Los 24 de marzo son, también, gritos apasionados de libertades. Hoy, nuestros gritos se envuelven con la sonrisa de Facundo Molares y exigen su pronta libertad.
Por Claudia Korol
Facundo Molares está preso en Bolivia, en la cárcel de máxima seguridad de Chonchocoro, a cuatro mil metros de altura. Ahí se hacina en una celda junto a otros ocho presos, viendo la luz día y el cielo, sólo por media hora.
Para llegar desde La Paz a Chonchocoro, hay que hacer un viaje de casi tres horas, atravesando zonas prácticamente desérticas. En medio de la nada aparece el penal. Como toda cárcel, es un gran negocio. Para ingresar hay que comprar un barbijo. Pasado el puesto de requisa, y caminando entre los presos, ya nadie lo usa.
Las penitenciarias que hacen requisa a las mujeres que van a visitar a sus familiares, les hacen repetir las conocidas sentadillas. Imposible no recordar las tesis: “el violador eres tú”, “la violadora eres tú”. No sabíamos si podríamos llegar a ver a Facundo, pero era uno de los objetivos que nos propusimos como Delegación Feminista Plurinacional en Bolivia. Llegar hasta donde está el compañero preso, para que reciba el abrazo de tanta gente que en distintos rincones del mundo está exigiendo su libertad, y la de todos los presos y presas políticas del Golpe de Estado.
Facundo es comunista, de esos “que ponen el pellejo para demostrar sus verdades”, como decía el Che. Fue parte de la lucha revolucionaria en Colombia, y cuando se firmaron los acuerdos de paz, siguió camino hacia Bolivia, donde comenzó a actuar como fotorreportero.
En el caos de los primeros días del golpe, llegar a un hospital era realmente peligroso. Médicos racistas, llenos de odio hacia el pueblo y hacia el gobierno de Evo Morales, denunciaban a los pacientes y algunos, como Facundo, terminaron presos. En este caso, esto se inscribió en la persecución del gobierno de facto hacia periodistas que buscaban romper el cerco mediático.
En ese mismo contexto fue muerto otro periodista argentino, Sebastián Moro. Todavía su familia no recibió los informes necesarios para esclarecer las razones de su muerte.
A partir del 25 de octubre, fecha de las elecciones, la maquinaria golpista se desató, combinando las acusaciones del fraude la campaña de terror callejero, y cortando el acceso a la información verdadera. En esas jornadas, se produjeron enfrentamientos en el puente de Montero, ciudad cercana a Santa Cruz, entre grupos paramilitares fascistas, y activistas de movimientos sociales. Facundo fue a ese lugar para cubrir los enfrentamientos, pero todo el material que realizó fue requisado. Simultáneamente, al agravarse su enfermedad renal, fue internado de urgencia en el Hospital Japonés de Santa Cruz de la Sierra, donde quedó en coma farmacológico. En esas circunstancias llegó de urgencia a visitarlo su papá, el juez argentino
Hugo Molares, junto a su pareja, y fueron interceptados por un grupo de policías que lo obligaron a regresar a la Argentina, bajo amenazas de muerte.
El gobierno de Añez tomó como rehén a Facundo, y utilizó su presencia en Monteros, para acusarlo de unos crímenes, armando una causa para que quede comprometido como “terrorista”. Utiliza su prisión para decir que el gobierno de Evo estaba organizando “grupos terroristas”, financiados por Venezuela, Cuba. Facundo supuestamente recibía el dinero del gobierno para organizar a esos grupos. Sería una broma macabra, si Facundo no estuviera preso.
Todo este montaje infernal no logró derrotar el espíritu revolucionario de Facundo. Una abogada que lo acompaña me refiere: “La primera victoria de Facundo es estar vivo”.
Evidentemente, cuando estaba en las peores condiciones de salud, al borde de la muerte, fue brutalmente trasladado a una prisión en la que los presos mueren sólo de olvido. Creyeron que así aceleraban su muerte.
La segunda victoria de Facundo, es no perder la sonrisa. Sabe perfectamente que es un rehén del gobierno. Jueces y fiscales intentaron convencerlo de que denuncie a Evo, que confirme la acusación que le hacen en esta causa armada, y que así sería beneficiado por una reducción de pena. Fiscales y jueces no saben que Facundo no es un sicario, no es un terrorista, no es un traidor .“Mi viejo me dijo hace muchos años que todos los luchadores revolucionarios caen alguna vez en la cárcel. No se equivocó. Ésta es una prueba más”. Su sonrisa contrasta con la gravedad de sus palabras. No está posando para la historia. Es la charla mano a mano entre compañeros.
Añez ha hablado de que le esperan 30 años de prisión. Facundo sabe que los golpes y las dictaduras pasan y los pueblos siguen la resistencia. Con voz firme asegura: “Me tienen de chivo expiatorio. Lo que suceda en Bolivia es un ensayo para toda América Latina. Pelear contra la dictadura es pelear contra la ofensiva imperialista en el continente. A mí me armaron una causa. Es una causa política. Por eso la respuesta es política también. Hay que derrotar a las derechas en todo el continente.”
Facundo perdió la vista del ojo derecho, pero vuelve a reírse y nos dice que sigue viendo con el ojo izquierdo. Pide libros. Hablamos de Colombia, de Bolivia, de Argentina. Es una charla franca. Hay historias comunes. Hay un ojo izquierdo que alcanza para mirar el horizonte.
Facundo necesita ser atendido con urgencia por varias complicaciones de salud. A la insuficiencia renal crónica, se le agrega la hipertensión arterial, un edema pulmonar, un cuadro de anemia, traumatismo de cráneo, encefalopatía urémica. Exigir el acceso a la salud de Facundo, y su repatriación, es parte de las tareas urgentes, en medio de la pandemia que se refuerza en las cárceles.
Pero lo más importante, es transmitir que Facundo sigue de pie, con claridad política, con ternura con un abrazo que rompe el aislamiento al que buscan confinarlo. Tiene una sonrisa clara, y un gesto firme. Es uno de los tantos compañeros y compañeras que hoy resisten a la dictadura de Añez en las cárceles. Que ningún virus nos borre la memoria.
Con la pasión del 24 de marzo, gritamos: Libertad a los presos y presas políticas del continente. Libertad a Facundo Molares. ¡Hasta la sonrisa, siempre!