Este 8 de marzo, una delegación feminista plurinacional llegará a Bolivia para denunciar, junto a feministas comunitarias y populares de ese territorio las violencias que se desataron tras el Golpe de Estado. Ante la reacción de los fascismos, un abrazo feminista para resistir.
Por Camila Parodi y Laura Salomé Canteros desde el Estado Plurinacional de Bolivia / Foto: Natacha Pisarenko
“Los días 8 y 9 de marzo de 2020 una delegación de feministas plurinacionales llegará a Bolivia con el objetivo de hacer del abrazo un hecho político de solidaridad”. Así comienza el comunicado de quienes activan para sostener la construcción de feminismos sin fronteras llegando a un territorio donde, desde el 19 de noviembre pasado las garantías constitucionales están suspendidas por un Golpe de Estado que es racista, patriarcal y fundamentalista. Una interrupción de la democracia que es comandada, no casualmente, por una mujer.
En las calles de El Alto, donde se produjo una de las masacres más crueles contra la población indígena, campesina y humilde de las ciudades que salió a defender la democracia tras el Golpe, las paredes hablan. “Mataron a mis hermanos con la Biblia en la mano”, dicen algunas. En otras, la disputa electoral rumbo a las elecciones del próximo 3 de mayo -que no están garantizadas-, deja entrever que a pesar de los asesinatos, la represión y el dolor, el pueblo boliviano sigue de pie. Nunca de rodillas, enfrentando la intención de un Estado que se volvió contra las mayorías para restablecer la supremacía blanca con el castigo de las botas.
“Históricamente los feminismos de nuestra región nos unimos contra la militarización y por el derecho a la libertad. Por eso, la resistencia del pueblo boliviano en general y de sus mujeres de pollera en particular, representa hoy la imagen más clara de respuesta organizada al racismo, los fundamentalismos y el patriarcado tras la imposición de un Golpe de Estado”, dice el comunicado de las feministas sin fronteras. “Así como nuestras hermanas en Bolivia, también en Chile, Ecuador, Colombia y Haití son las mujeres y disidencias las que no sólo padecen las consecuencias directas, sistemáticas y disciplinadoras de la violencia estructural sobre sus cuerpos y territorios, sino que también son quienes responden de forma directa y organizada”.
La delegación feminista plurinacional llegará a Bolivia para solidarizarse como hecho político. Participará de actividades en ocasión del 8 de Marzo, Día Internacional de las Mujeres Trabajadoras, y lo hará en conjunto con feministas comunitarias y populares que se posicionan contra el Golpe de Estado. Lo hacen porque a quienes principalmente atacan los fundamentalismos es a las mujeres y las disidencias. Y porque sólo organizadas podrán dar un grito que rompa con el cerco mediático que censura las vulneraciones a los Derechos Humanos que se cometieron desde noviembre.
Se cumplieron, el año pasado, 10 años del Golpe de Estado que derrocó al gobierno de Honduras. Desde entonces, los feminismos de la región se unen contra las dictaduras y los fascismos diciendo una consigna que es política como el acto de denunciar: “Ni Golpes de Estado, ni golpes a las mujeres”. De Centroamérica a los sures, la demanda de democracia es para este movimiento de liberación una excusa para exigir que no nos maten, no nos violen y que se respete la soberanía sobre nuestros cuerpos y sobre nuestros territorios.
En Bolivia, el Golpe cívico, militar, religioso y patriarcal llevado a cabo por grupos fundamentalistas y fascistas, se impuso contra la elección de las mayorías. Evo Morales, el primer presidente indígena de la historia de la región y ganador de las últimas elecciones, fue obligado a renunciar tras recibir amenazas de grupos cívico- militares contra su integridad, motivo por el que se encuentra exiliado. Una ocasión para observar las maniobras de intervención de algunos organismos internacionales como la OEA que denunció fraude tras la decisión popular.
“Desde ese entonces, la represión, militarización, torturas, detenciones arbitrarias y criminalización a quienes resisten a esta imposición, se convirtieron en un cotidiano. Las Masacres de Sacaba, Cochabamba y de Senkata, el Alto llevadas a cabo por el Gobierno de Facto de Jeanine Añez durante los primeros días del golpe son pruebas claras”, dice el comunicado y avanza en su caracterización del contexto: “evidencian la relación del golpismo con grupos conservadores y fascistas que no toleran que las y los indígenas tomen la palabra, manifiesten sus costumbres, se organicen o hagan parte de gobiernos. Como parte del mismo plan, el cerco mediático y la persecución de dirigentes políticos y sociales como prácticas sistemáticas habilitaron un dispositivo de impunidad y desinformación que continúa hasta la actualidad”.
Los feminismos van por todo en todos lados, es un movimiento sin fronteras que ya no puede manifestarse ajeno. Que toma su lugar en la historia y asume que tiene una responsabilidad política de intervenir ante las injusticias que perpetúan el sistema racista, patriarcal y capitalista. “No podemos, ni queremos, escindir nuestras prácticas feministas de las luchas de los pueblos”, termina el comunicado. La presencia de la delegación feminista plurinacional en Bolivia es la posibilidad de convertir el abrazo en hecho político.
Continuará hasta que seamos todas libres…