Lejos de mezquindades, individualismos y lugares cómodos, Carmen Báez, médica sanitarista, internacionalista por formación y elección, nos regala un diálogo que no sólo se inscribe en la pandemia actual, sino en la rica historia de la medicina cubana en Cuba, pero sobre todo, fronteras afuera, allí donde más se la necesita. En medio de rechazos y abrazos a las brigadas médicas cubana: coherencia humana.
Por Juan Pablo Sorrentino / Foto Antonio Calanni
Desde Marcha, siempre Cuba ha sido objeto de interés, y en esta coyuntura sin dudas que lo sigue siendo. Nos llama la atención el rol que Cuba va adquiriendo en nuestros medios de comunicación y también a nivel internacional, en relación a la medicina cubana y sus aportes ante esta pandemia. Vemos que se mueve en dos sentidos: por un lado, un reconocimiento claro a la medicina cubana, por ejemplo en las redes sociales de Argentina con la circulación de un vídeo con un fragmento del discurso de Fidel Castro en la Facultad de Derecho de la UBA, el de la famosa frase “médicos y no bombas”. Por otro lado, desde otros sectores, hay un rechazo a estas misiones. Entonces, la idea es conocer un poco más del funcionamiento de estas misiones médicas, lo que las motiva… salirnos de la visión dual condenatoria o celebratoria, conocer un poco más allá.
Estamos en un momento en el que Cuba se vuelve noticia abriendo su corazón nuevamente. Esto no es nuevo para Cuba. Esto es parte de la política de la revolución. Desde 1962 Cuba tiene misiones de médicos cubanos, en esa oportunidad en Argelia. Por qué Argelia, bueno porque Fidel consideraba que el pueblo cubano por sus características culturales, biológicas, históricas y de orígenes le debía mucho el continente africano y siempre dirigió desde principio la revolución todo lo que fue ayuda médica. Esta parte muy desconocida por mucha gente, la importancia que ha tenido para las independencias de los diferentes países africano la colaboración médica cubana.
Aquí hay dos cosas que hay que tener en cuenta, una, la decisión política de hacerlo. Por otro lado porque ellos tienen una política de salud definida en los principios y de Alma Ata, una conferencia que se realizó en 1978 y cambió el paradigma de salud desde la OMS, cuando la OMS defendía la salud de los pueblos. Y ahí se definen diferentes pilares: la universalidad, gratuidad y equidad, la multisectorialidad, y Cuba incluye el internacionalismo. Por eso para ellos la medicina y el desarrollo de la medicina no es sólo para Cuba sino para el mundo. Inventan el pilar de la estrategia de atención primaria en 1978 en Alma Ata, se trata de una conferencia de todos los presidentes y ministros de salud del mundo, que habían firmado cómo quedaría la salud para todos en el año 2000 basándose en estos principios. Los únicos que cumplieron fueron Cuba y Kerala que es un Estado comunista de la India. Los demás países no cumplieron. En el caso nuestro podemos entender, firmaron eso mientras acá estaban torturando y matando.
Para conocer también tu historia personal… ¿cómo es tu contacto, antes que con la medicina cubana, con Cuba? ¿Cómo llega Cuba a tu vida? Teniendo en cuenta la militancia política de tus padres, los años ‘70 en Argentina… Entiendo que primero llegás a Cuba antes que a la medicina cubana. Por otro lado, ¿cómo es tu contacto con los/as médicos/as cubanas/os en Mozambique? Decime si estoy equivocado… sería un doble movimiento internacionalista: desde Cuba, desde la solidaridad cubana y la misión médica en Mozambique, y también propio de tu vida y tu formación: raíces paraguayas, vida en Argentina, contacto ideológico con Cuba, el exilio, la intención de estudiar en Europa y el desembarco en Mozambique. Hay un doble internacionalismo que coincidió.
Mi padre era del Partido Revolucionario Febrerista y ya exiliados aquí formaron un grupo de guerrilleros formados en la revolución cubana para liberar a su país. Más tarde cuando muere el Che, lloré con mi papá. Creo que fue la primera vez que veía llorar a mi papá. Después me hacía escuchar los discursos de Fidel los primeros de enero, que sintonizaba en no sé qué radio, soviética en español, y bueno, fui siendo parte de esa revolución distante sin entender el internacionalismo todavía y en la adolescencia milité en la juventud guevarista. Fui al nacional de Buenos Aires, primero en la FEDE, como era lógica de quien no venía de una familia peronista. Después, en el 73 me junté a la juventud guevarista. Donde sí, los principios del Che y de Cuba eran parte de las discusiones. Esto hasta el 76 donde fui secuestrada con toda mi familia y fuimos felizmente liberados todos. Yo salí del país por varios países que no conseguía estudiar medicina y cuando mi papá se fue desde Suecia a Mozambique para participar del proyecto revolucionario, pos independencia. Mi papá y muchos latinoamericanos, mi papá me pidió ir a estudiar medicina a Mozambique y ahí me fui. Me encontré con varios médicos cubanos, que eran mis profesores, la mitad de mis profesores eran cubanos, mozambiqueños y algunos portugueses que se quedaron, o también gente progresista que fueron como mi papá, holandeses, rusos, chinos, brasileños, de todo un poco.
La formación no fue como la cubana, en el sentido sí de los valores, sí de la ciencia y la rigurosidad que tiene Cuba en eso. Pero mi formación quiero decirlo, fue de una currícula revolucionaria que se desarrolla en Mozambique basada en los principios de Alma Ata, de la estrategia de atención primaria de salud. Y con la adaptación a la realidad y necesidades del pueblo de Mozambique. Nosotros teníamos pacientes desde el primer año, nos enseñaban método de investigación en segundo año. Teníamos trabaja social obligatorio. En primer año por ejemplo ir a las guarderías a enseñarle a los niños higiene, como lavarse las manos, cantando y jugar ahí con ellos. Y éramos orientados a la resolución de problemas en cada materia. Aparte de lo que todo médico aprende, nosotros teníamos una parte en cada examen de cómo resolver un problema concreto y de la realidad de Mozambique. Así que tuvimos una formación muy buena, en parte por los cubanos y en parte a la visión que tenía en ese momento en el ministerio de salud el doctor Helder Martins, que fue el primer Ministro de Salud de Mozambique. Y bueno, y ahí me recibo, me voy a trabajar en una zona rodeada de guerra y trabajo con brigadas cubanas, cada dos años se renovaban. Fue un proceso de aprendizaje, pasaba que los cubanos venían, estamos hablando de los años ‘90 de una medicina un poco primermundista y nosotros veníamos de una medicina de pocos recursos de solucionar problemas con lo poco que teníamos. Entonces bueno, teníamos algunos pequeños choques, pero era digamos en el accionar y procedimientos.
Pero en general fue un aprendizaje muy bueno, porque ellos traían cosas concretas de Cuba y bueno, fuimos trabajando en conjunto como equipo maravillosamente y al mismo tiempo aprendiendo más de Cuba, porque ellos estaban pasando el periodo especial y fue muy duro para ellos estar tan lejos y que la familia esté pasando por todo lo que estaban pasando. Así que yo fui parte de ese proceso conviviendo con ellos socialmente. Pero fueron experiencias maravillosas de trabajo en equipo, riguroso científico de discutir cada caso, pasar la guardia como ellos lo pasan en la mañana y creo que una cosa colaboré a que ellos se puedan adaptar a un sistema bastante diferente al de ellos. Los sistemas de salud no son recetas que se pueden importar de un lugar a otro. Cada sistema de salud tiene que tener, como currícula de medicina, ser adaptado a la realidad, a las necesidades de cada pueblo, a los procesos socioculturales y políticos. Tuve la suerte de poder vivir en Mozambique que muchos años después puedo hablar así de esta manera. Para mí era normal todo eso que yo estaba aprendiendo y absorbiendo, con esa empatía que yo siempre tuve con Cuba, con esa confianza de poder hablar abiertamente con los cubanos, con esa amistad profunda que nos unía.
En cuanto a tu formación profesional… ¿cómo te enriqueció ese contacto con la medicina cubana? En términos personales también, porque no debe perderse de vista que aparte de lo profesional es un enriquecimiento desde lo humano. En esta línea, cómo notas vos la coherencia cubana en dos líneas: entre las ideas y la praxis; y una coherencia a lo largo del tiempo, estas misiones no son algo exclusivo de esta pandemia ni de casos puntuales, se mantienen en el tiempo constantes.
Mi experiencia, pequeñita, me marcó la vida. Yo era la directora médica de un hospital provincial de casi 300 camas y trabajaba en una zona cercada por la guerra mientras había una epidemia de cólera con una letalidad del 80% que no podíamos modificar. Tuvimos la suerte de que, a los meses, llegara una brigada cubana que siempre tenían epidemiólogos como parte de las mismas y, tras su observación, comenzamos a corregir los errores que uno asume como lavar las manos sin frotar, pequeñas cosas que una piensa que entendió y no es así. Y ese brote de cólera se invirtió y tuvimos una letalidad de 20% tras aplicar la epidemiología impartida por la brigada.
Hay voces contrarias, si, pero son voces ideológicas de personas que no saben y los ciega el odio. Es tan fácil como agarrar Google y poner “mortalidad infantil en Cuba” y ver qué tiene de las tasas más bajas. En el año 2000 la OMS hizo un estudio de costo-eficacia en salud y vieron que Inglaterra y Cuba tenían los mismos resultados pero que Inglaterra invertía 10 veces más. Inglaterra no encontró las respuestas para equipararlo porque sólo Cuba es capaz de dar esas respuestas con un sistema universal, gratuito, humano, internacionalista basado en la atención primaria de salud. Nunca tendrán respuesta porque los sistemas de salud pensados desde el mercado nunca tendrán un sistema de salud humano como el de Cuba orientado a su pueblo.
Tengo amigos cubanos en todo Cuba. Médicos que han trabajado conmigo en dos brigadas ahí en Mozambique y como conté antes la epidemiología cubana, de terreno, con la historia que conté del cólera, y después tuvimos una de meningitis, donde un epidemiólogo cubano me enseñó a mapear, cómo hacer el cinturón epidemiológico, poner alfileres alrededor de donde estaban los casos, cuidando de que no pasen las personas, con métodos muy rudimentarios. Me di cuenta que la medicina clínica me quedaba chica y que el hospital me asfixiaba. Y quería hacer medicina porque era lo que siempre amé desde chica, que siempre quise ser médica con los niños pobres, que la estaba haciendo en ese hospital, con 200 niños desnutridos. Pero pensé: quiero ir más para allá de las paredes del hospital. Y eso fue Cuba que me hizo ver que había, no otro tipo de medicina, sino un ramo diferente de la medicina donde uno puede atacar los determinantes sociales o la determinación de la salud de los pueblos. Y fue por eso que más tarde cuando me fui a Sudáfrica, decidí dejar mi vida clínica de ver pacientes, y empezar a hacer una carrera de salud pública o sanitarismo como se dice acá en Argentina.
Ya en Sudáfrica, que me fui porque mi marido era desertor del ejército, y que me fui cuando Mandela asume allá. Justo Mandela manda a pedir 400 médicos cubanos y yo estaba ya integrada. Desde que llegué a Sudáfrica busqué la forma de colaborar con Cuba. Se inició la primera casa de la amistad, que no era casa de la amistad. Allá era un Comité de Solidaridad con Cuba. Para devolverle a los cubanos algo de lo que me habían dado. Bueno, no tardó en poder hacerlo cuando mandé la solicitud. Desde el comité y por el idioma, me pidieron que yo ayude a la integración de esos compañeros en el sistema de salud sudafricano. Pese a que ellos habían recibido una explicación sobre la parte, las cosas generales. Pero la parte del sistema de salud de cómo funcionaba y todo eso yo lo hice de manera voluntaria como forma de solidaridad con Cuba. Con la experiencia que había tenido con los médicos allá en Mozambique. Así que bueno, así fui adentrándome y vinculando y entrelazándose con la medicina cubana.
Un poco más sobre eso de la coherencia, a ver, como dije… el interferón en 1986 por orden de Fidel se desarrolló. Se juntaron con científicos norteamericanos y Fidel dijo: nosotros tenemos que tener algo que tenga la función del interferón. Yo recuerdo siempre hablar del interferón en Cuba para situaciones de deficiencia inmunológica, de leucemia, tumores. La vacuna de la meningitis que no existía: fue Cuba la que lo inventó; entonces, por causa del bloqueo, que hay que acordarse de que siempre estuvo y cada vez peor, que lo aplican en todo momento, les dijeron que no les iban a pagar con plata, que les iban a pagar con alimentos y medicinas. Creo que fue Brasil y EE.UU. Entonces, Fidel dijo: el objetivo de esta vacuna es ayudar a los niños para que no tengan esa enfermedad, no vamos a discutir sobre eso, aceptemos. Esa fue una época que Cuba recibió apoyos de Brasil, por ejemplo.
Entonces, la coherencia es ¿para qué hacés las cosas? Si las hacés con un objetivo de ayudar, para el bienestar, en este caso de niños, o si lo hacés por otras razones. Ahí va la coherencia que Fidel consiguió contagiar a los batallones médicos. Los médicos cubanos con los que uno habla, siempre lo han hecho con mucho entusiasmo. Eso está muy internalizado desde su formación. Es como un sueño que tiene todo médico cubano, el de algún día, una vez recibidos, puedan estar en una misión internacionalista y ayudar a los pueblos que lo necesitan. Creo que realmente, en términos de internacionalismo, aprendí, sinceramente, en la praxis la potencia que tiene la solidaridad y el internacionalismo cubano.
Yendo un poco a la coyuntura actual, desde tu rol como médica y sanitarista. ¿cuál crees que es el aporte concreto que puede hacer la medicina cubana a esta pandemia, según otras intervenciones en similares coyunturas?
Quisiera destacar el compromiso de Fidel con los pueblos de África. Son pocos los países de África a los que no se han enviado brigadas cubanas. Cuba no se quedó en eso, esa solidaridad internacionalista, no solo se dio en forma de médicos, sino también con estudiantes que fueron a formarse a Cuba. Creó la Universidad ELaM (Escuela Latinoamericana de Medicina), en la época de Chávez en Venezuela, donde se formaron miles de hijos de personas de bajos recursos de Latinoamérica y del mundo, que no podían estudiar medicina en sus países, que luego volvieron a ellos a trabajar con la formación cubana. Muchos de ellos, lo sé por experiencia propia, ahora trabajan en el sector privado. Espero que a pesar de ello sigan manteniendo los valores que aprendieron en Cuba, amerita un estudio.
Cuando a Mandela le cuestiona el gobierno de Estados Unidos su amistad con Cuba, Mandela dijo: “a mí nadie me va a decir de quién soy amigo y de quién no; el único que trajo médico, técnicos y enfermeros para ayudar a nuestro pueblo fue Cuba”.
Aparte de la ELaM, que creo, sigue formando miles de médicos (muchos de ellos argentinos), han abierto Universidades en algunos países africanos, por ejemplo en Sudáfrica se abrió una Universidad con la currícula de Cuba traducida a los idiomas locales, donde van médicos cubanos a enseñar. Entonces, en lugar que los africanos vayan a estudiar a Cuba, Cuba abre Universidades en África. Lo vi también en Guinea Bissau, donde trabajé hace algunos años. Ellos ya no mandan médicos al exterior, sus médicos se forman en la Facultad de medicina cubana de Guinea Bissau.
La otra forma de cooperación que tiene Cuba es enviando técnicos asesores de Ministros, de Programas, más ligados a las áreas de epidemiología, de investigación, esa es otra forma que ellos tienen de colaboración médica en África. El impacto es altísimo en África, principalmente, desde el triunfo de la Revolución hasta el día de hoy. Esto es muy poco conocido, el hecho de abrir universidades es algo muy innovador y poco conocido, pero típico de Cuba. Cuba se reinventa, esa es la dialéctica de la Revolución, busca salir de los problemas en conjunto y con la participación de todos.
A nivel global, el interferón que es uno de los medicamentos con más impacto en el “paquete” de medicamentos con el que se trata a los enfermos con el Covid. Creo que es fundamental tenerlo en cuenta. También que vayan a Italia, por ejemplo. Con seguridad, sí van a tener un impacto importante, en el sentido de la experiencia ya demostrada, por ejemplo, que han ido a enfrentar el ébola, con la tecnología médica que utilizan que es muy particular, con el “desgaste” (en el buen sentido de la palabra) que ya tienen sus médicos. Ya están también en Venezuela, en Nicaragua, están presentes.
Otra cosa interesante, estuve en 2015 realizando una evaluación de un proyecto de VIH en Cuba. Ellos tenían una política y estrategia antes el VIH, nueva, que llevaba un año aproximadamente de aplicación. Entrevisté al Director Nacional de VIH de Cuba. Me dijo “¿usted leyó el programa? ¿qué le pareció?”. Le contesté que me sorprendió porque yo había conocido la política anterior, que siempre la divulgué como una política muy progresista del VIH, donde todas las disciplinas participaban, era multidisciplinar el abordaje, etc. Le dije, “ahora veo que tienen políticas definidas y diferentes programas para diferentes grupos”. Entonces el tipo abre las primeras páginas de este programa y me muestra los autores: “¿ve este acá? Este soy yo, director del Programa, pertenezco al grupo de gays; esta de acá es lesbiana representa al grupo de las lesbianas en Cuba; estos acá son representantes de grupos trans”. Me fue mostrando todo y ahí entendí que la participación popular es la que garantiza esa política. Era la diversidad representada en ese programa. El proyecto era justamente implementado por esos grupos. Estuve interactuando con los grupos trans, por ejemplo, donde el proyecto era reeducar a los médicos en términos actitudinales frente a esos grupos diversos y enseñarles cómo atender a las diversidades. A los policías lo mismo: que no discriminen ni detengan a quien pertenece a ese colectivo. A los funcionarios judiciales, también capacitarlos para saber cómo proceder ante denuncias de este tipo. Cuba se reinventa. Si pudiéramos aprender de ellos, seríamos, claramente, un mundo mejor.
¿En términos puntuales, qué aporte pueden hacer a las medidas que está tomando el Estado Argentino? ¿Ves como suficientes las medidas que está tomando el gobierno?
Las medidas que está tomando Argentina me parecen adecuadas, me parecen decisiones tomadas en equipo, con diferentes saberes, diferentes disciplinas. Me parece que fueron a tiempo y ojalá se demuestre en los números. Pareciera que de repente dejamos la soberbia de aquel “sabemos todo” y nos sentamos a la mesa a buscar soluciones, eso realmente me enorgullece, más allá de los resultados que vayamos a tener, porque esto es nuevo. No hay recetas, cada realidad es diferente y cada pueblo lo es, cada respuesta de la gente es diferente.
En relación a los médicos cubanos que van a traer a la provincia, ya lo dije antes, supongo que van a tener objetivos muy especializados. Posiblemente brigadas que hayan estado en catástrofes naturales, en el control del ébola (donde Cuba estuvo y está muy presente, por ejemplo ahora en Liberia), posiblemente vengan ese tipo de médicos cubanos. Con experiencia en este tipo de contingencia, con capacidad de dar una respuesta articulada, coordinada; con capacidad de definir los pasos para poder controlar una epidemia, que eso los médicos clínicos, quizás, no conocen; es decir, lo que hace la epidemiología y el sanitarismo.
También, aún está por definirse, puede que envíen una brigada de médicos que vayan a los lugares donde no hay acceso a la medicina, donde el Estado no puede llegar. Tenemos ejemplos en la Provincia de Buenos Aires, la “Propuesta Tatu” en Longchamps, en el barrio 14 de Febrero, donde el sistema de salud del Estado está (con los UPA y el Hospital), pero el acceso a la atención primaria lo está dando Tatu, un grupo de voluntarios que han estudiado en la ELaM, que se han formado también con un grupo de voluntarios argentinos que dan servicios comunitarios y facilitan otros dispositivos a ese nivel.
El acceso a la salud es muy importante y Cuba lo tiene. Quizás los cubanos que vengan puedan aportar su abordaje y experiencia, con su espíritu de sacrificio -porque no es fácil poner una “carpa” en Pakistán y desde ahí funcionar-, espero que aquí les sea más fácil. Con seguridad aquí van a aportar, como aportaron en Brasil. Una anécdota: en ocasión de cuando Bolsonaro los echa a fines de 2018, a los médicos cubanos en distintos pueblitos les hicieron un “carnaval” de despedida, muchas personas llorando, porque esos médicos cubanos eran, muchas veces, los primeros médicos que habían visto en sus vidas.
Con seguridad van a ser traídos para que hagan una contribución, complementaria y adicional a lo que nosotros ya tenemos, que es de calidad, porque nuestro sistema público de salud es muy bueno.
Respecto a los rechazos surgidos a las misiones médicas cubanas, ¿qué opinión te trae? Pensando en que sean bien recibidos o rechazados, las misiones siguen haciendo su trabajo, siguen presentes. Sea un país históricamente aliado o no. Ellos van. ¿Tuviste alguna experiencia en algún país donde los hayan rechazado?
Y bueno lo que está pasando ahora no es más la continuidad de una política de solidaridad, de compartir lo poco que tienen, dicen ellos. Y lo que tienen es eso médicos con una muy buena preparación. Médicos con un humanismo que los caracteriza por particular y digo esto porque yo fui formada en Mozambique y la mayoría de mis docentes fueron cubanos y conocí ese tipo de formación que no es sólo profesional, es humana. Esto de Cuba hoy se perfila como algo nuevo y hasta marketinero pero no lo es, tiene mucha historia. Es ayuda concreta en la praxis por ejemplo de transbordo de los pasajeros de crucero británicos que estaban confinados con 5 casos positivos de Covid-19. También las autoridades médicas chinas eligieron el Interferón, yo lo conocí hace muchísimos años para el tratamiento de muchas patologías y China lo incorporó al paquete de medicamentos para combatir el Covid-19. Sin que nadie sepa mandaron brigadas a Venezuela y a Nicaragua.
Independientemente de la ideología del lugar, Cuba manda sus brigadas. Por ejemplo ahora en Italia, enviaron 50 médicos trabajando en condiciones de campaña. Cuando yo lo vi, y todos vieron los vídeos que circularon estos días, vimos cabezas con canas, grupos de riesgo. Y tras esa experiencia hoy son muchos los países que quieren contar con medicina cubana especializada. Si bien la cantidad de médicos y médicas por población en la Argentina da cuenta de una buena proporción a veces la distribución no está bien hecha. A su vez, nosotros no tenemos mucha experiencia en epidemiología, nadie en el mundo para poder controlar esto. Las experiencias se hacen en la práctica, Cuba al haber acumulado muchas ayudas de este tipo en situaciones de fenómenos naturales, crisis humanitaria, entonces ya tiene cierta experiencia.
Sobre lo último, te cuento mi experiencia en Sudáfrica… Cuando llegaron los 400 médicos cubanos. Fue terrible la reacción de los medios, fue terrible la reacción de una parte de la sociedad y fundamentalmente movidos por los intereses de la corporación médica. Porque se sentían amenazados. Aparte, había un elemento histórico que fue Cuito Cuanavale, la batalla que definió de que los ciudadanos blancos del Apartheid no invadieran Angola. Que gracias a la intervención de Cuba, que le ganaron militarmente a los sudafricanos, que se tuvieron que replegar, que querían invadir Angola. Todo eso estaba metido en la corporación de los médicos blancos, no había muchos médicos negros. Entonces la reacción fue terrible decían cosas. Que cuando llegaban los médicos con cubanos no se podía respirar porque todos fumaban cigarro en el aeropuerto. Pura ignorancia. Los médicos cubanos la mayoría no fumaban, Fidel había dejado de fumar fue reconocido por la OMS. También decían en esas épocas que también eran bestias, que no era médicos, que eran técnicos que Cuba los había formado en dos o tres años y no tenían el mismo nivel de un médico. Decían que no hablaban inglés, cuando la mayoría de los médicos blancos no hablaban las lenguas que hablaban los pueblos donde ellos iban a ir a trabajar, los cubanos. Porque Mandela los mandó a llamar para que trabajen en las villas, en las ciudades y en las zonas rurales y bueno decían muchas cosas.
Entonces bueno, ellos fueron comenzando a trabajar en esos lugares donde hacía mucha falta y donde los médicos blancos no querían ir a trabajar. Y después de 10 años que yo decidí hacer mi maestría en salud pública. Se me ocurrió no hacer lo que hacían los otros, que era la época del VIH, entonces todo el mundo hacía las tesis sobre sífilis, sobre el VIH que eran importantes. A mí se me ocurrió, me plantee, ¿y si hacemos algo científico? Mostrando el impacto de la misión cubana mostrando el impacto de la misión cubana que cumplió 10 años acá en Sudáfrica. Para poder de diferentes formas, con sistemas cualitativos, visitando a distintas personas, no solamente médicos cubanos sino también sus compañeros, los jefes, las personas con las que trabajan y ver qué piensa. Si todavía piensan que eran animales, que mataban, etc o si eso cambió. Y bueno, mandé mi trabajo y los resultados fueron bastante apasionantes incluso para mí que había trabajado con ellos. De cómo la población como sus compañeros de trabajo fueron cambiando de actitud al ver qué tipo de médicos eran. Al ver qué dedicación tenían, el seguimiento que hacían de los pacientes, su compromiso de no tener horarios, y la no distinción de raza obviamente. Y bueno, conseguí producir algo que para mí tuvo mucha importancia en el sentido que, ya no son percepciones, sino son evidencias científicas del impacto que tuvo la misión en Sudáfrica. No fue de toda Sudáfrica, fue de la provincia donde yo vivía y por mi director me aconsejó que no la hiciera en base a una muestra muy grande. Mostró los valores de la medicina cubana, que realmente tiene impactos en el sentido que la gente conoció otro tipo de médicos, otro tipo de hacer medicina, otro tipo de ser cuidado, el cuidado con amor, el cuidado de no verte hoy y cuidar de vos y seguir sabiendo, buscarte, llamarte y saber si lo que te di te sirvió o no. Siempre analizando holísticamente a cada paciente. No solo ver si tenés tos, sino ver si esa tos es tuberculosis, con cuanta gente vivís y poder hacer un rastreo de los otros y muchas cosas más que ellos no conocían. Ellos estaban en las villas de Sudáfrica. Esos fueron los resultados que tuve de un impacto muy positivo y muy orientado.
En función de esto último, pensando en nuestra región, concretamente en Brasil cuando Bolsonaro a principios de su gobierno en 2019 echa a las misiones cubanas. Luego las vuelve a solicitar y ahora, nuevamente, las reclama. ¿Creés que es meramente oportunismo político, es una motivación ideológica o una combinación de ambas? Mismo en nuestro país, que si bien oficialmente desde el Estado se celebra su llegada, pero de otros sectores políticos más de derecha, que acusándolos de espías los rechaza.
Vos me preguntás si es una decisión técnica o política. Yo creo que es una decisión oportunista por parte de Bolsonaro. Aparte porque tuvieron un impacto muy positivo en todas las zonas remotas de Brasil. No son boludos, en el fondo es oportunismo político. Por eso trajeron de vuelta a los cubanos. Pero, son aportes que hace Cuba y que va dejando experiencias, que demuestra que ellos están presentes siempre que sea necesario. El ideólogo de esto es Fidel y también fue el Che. La famosa carta del Che que hablaba de “lo que tiene que ser un médico” y lo que tiene que estar en la “mochila de saberes de un médico”, él metía los libros de medicina, pero también todo lo social y político. Los médicos cubanos sí pueden aportar mucho en los lugares que son llamados. Cuba, en general, es un país de hombres de ciencias y continúan produciendo medicamentos, existen empresas de tecnología médica, miles de técnicos trabajan en medicina. Yo creo que Cuba ya lo ha demostrado, y lo demostrará aun más. Pero si saca alguna vacuna de cara a esta pandemia, sería un aporte inmenso a la humanidad. Si el establishment y los ciegos ignorantes no quieren verlo, el resto del mundo sí lo va a ir viendo, como pasó en Sudáfrica, como pasa en otros lados: primero no los quieren a nivel ideológico y después en la práctica ellos les demuestran qué tipo de médicos son y les dan el valor que tienen.
También tenemos que acordarnos de la brigada Henry Reeve, que es el contingente internacional de médicos especializados en situaciones de desastres y graves epidemias, que surge en el 2005. Primero fueron a Angola, después a Pakistán, luego a Haití. Recuerdo cuando Fidel decide enviar la brigada a Estados Unidos, en ocasión del huracán Katrina, con la brigada pronta en el aeropuerto de La Habana, esperando para salir: no fueron autorizados por el gobierno de Estados Unidos. Ellos de todas formas continuaron con su coherencia y luego de ello fueron a Haití, por ejemplo, en 2010 con aquel terremoto terrible.
Al pensar esta entrevista vinculada a la medicina cubana, la palabra coherencia, como ya te dije, es de las primeras que se presenta. Lo pude comprobar a lo largo de tus respuestas, es la coherencia con la medicina en cuanto a disciplina humanitaria la mejor muestra de lo fundamental de Cuba en medio de esta pandemia…
Algo que se me olvidaba, hablando de la coherencia y la colaboración de Cuba, y qué poco se conoce. Me faltó hablar de algo puntual: la “Operación milagro” que se hizo entre Chávez y Fidel, sobre cómo asistir a los pueblos que no tienen acceso a oftalmólogos, para por ejemplo, operarlos de cataratas y patologías simples que les permitan ver (de ahí el nombre “Milagro”, la persona con cataratas que no veía o veía borroso, ahora ve claro).
Recuerdo cuando trató de entrar en Sudáfrica, la reacción de la corporación de los oftalmólogos y optometristas fue de rechazo. Decían que eso no era viable, que no era científico y terminó no entrando en Sudáfrica durante los gobiernos neoliberales tras Mandela.
Acá, en Argentina sí entró, en Córdoba hay un centro oftalmológico coordinado por médicas y médicos que estuvieron en la ELaM y también tienen médicos cubanos, que han hecho un trabajo fenomenal en el centro del país, donde mucha gente de otras provincias ha ido y se han asistido allí.
Lo anecdótico siempre es lindo: había una clínica de la “Operación Milagro” en la frontera con Jujuy o Salta, no recuerdo, del lado de Bolivia. Un día, una persona vino a asistirse y fue operada con éxito. Con el tiempo, se enteran que esa persona había sido el soldado que había gatillado y producido la muerte al Che. La historia tiene muchas vueltas y como dice Fidel: “ser internacionalista no tiene límites si uno quiere ayudar al prójimo”. A ese hombre, lo que el Che había promovido y conceptualizado para la medicina cubana, lo que el Che había soñado, fue lo que lo benefició. Así es como debe ser.
Hay una frase de Fidel con la que quiero cerrar mis palabras: “Ser internacionalista es saldar nuestra propia deuda con la humanidad. Quien no sea capaz de luchar por otros no será nunca suficientemente capaz de luchar por sí mismo.”