Un anticipo de “Nuestra venganza es nuestra autonomía” de Ariell Carolina Luján. Un libro que es puño, flecha, semilla, abrazo y justicia colectiva. El relato de la era del “ya no nos callamos más”.
Por Clau Bidegain* / Fotos: @tinpersian @
El 11 de marzo llego desde Río Gallegos a Buenos Aires y es justo el día que Ariell va a estar entregando los libros adquiridos en la preventa, en Librería Mandrágora de Villa Crespo. Nos reencontramos (después de un taller inolvidable sobre escrache y autodefensa que Ariell brindó generosamente en Casa Safiras, en noviembre de 2019), nos abrazamos e intercambiamos nuestros libros recién editados, con dedicatorias cruzadas.
Es todo alegría, anécdotas, fotos para seguir compartiendonos, hallazgos, supervivencia y proyectos a futuro por separado y también a dos voces. Ya es un montón que seamos sobrevivientxs del Abuso Sexual en la Infancia y Adolescencia, que hayamos transicionado al no binarismo desde las disidencias sexuales, y que tuvimos la posibilidad de plasmar nuestras experiencias en objetos artísticos, específicamente libros.
El 18 de marzo estoy en el Aeroparque huyendo de la ciudad de la furia, de la psicosis por el Corona Virus y de la viralización del pánico. Necesito volver a casa, al campo austral de Río Gallegos junto al Pololo y les perrhijes, me siento muy vulnerable por toda la situación, pero también me siento preparade para empezar a leer este libro que tanto promete ya desde las ilustraciones poderosas de @femimutancia en tapa y contratapa: Nuestra venganza es nuestra autonomía, de Ariell Carolina. Lo primero que veo también me interpela y me nombra “Este material es autoeditado, autogestivo, apartidario, independiente”. Una y otra vez, nombrar es político.
Comienzo tímidamente por los prólogos de Laura Salomé Canteros y Clodet García, ya pasó la medianoche y empieza a llover, entre vuelos cancelados, otros demorados y el mío que debería salir en cuatro horas más. Cuando ingreso a la crónica del juicio que se llevó a cabo en mayo del 2018, ya viajé en el tiempo y el espacio, soy testigx de las emociones y de las frases textuales que se intercambiaron. Esa ansiedad, ese nerviosismo, las sensaciones corporales y la emoción me toman por completo; estoy atravesando un proceso muy duro cuya experiencia no poseo “realmente”, pero este relato me hace partícipe inmediatamente. La revictimización de la justicia patriarcal a través de sus mecanismos de complicidad con los machos abusadores se plasma en la crónica y duele en el pecho, y en la piel. Lo que aflora como conclusión y confirmación luego de esta lectura es que #yanonoscallamosmás.
Después de vivenciar y acompañar en este recorrido judicial, llega el momento de acceder a una guía de escrache y denuncia, un gesto de generosidad para la autodefensa y un atajo para quienes eligen denunciar y/o visibilizar y aún no saben cómo cuidarse sin exponerse tanto.
A lo largo de estos diferentes registros y tipos textuales, nos vamos encontrando con frases que funcionan como consejos de la experiencia situada, fortalecen la autoestima y habilitan los momentos de angustia, ira e incertidumbre: “Confía en vos. Sentir miedo y tristeza es parte y no está mal. Vos podés defenderte”, “Nunca confíes en quienes de alguna forman perpetran el silencio y encubrimiento”, “Visibilizar es expresar. Lo personal es político y paradigmático”.
“Punitivista es la violación” es un apartado que se pregunta centralmente cómo pensamos un transfeminismo antipunitivista y cómo generamos empatía por fuera del marketing del feminismo neoliberal. Aquí queda muy en claro que el escrache es al macho y al mundo macho, y que eso es justamente autodefensa y denuncia de la cultura de la violación.
En este momento, interrumpo la lectura porque estoy muy movilizadx, empiezo a tener sensaciones corporales y cierta claridad que llega como una catarata de información, por eso me levanto y circulo por el espacio, busco un lugar donde poder tomar un café y algo dulce. Mi mirada ya cambió para siempre, me cruzo con un grupo de machos que hacen comentarios misóginos y ocupan el espacio de una manera tan omnipotente que no puedo no mirarlos con asco y desaprobación por su actitud, dueños del espacio público, moviéndose en manadas. Ya con el café y un alfajor, vigilando amenazante con el libro en mano como un arma de autodefensa, retomo la lectura.
Hacia la mitad del libro, nos encontramos con el apartado que lleva el título del libro, allí se denuncian los procedimientos del feminismo neoliberal y su falsa sororidad, las estrategias verticalistas y burócratas que configuran la cultura del silencio. También se reflexiona acerca del poder de los medios de comunicación como creadores de realidad, y accedemos a una entrevista con la periodista feminista Lucía Cholakian, que da claves para evitar la revictimización en estos procesos.
Lo que sigue es un microensayo “Binomio víctima/victimario”, que problematiza los procesos emancipatorios como procesos identitarios: “Nuestra identidad es nuestra resistencia”, “Somos la llave y la puerta. ¡Fuego a la cultura del abuso!”.
En “La obra no se separa de su creador” queda al cierre impreso el consejo de su amigx @fisiónciruja “el abuso no es destino”, y en el manifiesto “Game over machos” profundiza sobre la violencia estatal, la inoperancia judicial (ambas expresiones patriarcales). Es también una respuesta y un límite a los sujetos que deciden “utilizar su muerte como garante del predominio sobre nuestras vidas”.
Cuando pareciera que ya no tenemos cuerpo ni resto para seguir presenciando tanto flagelo macho, llega el apartado de la creatividad. Estos textos son un abrazo del alma para tanto dolor y realidad cruenta. ¿Qué hacemos después de sobrevivir a las violencias, cómo seguimos después de batallar y transmutar una y otra vez cual Fénix? “A(r)marnos: la alimentación” con consejos para desintoxicarnos de la violencia macha que nos queda adentro, relajarse en momentos de mucho estrés y ansiedad. Son nuevos hábitos para generarnos bienestar después del horror heterocispatriarcal.
El último apartado, “Ya no nos callamos más ¡Nunca Más!”, es también el título de la nota escrita por Ariell, publicada el 29/7/2019 en el portal @marchanoticias. Aquí se resalta la fuerza de la unión contra todos los abusos de poder y violencias, desde el instante en que Gabriela Conder, su abogada, le comunica: “Norita Cortiñas quiere conocerles”. Es el momento fundante en que el abrazo colectivo con las Madres de Plaza de Mayo se concreta en la ronda número 1154. Allí se grababa el reconocimiento de las Madres por la construcción de Memoria, Verdad y Justicia que Ariell y sus seis compañeras denunciantes habían estado batallando durante años.
Este libro, que es puño, flecha, semilla, abrazo y justicia colectiva, cierra con un gesto transfeminista: los agradecimientos a todxs quienes formaron parte del camino, ahora plasmado en palabras y en objeto libro que circulará como herramienta de autodefensa, venganza, justicia, sanación y reconstrucción autónoma y antipatriarcal. Durante el vuelo, con la lectura todavía fresca y empezando a operar en mí, recupero imágenes que estaban olvidadas: son sensaciones, olores, texturas, son fotos que estaban sin revelar. Quiero llorar, quiero abrazar a Ariell, quiero que salgamos juntxs a matar machos abusadores con nuestras espadas multicolores.
Ya no soy lx mismx. Intento volver a mi eje y no utilizar las herramientas del opresor, desde el título de esta obra está la clave: Nuestra venganza es nuestra autonomía. Recuerdo el poder del artivismo, de la justicia poética y del erotismo transfeminista. Entiendo que este libro es urgente y debe circular con la generosidad con la que fue gestado. Escribo este texto.
*poeta no binarie, autorx de Algo no funciona. Cicatrices del silencio (Editorial Muchas Nueces 2019)