Mientras continúan los femicidios y los crímenes de odio durante la cuarentena, el presidente de ese país se expresó con una frase violenta en las redes. Sin políticas públicas, que la indignación sirva para visibilizar las propuestas feministas.
Por Keyla Cáceres* / Foto: presidencia El Salvador
Inicio esta columna explicando la violencia simbólica contra las mujeres, de acuerdo con la Ley Especial Integral para una Vida Libre de Violencia para las Mujeres: son mensajes, valores, íconos o signos que transmiten y reproducen relaciones de dominación, desigualdad y discriminación en las relaciones sociales que se establecen entre las personas y naturalizan la subordinación de la mujer en la sociedad.
Es importante aclarar que las acciones que se describen como violencia simbólica no son nuevas, pero no podemos decir con facilidad que “hemos descubierto el agua tibia” porque en este país se ha luchado para que la violencia simbólica salga de los medios de comunicación, de la publicidad e incluso de la construcción de la academia, sin embargo, en la cuarentena hemos visto como se normaliza y replica por funcionarios del gobierno, y anoche, fue el mismo presidente de la República: Nayib Bukele quien cometió violencia simbólica contra las mujeres, sí, el presidente cool hizo referencia a una frase sexista y machista.
Hasta ayer era difícil entender cómo la Choly (Salvador Alas) había sido considerado para ser parte del gobierno, pero la última pizca de duda que quedaba se aclaró, el presidente es igual de machista. Su silencio en el caso de violencia simbólica contra Bertha Deleón cometido por el ministro de trabajo, Rolando Castro y su amigo Walter Araujo, no es una omisión, es complicidad de machos.
Esta situación es preocupante porque nos coloca a las mujeres a una exposición mayor, pues el hecho que el presidente y sus funcionarios ejerzan violencia simbólica contra las mujeres públicamente significa la legitimización institucional de la violencia contra las mujeres.
Ernesto Sanabria amenaza a periodista, Alejandro Muyshondt se ha visto involucrado en actos de violencia contra las mujeres en lugares públicos, y hoy también sacaron unas viejas declaraciones de Silvio Aquino, recurriendo a bajezas para atacar a las mujeres, a ellos se suman simpatizantes de Nuevas Ideas, partido al que pertenece Walter Araujo, un misógino público, que ha decido referirse a la abogada Bertha María Deleón con frases denigrantes que atentan contra su dignidad, sin contar con los múltiples comentarios llenos de misoginia que ha hecho a mujeres que disienten del gobierno, esos son los “amigos del presidente”.
Para mí era impensable ver un Twitter del presidente con el mensaje: “son como la gata angora” y cierra diciendo “solo para conocedores”, en efecto fue así, muchas personas, incluyéndome, no sabíamos a qué se refería, no solo es violencia simbólica lo que está replicando, si no un comentario sexista y falocéntrico, pero ¿por qué el presidente de la República hace este tipo de comentarios y no nos inmutamos? Mi respuesta es sencilla, vivimos en un país donde se ha naturalizado la violencia contra la mujer, a tal grado que algunas personas solo llegan a verlo como algo “vulgar”, pero no dimensionamos las consecuencias que conlleva este tipo de mensajes divulgados por el presidente de la Nación.
¿Por qué hago este recuento de personajes? para señalar que es la primera vez que en lo personal he visto florecer la violencia simbólica de manera recurrente en un gabinete de gobierno, con esto no digo que es el primero, porque no es cierto, sin embargo en lo que llevamos de pandemia COVID-19, hemos visto el aumento de los ataques virtuales a las mujeres, la forma de atacarlas va desde la misoginia hasta hacer referencia de enfermedades psiquiátricas como forma de ataque, porque como dije anteriormente: nada es nuevo. En un momento de la historia también se nos acusaba a las mujeres de estar enfermas de histeria, además de llamarlas locas cuando se salían del orden patriarcal.
Nos queda demostrando que la misoginia no retrocede ni un poco en este país, por el contrario modifica la forma de seguir avanzando, las redes sociales son un campo de batalla para nosotras, quieren descalificarnos por ser feministas, porque nos consideran “malas”, y sí, lo somos para los machos y fachos, somos las mujeres que cuestionamos y que ponemos siempre el dedo en la llaga del machismo, esas que incomodamos, que no acompañamos, no aplaudimos ni bajamos la guardia ante cualquier acción de violencia contra las mujeres; no solo fue el presupuesto son las acciones y palabras del presidente “cool” para decir hoy que las mujeres no somos prioridad en este gobierno.
Somos ciudadanas de tercera categoría para este gobierno, que hoy en día nos tomamos las redes para denunciar la violencia, pero también cuando termine esta cuarentena tiene que terminar la pasividad como sociedad ante la violencia contra las mujeres y cuerpos diversos, hay que hacer lo que siempre hemos hecho: defender nuestros derechos en las calles. Continuemos inyectando “el veneno de tóxica” que tenemos para destruir el imaginario machista instalado en esta sociedad patriarcal.
*originalmente publicado en La Brújula