Ante las elecciones generales del 20 de octubre, la derecha y el imperialismo impulsan una ofensiva focalizada contra el presidente Evo Morales. Los logros económicos y sociales como consecuencia de las políticas gubernamentales no pueden ser ocultados.
Por Carlos Antón (*)
Ante ese hecho, las élites, nuevamente recurren a la campaña sucia, de tinte racista, que intenta desvirtuar que, más allá del liderazgo de Evo, es el pueblo trabajador y originario quien lleva adelante el Proceso de Cambio en Bolivia.
Con el xenófobo grito de “fuera los indios de mierda de Bolivia”, unos cientos de jóvenes blancos del departamento oriental de Santa Cruz atacaron, el 12 de septiembre, con piedras y palos las sedes del Movimiento al Socialismo (MAS), en la región. “No más collas, vamos a sacar a todos los indios de mierda de Bolivia, vamos a sacar a todos los collas de mierda de la patria”, vociferaba la turba, mientras destrozaba las instalaciones.
Superar cinco siglos de ultraje colonial y de racismo, como el expresado por esos jóvenes de la Unión Juvenil Cruceñista y el Comité Cívico de Santa Cruz es uno de los mayores logros de los sucesivos gobiernos encabezados por el presidente Evo, que apoyado en la participación política de las masas campesinas, indígenas y obreras, y usando las herramientas que otorga la Constitución surgida de la Asamblea Constituyente de 2007, avanzó contra la segregación y la violencia racial.
En 2007, el vicepresidente Álvaro García Linera afirmó en una visita a Canadá: “los indios en Bolivia han decidido ser actores políticos y tomar decisiones, este es el hecho político más importante de la historia republicana y que ha dado muerte al modelo neoliberal”.
La política de dignificación de los pueblos indígenas de Bolivia posibilitó su participación en el parlamento, la vigencia de una jurisdicción indígena campesina, el derecho a la autonomía, el autogobierno indígena y el reconocimiento de la plurinacionalidad del país. Pero durante todos estos años de gobierno del MÁS, se dio otro paso importante y la Confederación Obrera Boliviana (COB) está acompañando en unidad con los sectores campesinos y el gobierno el Proceso de Cambio.
Es esto lo que le duele a la burguesía boliviana y el imperialismo. Por eso están montando una campaña para deslegitimar al gobierno, acudiendo a las mismas recetas que se llevan adelante en Venezuela y otras partes del mundo donde hay gobiernos que se oponen a EEUU.
Imperialismo, incendios y golpismo
Bolivia integra el bloque regional de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA), un bloque frecuentemente atacado por el imperialismo, en especial a Cuba y Venezuela.
Desde 2008, cuando Evo expulsó al embajador norteamericano Golberg acusado de injerencia en asuntos internos, no existen relaciones diplomáticas entre Bolivia y Estados Unidos. Para EEUU, el gobierno del MAS es un gran problema. En abril de este año, los senadores estadounidenses, Cruz, Menéndez y Durbin impulsaron una resolución de su Cámara con el objetivo de presionar a su gobierno para que busque impedir que Evo Morales sea habilitado como candidato presidencial.
Esta nueva intromisión de Estados Unidos (EEUU) en la política soberana de Bolivia, fue rechazada por García Linera que expresó: “Les recordamos a esos funcionarios que EEUU, como potencia decadente, tienen muchos problemas internos y en vez de gastar sus recursos y tiempo en entrometerse en asuntos políticos de otro país, mejor se dediquen a resolver sus propios problemas”.
Incendios
Ante la caída en picada de las expectativas electorales de los candidatos de la oposición, el imperialismo y sus agentes están usando los incendios en la Amazonia, para incrementar la desestabilización.
La principal zona afectada es el Bosque Seco de Chiquitania, ubicado en el departamento de Santa Cruz. La histeria fomentada por diversas ONGs y los partidos de la oposición sobre este incendio contrasta con un hecho que poco se ha informado: los focos de incendio se redujeron en pocos días de 11 mil 500 a 1.360, como producto del trabajo de más de 4 mil personas, y el despliegue de 200 vehículos y cinco aeronaves.
Sin embargo, grupos opositores a Evo, han querido responsabilizarlo por la extensión de los incendios, al tiempo que lo señalan como “único culpable” de ellos, ante la supuesta ampliación de la frontera agrícola. En cambio, esos mismos actores le quitaron importancia o defendieron -como hizo el diario opositor, El Deber, de Santa Cruz- a los delincuentes apresados propagando el fuego. Con respecto a esto el presidente Evo Morales denunció el 30 de agosto que “Algunos grupos están pagando a los jóvenes para que vayan a incendiar y echarnos la culpa, no se puede entender eso, por razones políticas traer problemas”.
Esto podría quedar en un mero hecho policial, si no fuera que vanguardizando la campaña contra el gobierno se encuentra la ONG ambientalista Ríos de Pie fundada por Jhanisse Daza, miembro de la Human Rights Foundation (HRF). A su vez la HRF pertenece a la red Atlas Foundation, que son los mismos sectores que financiaron a grupos que impulsaron la destitución ilegal de Dilma Rousseff. Por otra parte, Jhanisse Daza, fue formada en la Escuela de Gobierno John F. Kennedy de la Universidad de Harvard. Y se considera además admiradora y persona cercana a Srdja Popovic, miembro del movimiento serbio Otpor que destituyó al presidente Slobodan Milosevic, en lo que se considera una de las primeras “revoluciones de color” del mundo.
Pero también nos encontramos acá con un viejo conocido. Juan Guaidó, (guarimbero, golpista y autoproclamado presidente encargado de Venezuela), que, siendo un joven estudiante universitario viajó en 2005 a Belgrado para recibir formación por parte de miembros de Otpor.
De todo este entramado se puede deducir con facilidad que las críticas a Evo en el tema de los incendios, tiene poco que ver con ellos y mucho con ensuciar la campaña electoral del MAS y desestabilizar al gobierno.
Elecciones: Profundizar el Proceso de Cambio o volver al neoliberalismo
El 20 octubre se realizará en Bolivia elecciones generales para elegir a 352 autoridades nacionales, presidente, vicepresidente, 36 senadores, 130 diputados, nueve representantes ante organismos supraestatales, cada uno con sus respectivos suplentes.
Las tres alianzas políticas que disputan la presidencia del país y que marchan a la cabeza en las encuestas, proponen dos visiones de país, de pueblo y de realidad internacional. Por una parte tenemos a quienes defienden los principios de lucha por la liberación nacional y social, el antiimperialismo, la igualdad y la democracia participativa y la emancipación latinoamericana expresada en el Movimiento Al Socialismo (MAS), la Central Obrera Boliviana (COB) y los movimientos populares. Defendiendo el neoliberalismo, la dominación e invasión imperialista y reivindicando los valores aristocráticos y oligarcas, tenemos a Comunidad Ciudadana (CC) con Carlos De Mesa Gisbert y Bolivia Dijo No (BDN) con Oscar Ortiz Antelo. Estas fuerzas hacen campaña explícita por la inmediata reanudación de relaciones diplomáticas entre La Paz y Washington. Inclusive los parlamentarios de BDN han pedido a Trump intervenir en Bolivia para impedir la candidatura Evo. Pero las diferencias con Evo y García Linera no terminan allí. Frente a Cuba y Venezuela, De Mesa y Ortiz se manifiestan opositores a los gobiernos de estos países en línea con la administración de Trump, y al mismo tiempo respaldan las políticas de Macri en Argentina y Bolsonaro en Brasil.
También en los programas económicos aparecen contradicciones antagónicas. Mientras Mesa y Ortiz se pronuncian por reanudar las relaciones comerciales con EEUU, impulsando los Tratados de Libre Comercio y reducir el papel económico del Estado, Evo defiende las políticas de defensa del mercado interno, la industrialización de las materias primas, el impulso estatal y la integración de América Latina y el Caribe para superar el modelo primario exportador basado en la venta de minerales, soja e hidrocarburos. Para avanzar hacia una sociedad democrática, con horizonte en el socialismo del siglo XXI, es imprescindible atravesar una etapa de consolidación del manejo nacional de los recursos genuinos del pueblo boliviano, y a la vez avanzar en mayores niveles de participación popular, y en el control de los resortes fundamentales de la vida económica nacional. La necesidad de estas tareas estratégicas, la velocidad en que se impulsan es un debate muy importante para las fuerzas revolucionarias en Bolivia.
Situación económica y social
La idea central fue (y es), en palabras de García Linera, “la construcción de un Estado fuerte, que regule la expansión de la economía industrial, extraiga sus excedentes y los transfiera al ámbito comunitario para potenciar formas de autoorganización y de desarrollo mercantil propiamente andino y amazónico.”
En estos últimos trece años, Bolivia viene creciendo entre el 4 y el 5%. La base en la que se asienta este desarrollo económico, inusual en América Latina, es la nacionalización y el control estatal de los recursos naturales y otras áreas estratégicas. En su artículo 349, la Constitución boliviana dice: “Los recursos naturales son de propiedad y dominio directo, indivisible e imprescriptible del Pueblo boliviano, y corresponderá al Estado su administración en función del interés colectivo.”
En cumplimiento de esto, el 1º de mayo de 2006 las Fuerzas Armadas ocuparon el campo de gas y petróleo San Alberto, el más rico del país y desde allí Evo anunció al mundo la nacionalización de los hidrocarburos, diciendo: “Llegó la hora, el día esperado, un día histórico para que Bolivia retome el control absoluto de nuestros recursos naturales”.
A partir de esa medida el Estado recibe del 82 al 85 % de las ganancias y entre el 15 y 18 % queda en manos de la empresa extranjera. Una medida similar se aplicó a la minería donde entre el 50 y 55 % queda en manos del Estado y del 45 al 50 % va para la empresa privada dependiendo del mineral que se trata: estaño, wólfram, plomo o plata. Al mismo tiempo, el sector eléctrico pasó enteramente a manos del Estado, en las telecomunicaciones, la mitad ha pasado a manos del Estado y los servicios de agua en su totalidad son estatales, porque estaban en manos extranjeras hasta la llegada del MÁS al gobierno.
La nacionalización de los hidrocarburos en Bolivia, realizada como parte de una estrategia de desarrollo nacional, contrasta con las muy limitadas estatizaciones realizadas en la Argentina durante la etapa kirchnerista, que no formaron parte de ninguna estrategia nacional, sino que se tomaron como una forma de “cubrir” lo que las empresas privadas no iban a hacer (como ocurrió en la empresa d Aguas Argentinas, en Aerolíneas, y con mayor gravedad en YPF).
Álvaro García Linera ha dicho que “Bolivia tiene dos motores: el motor del mercado interno y el motor del mercado externo, cuando el motor del mercado externo falla, como ha pasado en otros países de América Latina, la ha mantenido el motor del mercado interno para que la tasa de crecimiento continúe así”.
Para que ese mercado interno funcione y sea parte del crecimiento fue necesario redistribuir la riqueza, lo que permitió sacar a la población de la extrema pobreza y de la pobreza. Medidas que sin duda son de obvia justicia social, pero que también son económicamente importante. Hay que considerar que cuando el MAS llegó al gobierno cada diez bolivianos, cuatro eran extremadamente pobres y seis eran pobres; ahora ha pasado a ser un país con un 30 % de pobreza, con un 15 % de pobreza extrema. Y el Gobierno se propone que para el año 2025 esta tasa llegue a un 7 %. Otras medida importante para atacar a la pobreza fue el incremento del salario mínimo que pasó de 50 dólares en 2006 a 300-306 dólares, en la actualidad, que aún cuando sigue siendo un salario básico mínimo, se ha multiplicado por cinco y un poco más.
Paralelamente el Estado lleva adelante políticas de industrialización en distintas áreas, es decir ya no se trata simplemente de extraer los minerales como tierra, sino también industrializarlos.
Todas estas medidas y otras más llevan al Gobierno a estimar que la economía crecerá en 2019 a una tasa del 4,7% lo que supone liderar el crecimiento económico de los países de la región.
En el ámbito del sistema financiero con la llegada de la dupla Evo-García Linera se logró la bolivianización del sistema financiero que permitió combinar el bienestar macroeconómico con el bienestar microeconómico de las familias, algo diferente a lo que sucede en Perú, Colombia o Paraguay, que sólo pueden presumir de buenos indicadores macroeconómicos, y muy diferente de Argentina, que no disfruta bienestar macro ni microeconómico.
En el caso de las reservas del Banco Central de Bolivia aumentaron 1174 (2005) a 8008 millones de dólares en la actualidad. Y los créditos productivos se multiplicaron por diez, llegando además la inversión pública a ser del 11% del PBI (2018), también la primera del continente. Y un dato descollante en América Latina: tres cuartas partes de la inversión pública se financia hoy con recursos internos. De esta manera luego de catorce años de importantes obras en todas las regiones del país, la deuda pública externa de mediano y largo plazo ascienda sólo a algo más de diez mil millones de dólares, representando un 23.6% del PBI.
En este punto es importante destacar, que mientras todo lo descripto sucede en Bolivia, en Argentina la deuda pública en diciembre de 2018 era del 97,7% del PBI. A lo que se le suma una economía dolarizada, empresas públicas en manos extranjeras, pobreza y extrema pobreza en aumento, etcétera, y todo esto con el beneplácito del FMI.
Un logro fundamental, y que tiene proyecciones estratégicas profundas, es la reducción del analfabetismo que pasó del 73% en el año 1950, 20% el año 1992 al 2,4 % en la actualidad, superando por lejos el estándar que pide Naciones Unidas (8%) para establecer el mínimo necesario en las sociedades actuales.
Dijo Eduardo Galeano sobre Bolivia: “El mundo se divide, sobre todo, entre indignos e indignados, y ya sabrá cada quien de qué lado quiere o puede estar. Bolivia es un país con una muy demostrada capacidad de indignación y por eso, a más de ser digna y ser amada, esta nación merece la admiración de todos”.
La COB apoya la candidatura de Evo presidente
El 9 de abril de 1952, el pueblo minero, obrero y campesino derrotaron al Ejército de la oligarquía e iniciaron la gran revolución, cuyos hitos históricos cambiaron el rumbo del país. Ocho días más tarde, el 17 de abril se fundó la Central Obrera Boliviana que es uno de los logros de la Revolución de 1952, que perdura con el tiempo.
Durante los primeros años del gobierno del MAS, la COB, mantuvo una política crítica que fue cambiando a medida que la derecha cruceña y el imperialismo redoblaban los ataques contra el gobierno. En el XVII Congreso de la Central Obrera Boliviana (COB), ser resolvió apoyar la Revolución Democrática y Cultural y el Proceso de Cambio, así como la candidatura presidencial de Evo Morales.
La decisión del Congreso de la COB significa, al mismo tiempo, el fortalecimiento de las organizaciones sociales y populares agrupadas alrededor del Pacto de Unidad y de la Coordinadora Nacional por el Cambio (CONALCAM), convertidas en los soportes políticos fundamentales del gobierno del Movimiento Al Socialismo (MAS) en más de una década. Forman parte de CONALCAM los campesinos, las mujeres campesinas, los colonizadores o interculturales, los indígenas de tierras altas y bajas, las juntas vecinales, los cooperativistas y los trabajadores de distintos sectores.