Una lectura sobre La ilusión de la larga noche, primer libro de poesía de Inés Kreplak (Santos Locos Poesía)
Por Cezary Novek
La desigualdad, las luchas sociales, el feminismo, el dolor físico y emocional de existir, la solidaridad, el odio, el amor, saber que venimos y nos vamos solos, el tiempo que pasa y se lleva lo que más necesitamos. Esos son algunos de los tópicos y obsesiones que atraviesan la escritura de Inés Kreplak, tanto en su poesía como en su prosa.
La ilusión de la larga noche es un libro cuyos versos giran en torno a las ausencias, el dolor, la injusticia. Se puede respirar en sus páginas la impotencia del intelectual de clase media frente a la miseria y brutalidad de la jungla de cemento neoliberal. También está presente el amor romántico, que aflora como manchas de humedad sobre la superficie de durlock de la deconstrucción. “No vine a este mundo a manejar mis emociones con mesura”, dice Kreplak, y en sus palabras se siente el aliento cálido, como de un animal apaleado que quiere imponer su propia manera de querer, por singular que sea.
Se encuentra en los poemas el desasosiego por anhelar otras vidas en la manija de la noche interminable, con la ansiedad infinita que trae hambre de más realidad. “Trabajo con las palabras/ con la misma atención y el mismo tenor con que hoy cruzo este arroyo”, dice en otra parte, recordándonos lo serio y peligroso que es el compromiso con la literatura. Son poemas que sangran y nos recuerdan cuánto hay de masoquista en la pulsión de supervivencia emocional que nos obliga a levantarnos cada día para ver cómo sigue la película, por mucho que nos haya disgustado el interludio de ayer.
En otro de los poemas más destacados, por la belleza en la que expresa vulnerabilidad, susurra:
“¿De quién?
un gesto de amor es llegar a tu casa
dejar que me veas así
deshilvanada
como saco de arena
y pedirte que hagas eso
que vos tan bien hacés:
mostrarme por cinco minutos que todavía sigo viva”.
Inés Kreplak escribe desde hace mucho pero debutó publicando en 2017 la novela Confluencia (Alto Pogo), en donde se entrelazaban la autoficción con la mirada etnográfica sobre una comunidad de El Tigre.
La ilusión de la larga noche es su primer poemario, editado de forma semiartesanal por el sello independiente Santos Locos Poesía El libro cuenta con exquisitas ilustraciones de la artista Valeria Fukunaga y que funcionan como excelente correlato visual. Son poemas que dejan con sed de más. Pequeñas piezas que habitan el tiempo suspendido y silencioso del insomnio, abonado con preguntas que le restan horas al descanso, y que indagan con acordes obsesivos la razón del próximo despertar.
Inés Kreplak (Buenos Aires, 1987). Estudió Letras en la UBA y es Magíster en Derechos Humanos y Democratización por la UNSAM. Trabaja en la Defensoría del Pueblo de la Ciudad de Buenos Aires y es docente. Fue curadora de la colección de narrativa contemporánea Leer es Futuro del Ministerio de Cultura de la Nación y fundadora de la primera Biblioteca al paso.
Aniversarios
Un día mi mamá olvidó un cigarrillo prendido en el cenicero
y se fue
Decidió que debía reconstruir su vida
y se fue
pero me llevó
Viajamos juntas en un Renault 18 blanco
con levanta vidrios manual
sin aire acondicionado
Yo iba en el asiento de atrás
acompañada de mi almohadón violeta
un libro de cuentos
y la muñeca Laura
Al sentir el arranque del auto
miré a través del vidrio
mi papà saludaba, lloraba
mis hermanos también
Se me hizo un nudo en el estómago
pero no lloré
Otro día, mi mamá olvidó hacerse una mamografía a tiempo
y se fue
Esta vez, en otra dirección
hacia donde van
los que nos faltan
los que necesitamos
Se me hace un nudo en el estómago
todos los eneros, los abriles, los diciembres
o cuando aparece un nuevo nieto
sea de ella, sea del pueblo
Y cada una de esas veces lloro
porque ahora es diferente
y ya no voy en el asiento de atrás.
El día más corto del año
Lo mejor que me pasó
en el día más corto
de este año fue
amanecer con
la gata mirándome
desde la mesa de luz.
Leer por primera vez
una poesía reveladora
Entender que una
es mucho más que
los fantasmas que construye
que no siempre
escuchar es bueno
que no siempre la palabra
del otro ayuda
No tanto. No así.
Dejar pasar la larga noche
el crudo invierno
y rebrotar como cada primavera
no nueva
pero sí mejor advertida.