Por Florencia Goldsman publicado originalmente en Pikaramagazine
En tiempos pandémicos la vigilancia exacerbada se ofrece como garantía para la predicción de la evolución de la enfermedad, como un complemento a los cuidados. Entrevistamos a Marta Peirano sobre las implicaciones de la recolección compulsiva de datos personales y sobre resistencias con infraestructuras autónomas y medios alternativos.
Marta Peirano es periodista e investigadora. Su trabajo se centra en la intersección de la tecnología, la cultura y la política. Ha escrito libros sobre autómatas, sistemas de notación para máquinas y formatos de producción colectiva. En sus últimas conferencias disponibles en la web nos llama la atención acerca de las relaciones entre el poder concentrado de cinco o seis grandes empresas de Silicon Valley y la adicción que nos generan las apps que descargamos en nuestros celulares y que van con nosotras a todas partes, extrayendo datos e información personal en continuum.
En este contexto de emergencia pública global atestiguamos diversos esfuerzos de Estados por dar respuestas con tecnologías sin cuestionar las razones estructurales de la crisis. Cuando se trata de dar soluciones orientadas a usos de tecnologías, las respuestas ofrecidas parecen esconder enormes sistemas de hipervigilancia digital. Las soluciones tecnológicas deberían complementar sistemas de salud, de educación y de desarrollo científico, siendo solo piezas de un engranaje mayor de políticas públicas que coloquen en el centro la premisa del buen vivir. Las tecnologías deberían ponerse a la orden en la difusión de mensajes verificados sobre salud pública y colaborar con el acceso a la misma. La tecnopolítica, tomando en cuenta la necesidad de un cambio radical en las relaciones de las personas con el planeta, ha de contribuir a torcer el destino de un modelo basado en la concentración de la riqueza, cuestionando el neocolonialismo extractivista.
Los gobiernos que enfrentan las crisis de salud deben hacer prevalecer la política de transparencia en torno a las medidas que están tomando en el marco como la COVID19. Los diversos desarrollos de tecnologías no pueden ser una excusa para el aumento de la vigilancia masiva e indiscriminada. Con estas preocupaciones, entre otras, Periférikas contactó a Marta Peirano.
La autora del libro El enemigo conoce el sistema (2019), un ensayo sobre el capitalismo de vigilancia donde conecta nuestra adicción al móvil con la industria de extracción de datos y su papel como herramienta de control y manipulación de masas, conversó con Pikara Magazine acerca de las oportunidades y las amenazas de la tecnopolítica en el contexto de la pandemia.
Ante el desborde de la COVID19 atestiguamos el intento de implementación de las corona-apps como parte de una política pública que intenta ofrecer cuidado y seguimiento personal a la ciudadanía a través de los teléfonos móviles. Los esfuerzos de los Estados parecen encubrir sistemas de hipervigilancia digital, ¿cómo crees que está afectando a la población las aplicaciones centradas en el uso extensivo de la geolocalización y el acceso sin restricciones a los datos personales?
He estudiado mucho lo poco que se sabe de las aplicaciones que se han estado desarrollando en España y de las que se han hecho famosas en Asia, que han sido las pioneras. No conozco las que se están desarrollando en Latinoamérica. Te puedo decir que en Asia han salido aplicaciones diferentes, pero, en general, lo que han hecho es: una vez identificado el infectado, ayudan a trazar el itinerario de esa persona para descubrir a qué otras personas puede haber infectado en los días de mayor infección. En realidad los países que han tenido mucho éxito gestionando la pandemia, como son Corea del Sur, Singapur y Taiwan, son los que han utilizado la tecnología como parte de un protocolo de emergencia superefectivo que nosotros no hemos tenido. Es decir, que las aplicaciones iban como complemento de una serie de cosas que aquí no han existido.
¿Qué políticas previas y complementarias desarrollaron esos países?
Primero, estos países reaccionaron super deprisa siendo vecinos del epicentro y sabiendo que este era un virus muy difícil de tratar o desconocido en China. Enseguida activaron sus protocolos de emergencia. Segundo, garantizaron la producción de mascarillas para que todo el mundo tuviera porque este es un virus que ataca a las vías respiratorias y se transmite por el aire. Tercero, activaron la fabricación y la distribución de tests. Se aseguraron antes de que podían testear a gran parte de la población y, al final de eso, con los tests hechos, ya lanzaron una aplicación en la cual por cada persona que había dado positivo en el test podían localizar a las personas que se habían podido infectar. En España, por ejemplo, y en otros países como Inglaterra, se están utilizando aplicaciones para vigilancia ciudadana en sustitución de los tests. Lo cual no tiene ningún sentido porque no están vigilando al virus, estas vigilando a la población. ¿Qué clase de seguimiento del coronavirus haces si no sabes quién lo tiene? Entonces hay que tener mucho cuidado porque muchos gobiernos y muchas empresas están justificando el desarrollo de aplicaciones y el uso de datos que generalmente no están permitidos. Lo están justificando por el éxito de las apps en Asia, pero, primero, no son las mismas aplicaciones y, segundo, las aplicaciones sin el ejercicio previo de los tests solo son invasiones de la intimidad.
En muchos países de Latinoamérica, en especial en Brasil, Ecuador, Guatemala y México, distintas organizaciones e instituciones de la región se han posicionado para señalar una serie de inquietudes respecto a las propuestas gubernamentales respecto a implementaciones tecnológicas para rastrear la propagación del virus. No existe claridad sobre el uso, limitaciones y medidas de resguardo en el tratamiento de datos personales y sensibles que serán capturados masivamente a través de estas implementaciones. ¿Cómo ampliar el debate acerca de la importancia de salvaguardar los derechos humanos en detrimento de mecanismos de vigilancia y control social?
Lo que estamos viendo es que los datos sanitarios son datos extremadamente delicados. Generalmente son los datos más protegidos que hay, incluso en países en los que se tiene una política de protección de datos intensa. Como en Estados Unidos, donde los datos sanitarios están protegidos porque te hacen especialmente vulnerable. Hay un montón de empresas que trabajan con extracción de datos que están aprovechando la oportunidad con la crisis sanitaria para meterse en circuitos donde antes les costaba entrar. En países donde el gobierno no estaba completamente preparado para este tipo de pandemia, que venga Google o que venga Palantir a ofrecerte una plataforma de seguimiento ciudadano que posiblemente te pueda ayudar a saber, más o menos, qué personas tienen síntomas, pues en esta emergencia y con la prisa que tienen todos por desbloquear la economía, se les da a muchas empresas luz verde para que accedan a datos sanitarios a los que no deberían tener acceso, con el pretexto de asistir a la población durante la pandemia. ¿Qué se puede hacer al respecto? Denunciarlo. Prácticamente todos los países han denunciado alguna versión u otra del estado de emergencia pero esto no significa que esto es un Estado de excepción. Es decir, el estado de emergencia, al menos en Europa, no presupone un congelamiento de los derechos civiles, todas las medidas que se toman en un estado de emergencia tienen que ser proporcionadas y tienen que tener fecha de caducidad. En este caso, cuando empresas conocidas por sus prácticas de extracción de datos, que incluso tienen divisiones sanitarias como es el caso de Google o Apple, acceden a datos sanitarios, es necesario denunciarlos y activar protocolos de seguridad, si se tienen. Por ejemplo, en Inglaterra, donde Google lleva trabajando con la seguridad social desde hace unos tres o cuatro años, han firmado un contrato para que los datos que se generen en colaboración con el sistema sanitario durante esta crisis puedan ser analizados y procesados en bases de datos que estarán en manos de las empresas. El otro día, Martín Varsavsky, aparentemente uno de los impulsores de las apps que se usan en España y que es un empresario argentino que ahora se está dedicando a la fertilización in vitro, ha dicho que para salvar vidas tenemos que sacrificar nuestra privacidad. No me parece que esto sea cierto. Lo que pasa es que hay muchas empresas que van a aprovechar este momento que tenemos que salvar vidas para vulnerar nuestra privacidad.
En la intersección de la COVID-19 y las tecnologías, ¿hay lecciones que podemos aprender de Europa y Asia?, ¿cuáles serían los puntos a aprender y cuáles los abordajes a desaprender?
A mí me parece evidente que lo que tenemos que aprender de los países asiáticos es a tener protocolos de emergencia. Y a que la existencia de bienes de necesidad crucial, como mascarillas para el personal sanitario y también para población, así como la fabricación de tests, que cuando hay un virus desconocido que ya esta afectando a otros países, tiene que estar garantizado. Esta no es la primera vez que nos pasa ni va a ser la última, y cada vez, naturalmente, va a ser peor. Creo que esos protocolos de emergencia que esos países asiáticos aprendieron durante el año 2002 los tenemos que adoptar nosotros porque funcionan, estamos viendo que funcionan. Tenemos que aprender que las tecnologías invasivas (o no) no funcionan si no aplicas previamente el test. Es decir, no te vale de nada vigilar a la población, tienes que vigilar el virus, tienes que tomar estas medidas anteriores. Los países que se han manejado con mayor eficacia han descubierto que si tú aíslas inmediatamente puedes reducir el índice de mortalidad. Si tú haces una política de tests tempranos e identificas, les tratas antes de que tengan que ir al hospital. Alemania ahora tiene muchos menos muertos que cualquier otro sitio de Europa porque ha hecho muchos más tests. ¿Qué tenemos que aprender de los países asiáticos? Lo que han aprendido ellos cuando estuvieron entrevistando a los responsables de la operación en Corea del Sur, no vieron que ese país no tenía una app sino que había realizado muchos tests. El problema es cuando los gobiernos ven que sale mucho más barato hacer una aplicación de vigilancia que comprar tests.
Los gobiernos profundizan el imaginario de que las tecnologías, especialmente las aplicaciones, van a solucionar la crisis. ¿Cómo podemos plantear un debate público informado y crítico para que la ciudadanía tenga más herramientas de juicio antes de brindar sus datos a herramientas y plataformas que funcionan como cajas negras?
La primera y la más importante noción para tener en cuenta es que utilizar la vigilancia como política en estado de emergencia es un precedente muy malo. No solo porque demuestra que el gobierno piensa que los derechos civiles son optativos. O sea, solamente los podemos tener cuando nos los podemos permitir. Sin derechos civiles no hay democracia, porque si no ¿se suspende la democracia cuando tenemos un estado de emergencia? Por eso no hay que confundir el estado de emergencia con el estado de excepción. Otro de los problemas históricamente conocidos es que una vez que un gobierno comienza a usar este tipo de herramientas le resulta muy difícil soltarlas. Estas no son herramientas visibles, son herramientas invisibles. Es decir, que si después de esta emergencia hay gobiernos que no abandonan la vigilancia ciudadana porque han descubierto que estas aplicaciones resultan mucho más baratas que ejercer otro tipo de control pues es muy probable que la población no se entere. Es exactamente lo mismo que pasó cuando el 11-S: la gran red de supervigilancia de la NSA [siglas en inglés de la Agencia Nacional de Seguridad, de Estados Unidos] que denunció Edward Snowden en 2013. Esa red empezó con el atentado a las Torres Gemelas, entonces durante un tiempo en el que el país se encontraba en estado de emergencia se tomaron una serie de medidas que luego se fueron de alguna manera acomodando en la democracia. Vamos a recordar que el escándalo en las declaraciones que hizo Edward Snowden no denunciaba que se estuviera vigilando a todos, porque la NSA está hecha para vigilar a todo el que no es estadounidense, es que la NSA estaba vigilando a su propia ciudadanía, que es anticonstitucional.
¿Crees que los gobiernos durante esta actual pandemia o durante la pos-pandemia pueden comenzar a implementar apagones selectivos (shut downs), o técnicas de menor ancho de banda, con el fin de censurar a movimientos sociales, y a los movimientos ciudadanos?, ¿podemos prepararnos para esto?, ¿como continuar la organización por fuera de las grandes plataformas?
Este es mi tema de preocupación desde hace casi dos décadas. Es que, efectivamente, somos completamente dependientes de unas infraestructuras de comunicaciones que cada vez están en manos de menos empresas y cada vez están más controladas por empresas que se dedican a la extracción de datos y a la manipulación de masas. Hay tecnologías que permiten crear redes de la nada. Básicamente la tecnología más rebelde y más ciudadana sigue siendo la radio. Nosotros mismos tenemos teléfonos en los bolsillos que pueden conectarse entre ellos sin tener que pasar por una torre o tener que pasar por servidores en California. Lo que pasa es que no están diseñados para que nuestras tarjetas Wifi o nuestros Bluetooth se comporten de determinada manera. Están diseñados por empresas que piensan sistemas operativos para que les entreguemos todo lo que hacemos. Pero los podemos utilizar de otras maneras. Estoy instigando desde hace un tiempo que la gente se una a las redes comunitarias. De estas redes en Latinoamérica hay una gran cantidad, las famosas mesh networks (redes en malla), que son redes de proximidad. Y no solo significan una independencia de las grandes redes globales con Facebook, Whatsapp e Instagram o Google, las redes de proximidad son redes que tienen que crecer de manera orgánica y no de manera cuántica. Tienen que crecer de vecino a vecino. Tu comunidad, en este contexto, no son las personas a las que les gustan las mismas series o discos que a ti o que votan lo mismo que tú. Es la gente que se ahoga contigo o que pierde la casa contigo o que se queda encerrada contigo. Ahora mismo estamos encerrados en nuestras casas y tenemos una vecindad a quien probablemente no conocemos. En esta circunstancia pienso que crear redes de proximidad que dependan de una cercanía, por ejemplo con nuestros routers en lugar de conectarse a una antena que nos provea internet. Esto es algo que ya hacíamos en los 90: “Madrid Wifi”, “Barcelona Wifi”, “Bogota Wifi”. Quien destrozó las redes de Wifi en España es justamente Martín Varsavsky, que es el impulsor de una de las apps de diagnóstico que impulsa el Gobierno de España y que sirve para localizarnos y saber si tenemos síntomas: fiebre y tos.
«La tecnología más rebelde y más ciudadana sigue siendo la radio», @minipetite
Cuéntanos un poco más acerca de estas tecnologías asequibles y cómo se aplicarían en una comunicación alternativa a la centralización de las megaempresas que dominan internet.
Tenemos tecnologías en el bolsillo que nos permiten alternativas. Yo trato de impulsar en todos lados que se hagan talleres de radio de afinidad por software, que son infraestructuras que se crean con bastante poco dinero y que son multiplataforma en el sentido de que no necesitas usar walky-talky ni una radio en tu casa para usarla aunque están basadas en radio. De hecho son las que usan los servicios de emergencia cuando necesitan comunicarse entre ellos porque saltan de sistema en sistema. Son omnívoras. Pienso que es importante que en los colegios empiecen a entender cómo funciona la comunicación por ondas de radio, que es la misma que usamos con el Wifi, y que empiecen a utilizarla. En Barcelona estoy montando una red de radio en las bibliotecas con un proyecto muy guay de participación ciudadana que se llama Decidim. Esta situación de la Covid nos ha motorizado el proyecto: por un lado, el Ayuntamiento ha tenido mayor interés y, por otro lado, lo ha paralizado. La idea es crear estaciones de radio en las bibliotecas que para mí son sitios mágicos porque son los lugares donde se junta los adolescentes con la gente mayor, de manera voluntaria sin que nadie les obligue. Me gusta que la radio conecte a estas dos generaciones, porque la gente mayor suele saber cómo funciona la radio. Las bibliotecas tienen que ser los ambulatorios de la educación mediática en el mundo ahora mismo. ¡Son el anti-facebook! Tienen lo opuesto a los algoritmos de selección de contenido. El software defined radio permite crear nodos de radio con más de una tecnología, porque permite montar una radio en una biblioteca y es mucho mas fácil que la puedan usar a través de su teléfono.
Siempre necesitamos cómplices para las radios, además de crearlas sentidos propios.
Sí, porque la otra cuestión es ¿para qué te sirven estas emisoras? Son emisoras libres de spam, son libres de desinformación, son libres de ruido. Sirven para cuando hay una emergencia de este tipo y sabes que hay un canal al que te puedes conectar al que solamente tienen acceso fuentes verificadas. Con la red de bibliotecas vamos a montar una beta en una biblioteca de la ciudad de Barcelona. La idea es que después de montar esa beta comenzar a extender la red. La idea es que una biblioteca le vaya enseñando a la otra cómo adaptarse. La comunidad de radio aficionados en las grandes ciudades es enorme, de hecho en Latinoamérica está el ejemplo cubano. Me empecé a obsesionar con la radio como infraestructura ciudadana cuando comencé a ver cómo funciona el dispositivo cubano frente a los huracanes. Su ejercicio Meteoro y su simulacro anti-huracanes, lo primero que hacen es activar la radio. Entonces es un país que tiene una cantidad impresionante de radio aficionados, precisamente porque cuando hay una emergencia todas las comunicaciones importantes se pasan a la radio y todos los municipios hay alguien que sabe cómo operar una radio. Entonces es una tecnología distribuida, de proximidad, y que además sobrevive a los huracanes.
Los discursos tecno-solucionistas de la innovación por venir hablan del 5G y del «internet de las cosas», que cargan promesas de soluciones ante la crisis en la que se fuerza a pensar que nuevas apps, aparatos y conexiones más veloces, pero no no hablan de la basura electrónica ni de los neoextractivismos en los territorios. ¿Cuál es tu crítica frente a este panorama?
El escenario que teníamos antes de que estallara la pandemia con el 5G es que ha habido un reparto territorial entre las empresas vinculadas al territorio estadounidense y las empresas vinculadas al dominio chino. China domina toda África y toda Asia y parte de Europa del Este, mientras que las empresas británicas más vinculadas al dominio estadounidense, como por ejemplo Vodafone, dominan otras partes del mundo. Hace dos años la pelea que estaban teniendo era por Europa y era bastante sucia. Llevo cubriendo tecnología más de 20 años y no recuerdo un momento en el que un gobierno haya decidido detener a Meng Wanzhou, la hija del CEO de una empresa china, para chantajearle con los impuestos. Esto ha pasado con Huawei. La ejecutiva responsable de las finanzas de Huawei lleva detenida en Canadá desde hace un montón de tiempo porque [el presidente de Estados Unidos, Donald] Trump la ha estado usando como rehén para negociar con su padre. Este tipo de guerra sucia, nos lleva a hablar de una colonización casi total en un mundo en que prácticamente toda nuestra sociedad depende de este tipo de infraestructuras. Si vamos a construir sobre el 5G todas nuestras estructuras sanitarias, educativas, sociales, de transporte, económicas, financieras más nos vale que no quede todo en manos de una sola empresa. El problema que plantea el 5G ahora mismo es que es una solución de extremo a extremo. Del 4G para atrás todas las soluciones que teníamos implicaban a varias empresas distintas. Tú podías tener unas antenas de una empresa, una fibra de otra empresa y unos repetidores de otra empresa distinta. Tenías opciones de mercado y unos protocolos bastante definidos que unificaban todo el proceso. Pero con el 5G estamos hablando de unos protocolos internos un poco como los de Facebook. ¿Facebook está en internet y los protocolos son TCP/IP*? Sí, pero cuando estas en Facebook, estas en Facebook. Esto es lo mismo, estamos hablando de unas soluciones en las que toda la transmisiones de contenido van a estar en manos de un solo proveedor. Ni siquiera es un proveedor que vaya a cumplir con la GDPR, que es la legislación que rige a Europa, porque uno es chino y el otro se está yendo de Europa. Me parece un problema.
En una entrevista anterior señalabas que Latinoamérica es el pasado y el futuro a la vez. Sin embargo, hoy los gobiernos de nuestros territorios apuestan a centralizar esfuerzos de comunicación, educación y asistencia a través de tecnologías y servicios que dependen del acceso a dispositivos conectados a internet. Las desigualdades de acceso y privilegio económico impactarán profundamente en el apoyo que las personas más vulnerables puedan recibir. ¿Ves algún camino alternativo para no profundizar estas desigualdades?
Es verdad que he dicho que Latinoamérica es el pasado y el futuro a la vez y lo he dicho porque Latinoamérica tiene unas circunstancias, que no le pasa a Asia por ejemplo, y es que las infraestructuras que dominan muchas partes de Europa todavía no han llegado. No se cuál es el porcentaje que tenéis sin fibra óptica pero creo que es bastante alto comparado con otros continentes. Y al mismo tiempo estáis enfrentando condiciones a los efectos de la apoteosis climática antes que otros continentes. Pienso que la combinación de esos dos factores debería motivar el desarrollo de infraestructuras mucho más locales, gestionadas por comunidades y mucho más centradas en la gestión de los recursos y del problema climático de manera local. Ahora mismo que no podemos salir a la calle porque esto está durando unas semanas, y es posible que esto se vuelva un problema intermitente, estamos todos hablando con quienes están en otros lugares: padre y madre, primas y primos, pero si esto se alarga durante más tiempo las personas importantes con quienes tenemos que hablar es con nuestros vecinos, con la gente que tenemos a nuestro alrededor y tendremos que pensar en el agua, en la comida. La idea principal es que necesitas tecnologías que estén desarrolladas para ayudarte a ti y a tus vecinos, a tu comunidad real, física, a gestionar tu futuro más probable. No tecnologías que están diseñadas para mantener a ti a tus vecinos y al resto del planeta entretenidos, mientras extraen nuestros datos. Estoy pensando en guifi.net que ayuda a crear cooperativas para que sean los propios vecinos los que montan su infraestructura de comunicación; y es verdad que en contextos donde esas infraestructuras no se conectan a internet te quedas sola con tu comunidad.
Para entender más
* Protocolos TCP/IP. El modelo TCP/IP es usado para comunicaciones en redes y, como todo protocolo, describe un conjunto de guías generales de operación para permitir que un equipo pueda comunicarse en una red. TCP/IP provee conectividad de extremo a extremo especificando cómo los datos deberían ser formateados, direccionados, transmitidos, enrutados y recibidos por el destinatario. (Wikipedia)
Conferencia TED x de Marta Peirano sobre vigilancia
Altermundi: solución efectiva a los problemas de conectividad en poblaciones desatendidas por el mercado, como poblaciones rurales y barrios populares.
Lee: ‘Las emergencias no deberían ser un cheque en blanco‘: principios y consideraciones tecnológicas que se deberían implementar en estas soluciones tecnológicas.
Proteger la vida y la libertad: cómic sobre cómo las apps sí podrían protegernos y ayudar a frenar la expansión de la pandemia.
Florencia Goldsman
Licenciada en Comunicación Social (UBA), ciberfeminista (@DominemoslasTIC) y azafata en aterrizajes forzosos (@petalosoy)