Contra la dominación patriarcal y la hegemonía del conocimiento, dos talleres del 34 Encuentro Plurinacional de Mujeres, Lesbianas, Travestis, Trans y No Binaries en La Plata en los que tuvimos mucho que decir: “Ecofeminismos” y “Ciencia y Tecnología”.
Por Mariana Fernández Camacho / Foto: Analía Cid
A simple vista, estos dos temas solo tendrían en común haber formado parte de la lista de ochenta y tantos talleres que se organizaron en el 34 Encuentro Plurinacional de Mujeres, Lesbianas, Travestis, Trans y No Binaries. Sin embargo ─y a pesar de los distintos perfiles convocantes y de habitar territorios opuestos─ las reflexiones que las ecofeministas y las científicas problematizaron en la ciudad de La Plata se podrían resumir en una idea: ¿qué lógicas de los feminismos pueden enriquecer las luchas por el ambiente y por la construcción de otro tipo de ciencia?
Los feminismos como campos históricos de saberes, como caja de herramientas, como un reservorio dinámico de estrategias y accionares políticos (individuales y colectivos) a la mano de cualquier batalla. La confirmación de mancomunar fuerzas a partir de la transversalización feminista, de tomar “tips” para avanzar y ganar derechos en los laboratorios pero también en los campos de siembra, para hacer más equitativos los mecanismos de publicación de papers y las relaciones de poder en las huertas.
Ecofeminismos
“Se le puso mucho el cuerpo a este tema hasta que entró”, dijo Adriana Monzón, educadora ambiental de La Plata, en la primera cita del taller sobre “Mujer y ecofeminismos”. El 34 Encuentro Plurinacional de Mujeres, Lesbianas, Travestis, Trans y No Binaries inauguró los debates sobre la relación entre la dominación masculina y patriarcal hacia las mujeres y hacia la naturaleza. Tanto cuerpo se le puso que finalmente la propuesta estalló de gente y tuvo que desdoblarse en otras aulas de intercambios.
Mujeres que con tonada de Anillaco (La Rioja) compartieron sus vivencias en tierras fumigadas, con hijes que muchas veces vomitan sangre. Desde la otra punta del mapa, las chubutenses nos convencieron de que el extractivismo minero no es la solución aunque haya distribución. Saladillo, Boulogne, Vicente López, Luján, Quilmes y CABA arengaron por una alimentación soberana y otros modos de consumo. Misioneras contra represas que dejan a barrios enteros sin luz para abastecer a las grandes empresas. Ituzaingó y Traslasierra (Córdoba), Andalgalá (Catamarca), San Luis y Santiago del Estero… luchas colectivas contra un sistema. Necesidad de generar organización y de identificar un mismo enemigo: el capitalismo patriarcal. Pensar desde los feminismos cómo hacerle frente a la destrucción de la naturaleza y la desposesión de los pueblos.
Con el almanaque clavado en el 12 de octubre, la figura de Berta Cáceres y el indispensable reconocimiento a la defensa de la pachamama de las mujeres originarias sobrevolaron las discusiones: “Somos responsables del mundo que les dejaremos a nuestrxs nietxs. Va a llegar
un punto de no retorno”.
Mujer, Ciencia y Tecnología
¿Qué ciencia queremos? Hacer ciencia desde los feminismos: ¿por qué? y ¿para qué? ¿Es lo mismo que una mujer o un hombre investiguen?… fueron algunos de los ejes disparadores que circularon en el taller “Mujer, ciencia y tecnología” que tuvo como sede dos aulas de la escuela Anexa de La Plata.
Mujeres que muestran eternas hojas de vida y títulos postdoctorales, pero a las que todavía les cuesta reconocerse como trabajadoras, con poder, para hacerse cargo de la urgencia de participar de la política pública científica, y acomodar sus conocimientos a la solución de
problemáticas sociales y locales.
Más del 60% de las que participaban del taller eran primerizas en esto de encontrarse con otras para planear juntas, para consensuar, para no sentirse tan solas. La Plata fue su primer Encuentro.
“Mal de muchas no es consuelo de tontas. Mal de muchas genera consciencia, sororidad y fomenta la lucha”, dijo una y todas aplaudieron. Porque las presentes conocían las anécdotas repetidas: las becas que se pierden por decidir maternar, los obstáculos que debieron sortear desde niñas para sostener sus vocaciones científicas, los modelos de competencia, las incompatibilidades que se inventan entre ciencia y militancia, los chistes machistas, las ingenieras que además tienen que servir cafés en reuniones académicas, y las misóginas evaluaciones que puntúan en función de producción. “Una vez me preguntaron qué había producido en el año 2014, porque no figuraba ninguna publicación en mi CV. ῾Produje un hijo῾, tuve que contestar”.
Dos días para desacralizar y politizar la ciencia y la tecnología. Para pensar cómo hacer feminismo en términos de contenido, pero también en términos de metodologías, en la manera de construir saberes de diferentes disciplinas.
Entre otras propuestas surgieron las ganas de formarse en humanidades en todos los niveles ─muy especialmente en las mal-llamadas “ciencias duras” ─; militar cupos de discriminación positiva (y acordar respuestas para los inevitables rechazos); consolidar formas de doctorarse que no impliquen siempre cruzar fronteras; y recuperar trayectorias de colegas investigadoras.
“Esta es una batalla cultural que tenemos que dar entre todas en todos los espacios. Hablemos con nuestrxs alumnxs, en las facultades, en las comisiones evaluadoras, en el CONICET. El sistema científico también lo hacemos nosotras”.
Campesinas y científicas reunidas en distintas aulas pero dando los mismos debates y aprendiendo las mismas estrategias feministas de visibilización y de lucha. Convencidas de la importancia de hacer mucho ruido para lograr hendiduras en la agenda política. Investigadoras y ruralistas pregonando la historia de organización colectiva que ofrecen los feminismos, la generación de redes y lazos como el único camino para ir contra un sistema. La capacidad del movimiento de mujeres para hacer circular la palabra y cuestionarlo todo… incluidas la ciencia y el buen vivir.
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