Laboratorio Favela. Violencia y política en Río de Janeiro es el nuevo libro del colectivo editorial Tinta Limón, que ya estará disponible la semana próxima en librerías. Allí se presentan claves para entender el asesinato de Marielle Franco como el preámbulo del vertiginoso avance de una derecha fascista en Brasil y la región.
Por Cultura Marcha / Foto: Midia Ninja
Leer su tesis, así como sus discursos, nos permite vislumbrar en las reflexiones de Marielle alternativas políticas que contrarresten esta feroz ofensiva de una derecha que atenta contra persistencia de la vida y los territorios.
A continuación, presentamos dos extractos del libro Laboratorio Favela. Violencia y política en Río de Janeiro. Textos, discursos y cronología de Marielle Franco, que será publicado próximamente por el colectivo editorial Tinta Limón.
I
Palabras previas. Brasil y el fin del pacto democrático
Tinta Limón
“Dos años pasaron del asesinato de Marielle Franco. Veinticuatro meses desde que una mujer negra nacida y criada en una de las favelas más grande de Río de Janeiro, militante y lesbiana fue asesinada de tres tiros en la cabeza por un sicario la noche del 14 de marzo, cuando volvía de una actividad política como concejala de la Asamblea Legislativa. Junto a ella fue asesinado, también, el conductor del auto en el que viajaban, Anderson Pedro Gomes.
(…)
El asesinato de Marielle Franco ocurrió poco después del golpe contra Dilma Rousseff y anticipó el ascenso de Bolsonaro, previo encarcelamiento del ex presidente y candidato Lula Da Silva. La cronología que proponemos en este libro permite ver con claridad el auge de un movimiento antidemocrático que en Brasil se muestra como anticipación y modelo para el resto de América Latina. Al mismo tiempo que Marielle nos brinda una poderosa e inspiradora imagen para las luchas de todo el continente, también nos muestra el filo por el que corre la coyuntura latinoamericana.
En Río de Janeiro, la disputa territorial para garantizar los negocios globales nos ofrece una imagen sintética y clara del modo en que opera el capital cuando es aliado de los sectores más conservadores. La articulación de poder financiero y la fuerza militar estatal y paraestatal está hoy en el centro de la política latinoamericana. En este sentido, el caso de Marielle puede ser un llamado de atención, el señalamiento condensado de un conjunto de elementos que dan lugar a Bolsonaro, pero también al golpe en Bolivia o a la represión sin mediaciones democráticas de Chile. Marielle, así vista, es también un espejo donde ver los riesgos que implica hoy en América Latina sostener prácticas de ejercicio real de la soberanía popular.
En una entrevista Marielle señalaba que la izquierda no podía limitarse a prefigurar el mundo de la justicia por venir, que tenía que crear a la par las estructuras que le dieran protección. No replegarse, no asumir el lugar de garantizar el orden –un centro que hoy derrama a la derecha–, es hoy un desafío, no sólo para la izquierda sino para el movimiento social en general, cuando no puede ir más allá de una política conservadora de apelaciones al Estado de derecho e intentos de salvaguardar viejas conquistas del movimiento obrero. Todo, frente a una derecha brutal y desinhibida.
Publicar este libro de Marielle Franco a dos años de su asesinato es una intervención política, un llamado de atención ante la gravedad de la coyuntura. Si su crimen expresa muy bien el nivel de crueldad que admiten hoy las democracias, las investigaciones e intervenciones políticas de Marielle ofrecen claves para contrarrestar la ofensiva de la derecha en la región. Una reivindicación que no la erige como figura romántica, sino que rescata sus acciones y reflexiones como instrumentos de lucha concretos.”
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II
¡Yo soy porque nosotras somos!
Marielle Franco
La disputa política es un gran desafío, principalmente para las mujeres. La lógica machista nos persigue todo el tiempo y la sentimos con intensidad, principalmente cuando decidimos ocupar un espacio en la institucionalidad política. Y esto se refleja en el cotidiano de nuestras campañas electorales, sean o no feministas. Imprimir la imagen de nuestro rostro en un afiche es una invitación al asedio, que va desde pedidos de casamiento hasta propuestas de trueque de un voto por un beso. Todo con mucho humor y sonrisas de oreja a oreja, como buena parte de la estética del machismo, que en las mayoría de las veces acaba en violencia, psicológica o física contra la mujer, y alimenta la cultura de la violación.
¿Exagero? Para nada. Necesitamos repetir como un mantra: Brasil ocupa el quinto lugar en la tasa de homicidios de mujeres en la lista de 83 países, de acuerdo con el Mapa de la violencia de 2015. Entre 2003 y 2013, el número de asesinatos aumentó 21%. Eso significa que en diez años pasó de 3937 a 4762 víctimas. Son 13 mujeres muertas diariamente. Si hiciéramos el recorte de las mujeres negras, los datos son todavía más alarmantes. Hubo un aumento de 54,2%, de 1864 víctimas en 2003, pasó a 2875 en 2013. El feminicidio se concentra en la juventud de 18 a 30 años.
En Río de Janeiro, por ejemplo, el noveno Dosier Mujer 2014, organizado a partir de los registros de las comisarías, demuestran que la violencia sexual genera el mayor número de hechos. En 2013, de las 6501 víctimas, 4871 (82,8%) son mujeres violadas. El estudio revela que la violencia también se da por medio de amenazas y lesión corporal y los probables agresores son compañeros o personas del entorno familiar.
Construir políticas públicas preventivas que puedan actuar sobre un ambiente diferente al penal es uno de los grandes desafíos que tenemos en nuestro trabajo y uno de los objetivos en la acción parlamentaria en un futuro mandato de concejala de Río. Se trata de articular la educación y la cultura como potencia, con nuevas estéticas en que las mujeres sean protagonistas. Este es uno de los pasos fundamentales para debilitar las acciones machistas, y para respetar más a la mujer, sea en las relaciones domésticas, laborales y cotidianas.
Lo que nos alienta en este proceso de construcción política, es identificar la fuerza de la empatía y del afecto. Son decenas de jóvenes mujeres, en las más variadas acciones callejeras, que se ponen a disposición al servicio de esta lucha colectiva. Antes incluso del resultado electoral, ya hay una victoria de la vida política, que florece como rosas que rompen el asfalto.
En este sentido, reafirmamos: nuestra lucha es por la vida de las mujeres. Apostamos que contra la cultura de la violación, del machismo, del sexismo, solo una cultura de derechos. Por eso estar en política es tan urgente. Somos nosotras que tenemos que legislar sobre nuestros cuerpos, deseos y destinos. La lucha política institucional, en casas legislativas tan misóginas y racistas, necesita ser ocupada para representar de hecho todos nuestros anhelos. Para hacer valer la vida, soy candidata porque nosotras somos necesarias. ¡Yo soy porque nosotras somos!