadosamente ocultada por los medios de mayor difusión), la única defensa es el confinamiento. También los test masivos que no se han hecho ni en Argentina ni en España por falta de los materiales necesarios.
Presionados por los empresarios que, como es su costumbre, no reparan en otra cosa que no sea el beneficio económico, los políticos de la derecha cavernícola española (la neofascista Vox, la ultraderecha del PP y la más disimulada de Ciudadanos) arremeten con todo invocando la libertad individual para hacer lo que a cada uno le plazca: salir, juntarse, ir a los bares y cafeterías o a las tiendas. En una palabra, hacer la vida normal sin tener en cuenta la pandemia. Algo demencial como se puede comprobar en Estados Unidos y Brasil, por ejemplo.
Me entero de que en Argentina ocurre algo similar y algunos intelectuales (con perdón), artistas y personajes de distintas actividades han publicado una solicitada con argumentos tan desubicados, absurdos y hasta infantiles, que sería más apropiado atribuírselos a mentes muy débiles e inmaduras. Ocurre que el odio de clase, a veces, resulta tan atropellado y turbulento que ciega al más pintado.
Es dentro de esa lógica empresarial donde lo único que importa es la plata, que el fútbol internacional se apresura a reanudar los campeonatos sin tener todavía la aprobación de los científicos y los médicos. Entonces juegan y jugarán sin público para evitar contagios. Yo pregunto: ¿los jugadores, los entrenadores, utileros, masajistas, médicos, personal de mantenimiento de los estadios, choferes de los ómnibus que llevan a los planteles, etc., no se contagian?
Y como no entrenaron colectiva ni futbolísticamente en muchos casos, aprobaron los 5 cambios por equipo. O sea que se jugará, en los segundos tiempos, otro partido dentro del partido. Una barbaridad. Algo que desvirtúa lo que es y significa el fútbol. Ya lo sabemos: no les importa nada. Solo vale la plata (que se traduce en muchos casos en que solo vale ganar, ¿no?).
Son los tiempos que vivimos, indudablemente.
La única verdad es la realidad, dijo Perón parafraseando al Aristóteles y a Kant. Algunos militantes a la izquierda del peronismo, le agregaban a aquella frase “…realidad que hay que modificar”. Y hoy tiene más vigencia que nunca. La realidad del capitalismo se nos muestra sin edulcorantes. Es la oportunidad de tratar de cambiarla para hacer una sociedad más justa y democrática.
Un abrazo, Gabriel.
Ángel.