Este año se llevarán a cabo las elecciones presidenciales en Estados Unidos que definirán la continuidad o no de Donald Trum. Del otro lado, avanza a paso firme Bernie Sanders, el candidato “socialista”, que se consolida como opositor dentro del partido demócrata y que podría modificar el panorama geopolítico.¿Expectantes? Un poquito.
Por Camila Parodi y César Saravia |Foto: fivethirtyeight.
Trump llegó al poder tras obtener la candidatura del Partido Republicano y derrotar en las elecciones a la candidata Demócrata Hillary Clinton, sin contar con ninguna experiencia en cargos públicos. Su llegada a la presidencia representa el punto más álgido de la crisis del sistema político del país del norte.
El sistema político de Estados Unidos está caracterizado por un bipartidismo en la práctica de larga data, desde hace más de un siglo, demócratas y republicanos se han alternado el poder y generado una puerta giratoria en la Casa Blanca en que salen unos y entran otros. Si bien es cierto los demócratas aglutinan a un sector que podríamos considerar más moderado, en un espectro de centro derecha o centro, para pensarlo en clave latinoamericana, lo cierto es que ambos partidos han mantenido en pie definiciones constitutivas de la esencia estadounidense, tanto en su política internacional, en el sistema político y el modelo económico sin mayores agitaciones. Algo así como la fantasía de las élites latinoamericanas y quizás la razón por la que miren tanto hacia allá como la “democracia perfecta”.
El sistema está diseñado para favorecer al bipartidismo, pese a que la Ley no restringe la participación de terceras fuerzas, si pone una serie de trabas que protege y evita el surgimiento de una alternativa. No obstante, la crisis de representatividad y la pérdida de legitimidad de las élites políticas tiene en Estados Unidos uno de sus principales focos. Esta crisis se expresa tanto por derecha como por izquierda. Donald Trump evidencia este caso al ser elegido como presidente, con el escándalo de Cambridge Analytic en el medio pese a la resistencia de un buen sector y enfrentado a las grandes cadenas hegemónicas como CNN, ABC, NBC, un proceso que años más tarde se repetiría en Brasil con la figura de Jair Bolsonaro.
Las dos tendencias Demócratas
Enero arrancó con las elecciones Demócratas, en donde se definirá quién enfrenta a un Donald Trump que la mayor parte de las encuestas le anticipan una reelección sin mayores complicaciones. Sin embargo, todavía queda mucho tiempo y los dados están lanzados y la expectativa principal radica en si Bernie Sanders, político de 78 años, quien se define así mismo como “socialista demócrata”, logrará la “revolución política” con la que el año pasado arrancó su campaña en Brooklyn, New York.
Los primeros representantes que compiten por el primer puesto dentro de las elecciones Demócratas se caracterizan por contar con perfiles muy distintos y difíciles de conciliar. Primero, avanzando a paso firme, el autodenominado socialista encabeza la lista. Como revelación 2020, el senador por Vermont, Bernie Sanders escaló durante el último mes hasta llegar primero a las encuestas, actualmente cuenta con un aproximado de 30% y su discurso de campaña se centra un proyecto político claro de Estado de Bienestar. Uno de sus puntos fuertes es la creación de un sistema de salud universal y gratuito y se trata de uno de los ejes más acompañados con intención de voto, en este caso, por un amplio sector de la población de demócratas hispanos/as.
Por su parte, desde el pasado mes de septiembre, el ex vicepresidente Joe Biden que aparecía como el candidato fuerte en ese entonces y lideraba con un 21% de aprobación, ahora se encuentra estancado por debajo de los 20 puntos y sin perspectiva de un mayor crecimiento. Con una diferencia de puntos reducida a Biden, nos encontramos con el multimillonario y ex alcalde de New York, Michael Bloomberg que, podríamos ver como el perfil más espejado a Donald Trump. Si bien Bloomberg tiene un camino de más de 10 puntos para alcanzar a Sanders en las encuestas y aun no se ha sometido a votaciones, su capacidad monetaria y, por ende de publicidad y campaña, preocupa al ala progresista de este partido. En los últimos días las y los candidatos de la elección primaria denunciaron que el multimillonario ya lleva gastados más de 420 millones de dólares de su patrimonio para su presentación nacional, tratándose de una suma que no cuenta con registros ni precedentes similares en campañas anteriores.
Tanto Sanders como Bloomberg encarnan dos modelos claros y opuestos de país, mientras que Sanders empatiza con la población millenial, hispana y progresista tras sus propuestas legislativas con un claro carácter social: cobertura de salud universal, matrícula gratuita en las universidades y el aumento de los impuestos para las y los más ricos. Bloomberg orienta su campaña a la clase media centro-demócrata con tintes conservadores pero proponiendo políticas novedosas para los Estados Unidos como el control de las armas, nuevas formas de apertura a la migración y lucha medioambiental, y sostiene que no recibirá donaciones para su campaña de forma que la misma seguirá llevada a cabo sólo con un único aportante: su bolsillo.
Si bien esto recién comienza y faltan unos cuatro meses de votaciones estaduales donde los números irán fluctuando según las características propias de la población de cada uno de los territorios donde se realizan las instancias de primarias, toda la atención se la llevará el “supermartes” del próximo 3 de marzo. Si, porque en Estados Unidos todo suena a promociones low cost, pero ésta es una instancia ciertamente importante ya que se llevarán a cabo las asambleas de 16 estados de forma simultánea y permitirá ver el tablero con mayor claridad.
Implicancias para Latinoamérica
Para bien o para mal, las elecciones en Estados Unidos tienen un alto nivel de importancia para la región. Hay quienes consideran que un triunfo de los demócratas es “el mal peor”. No obstante, la política de ambos partidos hacia la región, una vez que han estado en el gobierno, es quizás uno de los puntos donde las diferencias ideológicas se hacen bastante difícil de percibir, ya que las ideas profesadas en la Doctrina Monroe, basadas en la seguridad nacional y lógicas imperialistas, han sido el común denominador.
Pese a ello, y frente al escenario de un segundo periodo de Trump, la posible llegada de un presidente como Bernie Sanders permite pensar en la posibilidad de un interlocutor, cuando menos, más sensato y con menor agresividad hacia la región. Cabe recordar que en el pasado Sanders se pronunció contra el Golpe de Estado a en Bolivia y contra la posibilidad de una intervención militar en Venezuela. También se abre la posibilidad de retomar el diálogo con Cuba que se inició durante la gestión de Barack Obama. Algo que sin duda sería una buena noticia para la estabilidad y la paz en la región.
Otro de los puntos claves es el tema migratorio. Trump se ha caracterizado por un discurso xenófobo y una política abiertamente antimigrantes. Si bien todos los gobiernos, republicanos o demócratas, de los últimos 30 años han mantenido una política migratoria restrictiva y basada en deportes masivos, buena parte de la comunidad migrante coincide que el escenario cuando gobiernan los demócratas es “menos hostil”, para quienes ya habitan en territorio estadounidense.
Sanders, además, representa un movimiento que desafía al status quo demócrata, en que el apoyo de las comunidades migrantes es clave. Las elecciones de medio término (donde se renovó la mitad del congreso en 2018), mostraron el potencial de cambio del voto de origen migrante. Destaca la llegada de Alexandra Ocasio-Cortez, joven de origen puertorriqueño, quien dio la sorpresa en el Estado de New York para llegar al Congreso y con quien Trump ha tenido varios roces.
Sea cual sea el resultado la elección tendrá un amplio impacto para la región, pues definirá el estilo de gobierno con el que se tendrá que relacionar, en un contexto donde personajes como Lenin Moreno, Guaidó, Piñera y en su momento el propio Macri sobreviven políticamente por obra y gracia del apoyo de Estados Unidos. Si bien es cierto el poder que un presidente tiene en es bastante limitado, como vimos en los intentos de terminar con el bloqueo a Cuba por parte de la administración de Obama, la llegada de un gobierno de tinte progresista en Estados Unidos puede significar un pequeño respiro para los movimientos populares en la región. Por ahora, no obstante, todo esto es apenas una especulación, los próximos meses serán claves para ir dibujando un panorama más claro.