Entre el ocultar y el decir. Entre el dejar las máscaras y vivir la identidad se anima una crónica lectora de un libro que relata una era: “Algo no funciona. Cicatrices del silencio”, de Clau Bidegain, editado por Muchas Nueces.
Por Eva Del Rosario / Foto: Clau a los dos años
Sé de qué se trata el libro. Lo quiero leer hace semanas. Cobro el sueldo. Salgo de terapia y lo compro. Lo voy hojeando por el camino. Leo el epígrafe de la madre de Clau. Tengo que cerrar el libro “¡qué fuerte!” me digo, casi en voz alta a pesar de estar caminando sola.
Voy a la parte de atrás (recorro el libro caótica, ansiosamente, como solemos hacer les lectores) y veo esas fotos. Clau niñe. Clau preadolescente. Una madre que regaló un libro que informaba sobre los cambios en la pubertad… un libro que debió formar parte de una proto-ESI-inexistente: un mensaje de amor y cuidado, que buscaba transmitir seguridad.
Ya en casa, chateo con Clau, me duermo dos minutos y despierto con el corazón en un ritmo acelerado: había soñado una pesadilla. Un bebé estaba en peligro. La sordidez del abuso lo rondaba. Me desperté con mucho miedo y angustia.
Pares de opuestos
A lo largo de todo el libro hay una fuerte dicotomía entre “el ocultar” y “el decir”, donde lo oculto es lo que pasaba, el deseo, la homosexualidad, el dolor, lo “prohibido”. En el lado del decir aparecería el hecho de visibilizar lo sucedido, el nombrar, el rol del arte (el canto, el grito, el clown, la improvisación) definido como un “canal expresivo, mesiánico”.
La presencia de José, denominado afectivamente por la familia como “tío”, es definida como “omnipresencia” y esto se contrapone con el género intimista, en primera persona del singular que tiene todo el libro, y con la ausencia de la figura paterna, plasmada y explicitada en el significado del apellido “Bidegain”: ausencia, inexistencia, carencia. La infancia fue el momento en el cual se experimentó de lleno la violencia adultocéntrica.
Coincidencias poéticas
El año 2019 porta una serie de coincidencias. Se lanza el disco Ruido de La Prohibida, banda de electro-pop español de la cual Clau es muy fan y cuyos versos usó para este libro. De los versos que eligió como separador de la primera parte, me gustaría destacar los siguientes: “Perdónate y aceptarás quién eres…”, “Perdónate y encontrarás la libertad…”.
En el mismo año, Clau decide publicar “Algo no funciona” y liberar/asumir/dar a conocer su no-binaria identidad. Decide abandonar una mascarada que -tal vez- nunca sintió como propia: la mascarada del varón, cuya mitad de significado etimológico se corresponde con la de “hombre burdo y grosero”.
Más allá de esa segunda persona que atormenta(ba)
Referidos a José, esa persona que encarna el constante “vos” del libro, encontramos frecuentemente palabras que aluden a “arrebato”, “saqueo”, todo lo que nos remite a falta de consentimiento, “incitación”, “perversión”. Conceptos que cuadran muy bien con las lógicas adultocéntricas y patriarcales.
Como obedeciendo a una perversa y paradójica dialéctica patriarcal, José entra cuando sale Luis -la pareja de la madre de Clau- “¿Es que las casas sin hombres son espacios de ocupación macha?”, se pregunta lx autorx. Esa persona cuya aparición traza un antes y un después en la vida de Clau. Antes y después que se representa muy claramente en el libro: lo previo y lo posterior a José fue lo bueno. El durante, ese “entre los 12 y los 19” estuvo signado por secretos, silencio y dolor.
Pero José murió en el año 2012, y esa segunda persona de todo el libro se siente muy presente. ¿Es solo José o es alguien más? ¿Es un concepto? ¿Es el abuso patriarcal mismo -todavía no erradicado- a quien se le habla directamente? Abuso que sigue y sigue, ante el cual el libro Algo no funciona se yergue como un gesto apotropaico, como antídoto contra esa bestia patriarcal, adultocéntrica y burda que se alimenta de secretos, temor y silencio.
Antes y después de liberar la palabra
El libro está escrito en clave retrospectiva y también prospectiva. Donde se señala un antes que se vuelve universal y donde fue omnipresente el silencio. Donde puede haber un hoy, un presente, donde todo se saca a la luz. Donde se piensa y anhela un mañana donde no existan más abusos, ni complicidades ni silencios, a la vez que se depositan esperanzas en esas nuevas generaciones encarnadas en les estudiantes de secundario y terciario con les que se topó Clau siendo profe de Educación Sexual Integral.