En la etapa actual del capitalismo, el “bit” se ha transformado en la mercancía más preciada. Para muchas personas, los límites entre tiempo de ocio y tiempo de trabajo hoy resultan difusos, mientras que la producción y recolección de datos no tiene descanso.
Texto e imagen por Sebastián De Mitri
Renta básica universal, códigos abiertos y robots para todxs
El capitalismo ha cambiado: ¿es esta una enunciación de importancia? Cualquier orden social con pretensión de hegemonía tiene una necesidad intrínseca de transformarse a sí mismo para sobrevivir y, por tanto, dichas transformaciones merecen ser analizadas, estudiadas y comprendidas en sus hipotéticos alcances para poder planificar y elaborar transformaciones y/o superaciones posibles por parte de los agentes que funcionan de soporte de tal orden. No obstante, el mero hecho enunciativo no altera su producción y reproducción, es decir, con decir que el capitalismo ha cambiado no provocamos que sus reglas dejen de operar en la realidad. Necesitamos identificar qué es lo que ha cambiado dentro suyo, es decir, identificar no sólo los movimientos culturales / materiales que se produjeron dentro suyo, sino también los motivos de sus alteraciones tanto como sus nuevos centros de comando para desde allí localizar los nuevos flujos que permiten su continuidad en tanto régimen global que organiza la vida de las personas como los destinos y salud del planeta. Quizá la identificación de estas cuestiones puede ser de gran utilidad para elaborar posibles propuestas de intervención política frente a un escenario que se autoproclama como “única alternativa”.
Un pequeño paso para el conocimiento, ¿un gran salto al vacío para nuestra dignidad?
El capitalismo ha atravesado diversas etapas desde su surgimiento a la actualidad. Entre mediados y fines del siglo XX, con el desarrollo de las investigaciones que posibilitaron objetivar conocimiento en artefactos específicos para que pueda surgir algo tal como Internet, el modo de producción actual comenzó a sentir cimbronazos en su organización y funcionamiento interno. Si durante su etapa industrial, las tecnologías centrales dentro del proceso productivo capitalista eran aquellas que generaban, almacenaban y traducían materia y energía, durante la etapa actual, (denominada por varios autores como capitalismo cognitivo) (Boutang, 2004; Rullani, 2004), será la Información Digital quien ocupará el centro dentro de tal proceso.
Las tecnologías de la información digital (informática), adoptan en esta etapa (como cualquier otro medio de producción del sistema capitalista según su momento histórico) determinadas propiedades económicas, jurídicas y sociológicas específicas. Una de las características sociales, históricas y económicas principales de estas tecnologías es que surcan el tiempo de trabajo y de ocio, es decir, aquella división clásica entre tiempo de trabajo y tiempo de ocio existente durante el capitalismo industrial, se torna más porosa: hoy no sabemos muy bien cuándo estamos trabajando y cuándo estamos ejerciendo un uso ocioso de nuestro tiempo, o mejor dicho, es difícil saber si nuestro tiempo de ocio es también tiempo de trabajo que le estamos brindando gratis a alguien. Sin embargo, existe algo que hace a este tipo de tecnología aún más específica, que la diferencia sustancialmente de los tipos de tecnologías anteriores y otorga al mismo tiempo la posibilidad de pensar un cambio de etapa dentro del capitalismo: las tecnologías de la información digital toman al “bit” (unidad mínima de información digital) como su sustancia material.
La naturaleza concreta de la composición del “bit”, introduce por primera vez una ruptura entre el proceso de producción y reproducción. La particularidad decisiva que introduce el “bit” es su posibilidad de exacta clonación, prácticamente sin costos (Cafassi, 1998). Dicho de otra manera, la forma que adopta el conocimiento y a su vez posibilita hablar de capitalismo cognitivo, es la Información Digital, un tipo de conocimiento que presenta la propiedad de que puede reproducirse de manera exacta con costos cercanos a cero. Llamamos a esta característica decisiva replicabilidad de la Información Digital (Zukerfeld, 2010). Eso es sin duda una de las disrupciones que mayor peso adquieren en la actual etapa del capitalismo, ya que la información digital pasará a ser el insumo central de ciertos procesos productivos y, por consiguiente, el resultado de estos procesos será otro: los Bienes Informacionales. Se trata de bienes en cuya producción los costos de las materias y de la energía son despreciables frente a los de los conocimientos involucrados (Zukerfeld, 2010).
Lo que adquiere carácter relevante en esta nueva etapa es el peso cultural de este tipo particular de conocimiento, el peso de la información digital. Por eso también algunos autores denominan a esta etapa del capitalismo como informacional, en el sentido en que todo el proceso productivo pasa a estar organizado en torno al papel central que tiene la información en las relaciones de producción capitalistas. En el nuevo modo de desarrollo informacional, la fuente de la productividad estriba en la tecnología de la generación del conocimiento, el procesamiento de la información y la comunicación de símbolos. Sin duda, el conocimiento y la información son elementos decisivos en todos los modos de desarrollo, ya que el proceso de producción siempre se basa sobre cierto grado de conocimiento y en el procesamiento de la información. Sin embargo, lo que es específico del modo de desarrollo informacional es la acción del conocimiento sobre sí mismo como principal fuente de productividad (Castells, 1997).
Lo que resulta de interés para pensar en el desarrollo de esta nueva etapa son las formas en que se vincula el conocimiento. ¿A dónde va a parar el conocimiento que producimos los agentes sociales inmersos en este modo de desarrollo de las fuerzas productivas?, ¿está siendo el tiempo de producción deseante (Deleuze; Guattari, 1973) subsumido al tiempo socialmente explotable?, ¿el conocimiento está siendo disciplinado para la extracción de plusvalía?, ¿son capaces los Estados modernos del capitalismo cognitivo de elaborar políticas públicas destinadas a retribuirle una renta a la gente que produce conocimiento full-time o estamos condenadxs a trabajar gratis “por el buen destino de la información”? Tal vez, como señala Boutang en “Riqueza, propiedad, libertad y renta en el capitalismo cognitivo”, la transición en el interior del capitalismo (pasaje del capitalismo industrial al capitalismo cognitivo) puede entenderse como una transición que comporta mutaciones tan radicales como las que señalaron el paso del capitalismo mercantil esclavista y absolutista al capitalismo industrial asalariado y «democrático»; una transición que supone probablemente una metamorfosis del régimen salarial. (Boutang, 2004).
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¿A quién le toca el joystick uno?
A mediados de la década del ‘90, emergió en Occidente otra “nueva sociedad” para muchos tan excitante como las nuevas sociedades habían prometido durante la Europa post-comunista. Era el ciberespacio, o espacio cibernético, la sociedad ideal de la doctrina liberal. Las viejas estructuras donde pocos pueden publicar para muchos, fueron suplementadas por un mundo donde todos pueden publicar. (Lessig, 1999). En su texto “El código y otras leyes del ciberespacio” Lawrence Lessig nos invita a reflexionar acerca de cómo opera la noción liberal de libertad en las nuevas plataformas de la información de esta etapa, problematizando las operaciones ideológicas realizadas por los centros de comandos de poder liberales para poder ampliar no sólo el terreno mundial apto para la extracción de plusvalía, sino también el radio de su discurso para transformarse en sentido común.
Las primeras nociones acerca del ciberespacio (en un contexto post-guerra fría, caída de la URSS y proliferación del discurso neoliberal thatcheriano del “no hay alternativa”) relacionaron la “esencia totalmente libre” del mismo con la desaparición del Estado: el ciberespacio sería una sociedad de una variedad muy distinta. Habría definición y dirección, pero sería construida de abajo hacia arriba, y nunca a través de la dirección de un Estado. (Lessig, 1999). Sin embargo, el autor pone de manifiesto que la libertad en el ciberespacio no proviene de la ausencia del Estado, sino de cierto tipo de Estado. Aparece aquí la idea de que la libertad es posible únicamente a partir del control autoconsciente de lxs participantes de cada instancia en cuestión, es decir, a partir de la creación de cierta constitución que selle acuerdos, contratos y consensos entre lxs agentes. Esta constitución es entendida no como un texto legal, sino más bien como una estructura, como cierta arquitectura que permite proteger valores centrales. Esta constitución, esta especie de “ley” del ciberespacio es el código. El código puede ser entendido como los software y hardware que posibilitan la existencia del ciberespacio, como un lenguaje que regula las comunicaciones y acciones en el espacio cibernético y que, no sólo opera restrictivamente, sino que también produce, habilita, establece lo límites de lo posible. Esto evidencia la operación ideológica (en su sentido clásico) que realizó la doctrina liberal al plantear a esta instancia como “naturalmente libre”: la libertad es posible, según esta visión, a partir de la no intervención del Estado; lo que no dice esta corriente de pensamiento, es cuáles serán las condiciones de dicha libertad (siempre hay condiciones, siempre hay código).
El nudo de la cuestión en torno al código es pensar cómo o de qué manera establecemos las condiciones de posibilidad del ciberespacio. Por un lado, ¿cómo lo estructuramos de manera tal para que éste cuente con los anticuerpos necesarios para combatir regulaciones arbitrarias?, ¿cómo garantizamos que la regulación no sea demasiado poderosa? (valores estructurales), por otro, ¿qué valores centrales priorizamos en su funcionamiento interno para garantizar el desarrollo de las acciones de sus usuarixs? (valores sustantivos). Para emprender tal tarea, es necesario una formación profunda que involucre a la ciudadanía en su conjunto desde los niveles iniciales de la educación formal. ¿Estamos siendo invitadxs a discutir los valores que creemos fundamentales para que la ley del ciberespacio proteja el bien común del pueblo y no los privilegios del mercado en la etapa del capitalismo cognitivo? Esto no es menor, es una invitación a pensar y construir las formas de vida que queremos fomentar.
Textos de referencia
● BOUTANG, Y. (2004), “Riqueza, propiedad, libertad y renta en el capitalismo cognitivo”, bibliografía recomendada del material de cátedra.
● CASTELLS, M. (1997) “La red y el yo. Prólogo” en La era de la Información – Vol. I, bibliografía obligatoria del material de cátedra.
—————– (1998) “Bit, moléculas y mercancías”, bibliografía obligatoria del material de cátedra.
● DELEUZE, G. y GUATARRI, F. (1973) Antiedipo, capitalismo y esquizofrenia. (Capítulo I), Barcelona, Barral Editores.
LESSIG, L. (1999) “El Código y otras leyes del ciberespacio”, bibliografía obligatoria del material de cátedra.
RULLANI, E. (2004) “El capitalismo cognitivo, ¿un déjà-vu?”., bibliografía obligatoria del material de cátedra.
ZUKERFELD, M. (2010). “La expansión de la Propiedad Intelectual: una visión de conjunto”., bibliografía obligatoria del material de cátedra.