Tras la confirmación del triunfo del binomio Morales-Linera en la primera vuelta de las elecciones en Bolivia con más de 10 puntos sobre la oposición, un grupo de empresarios y ex militares liderados por Luis Fernando Camacho intentan dar un de golpe de estado.
Por Camila Parodi
Si hay algo que aprendimos en las elecciones de los sistemas representativos de la región durante las últimas décadas, es que la combinación de los discursos: religión + miedo al comunismo junto a la implementación de fake news + redes sociales, suele generar buenos resultados. Funcionó con Bolsonaro en Brasil, con Bukele en El Salvador e inclusive le dió un aumento porcentual a Macri durante las últimas elecciones en Argentina pero, ¿qué pasa cuando las mayorías no caen en esos cuentos como estamos viendo en los últimos procesos insurreccionales?. En este momento, el pueblo boliviano impide que los representantes de las elites empresariales y militares den golpe al proceso de cambio y legitiman su elección en la barricada.
Replicando gran parte de las estrategias fracasadas por la derecha venezolana desde el año 2002, un grupo de empresarios cruceños encabezados por Luis Fernando Camacho sentenciaron la renuncia de Evo Morales el pasado sábado. El triunfo en las recientes elecciones de Bolivia del pasado 20 de octubre donde Evo Morales logró su cuarto mandato consecutivo por poco más de diez puntos de diferencia, no hizo esperar el grito en el cielo por parte de la oposición.
El sistema electoral de Bolivia establece que la/el candidato que obtiene más del 50% de los votos o que conserva un 40% y una diferencia de más de 10 puntos gana directamente sin necesidad de segunda vuelta. De esta manera, durante la noche del domingo 20 cuando faltaba por contar un 17% de los votos se interrumpió el conteo provisorio de transmisión rápida de actas -que no es un conteo oficial- el cual ya contaba con una tendencia a la alza a favor de Evo Morales. En segundo lugar estaba Carlos Mesa, quien fuera el ex vicepresidente durante el período de privatizaciones y rebeliones que se desataron en la conocida “Guerra del Gas” en la Ciudad de La Paz durante el año 2002. Y que, apresuradamente se proclamó ganador afirmando que habría segunda vuelta, como si su triunfo hubiera estado asegurado de antemano en el balotaje.
El martes siguiente de las elecciones, el conteo preliminar otorgó a Evo Morales un 46,85% y a continuación un 36,74% a Carlos Mesa. Se trata de una diferencia superior a los 10 puntos, como lo establece el sistema electoral, sin embargo, no contento con el conteo y sin argumentos que contrarresten esa información, Mesa denunció fraude electoral y rápidamente los aliados empresariales, de medios hegemónicos e injerencia internacional supieron hacer eco de sus reclamos y emprendieron su conocido camino de lobby para deslegitimar la elección de la mayoría boliviana.
Por su parte, Luis Almagro, el secretario general de la OEA, había comunicado previamente a los resultados finales al gobierno de Bolivia su “voluntad de colaborar de cara a una segunda vuelta”. Tras la presión internacional y la confianza en su proceso electoral, Evo Morales aceptó que la OEA participe del conteo exhaustivo que podría modificar los resultados establecidos, el cual, paradójicamente Mesa rechazó.
No hay Camacho sin Guaidó
Hasta acá, podría ser una historia conocida de elecciones en las que, tras la derrota, la oposición no reconoce el proceso electoral e intenta pujar, mediante operetas en las empresas de comunicación y organismos internacionales, legitimar una instancia de segunda vuelta. Sin embargo, la aparición de personajes que, hasta el momento no habían tenido participación directa de las candidatura, pero que si aprovechan la sensación de tensión social para construir su referencialidad puede marcar una diferencia. Así surgió Juan Guaidó en Venezuela y así hoy Fernando Camacho intenta aglutinar a los sectores más reaccionarios de la oposición y con esa minoría protagonizar la película que desde el año 2005 es del pueblo boliviano.
Camacho, es el titular del Comité Cívico pro Santa Cruz. Como era de esperar se trata de un empresario que perdió negocios millonarios en relación a la producción de gas en Santa Cruz tras la nacionalización de recursos naturales llevada adelante por el gobierno de Evo Morales. Tampoco sorprende al investigar un poco más que, Camacho esté mencionado con vinculaciones en los ‘Panamá Papers’ ni que sea uno de los mayores evasores de impuestos de Bolivia. Su visibilidad pública comenzó a resonar cuando sostuvo su discurso racista, machista y xenófobo contra Morales y su electorado logrando que sus propios seguidores lo llamen “Macho Camacho” de forma positiva. Tras esta construcción de personaje, desde el pasado 20 de octubre, Camacho era la persona para aprovecharse políticamente.
Sin ningún aval legal y mucho menos constitucional, pero sí con un show mediático sostenido por gran parte de los grupos empresariales, eclesiales y políticos de la Ciudad de Santa Cruz de la Sierra -históricamente opositora al gobierno del MAS- Camacho sentenció a Evo Morales con un plazo de 48 horas para su renuncia, la cual llevaría el mismo a la ciudad de La Paz. Si bien en su pronunciamiento llamó los militares a levantarse contra el Gobierno de Evo Morales y estimuló la realización de golpes violentos contra las institucione, Camacho recurrió a un discurs un poco trillado “estoy yendo con fe y esperanza, con una biblia en la mano derecha y una carta de denuncia en la mano izquierda. Dios vuelve a palacio en los próximos días, por ello me voy mañana por la tarde y tengo fe de que volveré a Santa Cruz con su renuncia firmada”, afirmó en su acto montado sobre el Cristo Redentor de la ciudad, sí, nuevamente el discurso religioso impactando en la política.
Por su parte, desde las ciudades del Alto y La Paz, organizaciones sociales y sindicales sostuvieron una jornada de guardia permanente en defensa del proceso electoral y del triunfo legítimo de Evo Morales. Durante la tarde del martes, cumplidas las 48 horas de sentencia, las y los habitantes del Alto impidieron que Camacho dejara el aeropuerto para dirigirse al Palacio de Gobierno donde entregaría su pedido de renuncia a Morales. Sus tweets, por donde se comunican los nuevos títeres, no tuvieron mayor repercusión que su número fijo de adeptos pero se sostienen en los focos de violencia que se replican en todas las ciudades mientras Santa Cruz se termina de constituir como territorio aislado. Queda la incertidumbre en saber cómo continuará intentando avanzar como así también si la estrategia del Gobierno Boliviano será ningunearlo hasta que pasen sus minutos de fama o judicializarlo por la serie de medidas anticonstitucionales y que incitaron a la violencia a través de los discursos de Camacho. Faltan aún 10 días aproximadamente para que la auditoría finalice y haga públicos los resultados y esa es la estrategia inicial de quienes apoyan el proceso de cambio. Por algo el dirigente de Santa Cruz intenta anteponerse a de esa fecha.
La culpa es de Fidel
Por otro lado, durante los últimos días se evidenciaron 16 audios de conversaciones donde se escucha presuntamente a dirigentes cívicos, políticos y militares actualmente en servicio pasivo y/o retirados, realizan un plan de agitación social, que tuvo su inicio antes del proceso electoral y que se mantenía despúes del 20 de octubre si el resultado no era favorable para ellos.
La totalidad de los audios y los informes se pueden encuentrar en el siguiente link:
https://bbackdoors.wordpress.com/2019/10/08/us-hands-against-bolivia-part-i/ y en el portal Postcuba se encuentra el resumen de los mismos, el contenido coincide con el discurso de autoridades de gobierno boliviano que denunciaron planes de golpe de estado. En las conversaciones se puede escuchar la mención a un expresidente de la república, al exprefecto de Cochabamba, Manfred Reyes Villa, al ex diputado cochabambino de NFR Mauricio Muñoz. A su vez, un informe escrito agrega a los exmilitares del Ejército Oscar Pacello Aguirre, Remberto Siles, Julio Cesar Maldonado y Teobaldo Cardozo.
Según la fuente, en uno de esos audios se identifica a la activista opositora Miriam Pereira haciendo referencia a Juan Flores, a su asesor Alex Brañez, Oscar Robles. Allí alerta de un viaje que realizaron a Estados Unidos para reunirse con el opositor Carlos Sánchez Berzaín y un presunto financiamiento de medio de millón de dólares para gastos de movilización. “El chulupi quiere sangre, en esto está trabajando, el financiamiento es por medio millón de dólares para sus gastos”, se la escucha decir enojada en una de las desgrabaciones.
En el informe “Embajada de EEUU en La Paz: Su accionar encubierto en apoyo al Golpe de Estado contra el presidente Evo Morales” se puede encontrar parte de las conversaciones de dirigentes políticos, cívicos y ex militares tras la coordinación del paro nacional cívico del pasado 21 de agosto; allí se encuentran también las estrategias de acciones previas y posteriores a las elecciones nacionales. A su vez, en uno de los audios se escucha presuntamente a Manfred Reyes Villa manteniendo una conversación con personas que no pudieron ser identificadas, pero que les advierte sobre el compromiso de los senadores estadounidenses Marco Rubio, Bob Menéndez y Ted Cruz para promover sanciones económicas contra Bolivia, si Evo Morales permanece en el Palacio de Gobierno.
A su vez, como en cualquier plan conservador de los últimos 60 años, advierten en las conversaciones a las personas movilizadas tengan en cuenta que el enemigo en Bolivia es Cuba planteando acciones de violencia frente a la embajada. “Mi coronel, tenemos que decir fuera cubanos, mueran cubanos. Los comités cívicos exigen a países internacionales, es estúpido; quien gobierna el país son los cubanos”, se escucha.