“Al principio todo estaba en suspenso, en silencio, inmóvil, callado. Nada había sido creado, solo existían un mar quieto y un cielo calmo. Todo era oscuro. Los dioses zoomorfos Gucumatz y Hurakan, «corazón del cielo» decidieron alumbrar y poblar la Tierra y crear el mundo, los árboles, las llanuras, la vida y las personas. Así dijeron: «¡Que el agua se retire! ¡Que se llene el vacío! ¡Que surja la Tierra!». Y así fue: crearon el día y la noche, de las aguas azules crecieron las montañas, los valles, las quebradas, los llanos, la jungla, los ríos, los arroyos, los lagos.”
Popol Vuh
Se realizó en La Plata, la onceava Mesa de Feministas del Abya Yala en el marco del 34 Encuentro Plurinacional de Mujeres, Lesbianas, Travestis, Trans y No Binaries. Se trató de la asamblea más grande en su historia de los encuentros donde intervinieron más de cincuenta hermanas de distintas procedencias y luchas.
Por Ana Paula Marangoni | Foto: Analía Cid | Drone: Julianite
Desde el centro de la plaza, desde una glorieta circular, desde el círculo que congregaba a multitudes atentas, manaban las voces provenientes de distintas regiones del Abya Yala, que es el nombre que se le dio a nuestra América en la antigua lengua Kuna, pero que también significa tierra floreciente o tierra madura.
“Así que levantemos nuestro fuego, distribuyamos nuestras velitas, allá, donde sale el sol, donde vienen nuestras ancestras, esos caminos territoriales que han venido de las diferentes montañas, de donde sale el sol. Levantemos nuestra fuerza el sol, a nuestra fuerza energética. Gracias una vez, gracias dos veces, gracias tres veces por esa energía del sol.”
El sol se encontraba en el cénit, y por un momento, una aureola de arcoíris de enorme magnitud lo envolvió. Agobiadas por el calor y enardecidas por las palabras de las referentes que brotaban como ríos, pudimos levantar la vista y sentirnos bendecidas por la tierra. El tiempo se hacía añicos y parecían unirse en un mismo instante el pasado, el presente y el futuro de luchas tan diversas y distantes que confluían en una sola, en el centro de esa plaza, en esa tarde de domingo.
“Nuestro fuego está encendido. Nos acuerpamos de donde sale el sol. Y todas vinculémonos con la protección ancestral de nuestra ancestra: Sol.”
Fue una asamblea, fue una ceremonia, fue un ritual, fue aquelarre, fue trueno de voces que parecían brotar de las profundidades, desde las gargantas de tantas generaciones y desde tiempos inmemoriales. Fuimos cuerpos que temblábamos de rabia, de emoción, de alegría, cada vez que una oradora se pronunciaba. Las frases eran contundentes y calaban hondo, iban tejiendo colectivamente una memoria ancestral de mujeres, lesbianas, travestis, trans, no binaries, identidades múltiples que confluyen en el feminismo y a la vez lo exceden. Se tramaba una historia de resistencia de los cuerpos más castigados por el capitalismo, con las particularidades que adquieren el colonialismo y el racismo en nuestro continente. Surgía la memoria de Berta Cáceres, Marielle Franco, Macarena Valdés, las niñas de Guatemala, Diana Sacayán, Lohana Berkins y de tantas que fueron perseguidas y asesinadas por defender su tierra, su identidad, el derecho a ser respetadas, a ser visibles, a existir y a desear.
“Levantemos esas vidas, hermanas. Levantemos ese corazón, esa energía, ese viento que nos está acompañando. Levantemos nuestras manos diciendo: nosotras también estamos presentes en la lucha, ahora y siempre.”
Es difícil escribir sobre una experiencia tan potente y transformadora. Las lenguas pre hispánicas, en su mayoría orales, sabían lo que pasaba cuando las palabras pasaban al papel. Por eso, para los pueblos originarios, la palabra, la memoria, el alma y el cuerpo son la misma cosa. Y la palabra, para los pueblos antiguos, no es individual. Cuando se dice, se actualiza la memoria de saberes que van transmitiéndose de generación en generación. La vida humana es siempre colectiva, y está atada a los destinos de la tierra. La naturaleza vive en los pueblos, según las antiguas leyendas. Por eso, escribir sobre lo vivido en la asamblea, es retomar apenas algunos ecos de un rito que transformó a todas las que estuvimos presentes.
“Vamos a llamar a nuestras ancestras, a ellas, a las que abrieron camino en el norte. Y encendemos su luz, y nos distribuimos nuestras velas, nuestra luz que traemos. Donde sale el sol, hermanas. Allá donde están haciendo la limpia también, y donde este territorio está siendo limpiado de esas trasnacionales de muerte, está siendo limpiado de esos genocidios, está siendo limpiado de esos feminicidios.”
¿Cómo se vive en un cuerpo racializado? ¿Cuánto sufre un cuerpo de negra, de india, de villera, de migrante, de travesti, de lesbiana? Sin embargo, nunca se trató de un encuentro catártico. Quienes alzaban su voz, evitaban el lugar común del lamento y la victimización. Estaban presentes para decir otra cosa. Su mensaje era profundamente político: estos cuerpos, son cuerpos en resistencia.
La asamblea tuvo una pluralidad de voces y experiencias, pero había hilos que aunaban las conferencias: la expulsión de los pueblos originarios de las tierras; el extractivismo y todos los modelos económicos que destruyen al planeta; la explotación de un sistema capitalista que vulnera y desprecia a las clases trabajadoras; la violación a los derechos humanos por parte de gobiernos neoliberales; la discriminación, la persecución política, la tortura y la violación a mujeres e identidades disidentes, fueron algunas de las preocupaciones que recorren nuestra América Latina. El feminismo se torna herramienta para articular distintas experiencias de resistencia, eje de fuerza y unidad necesarias para lograr una vida digna y plena en el presente.
No faltaron los elogios a la lucha por la legalización del aborto en Argentina, y el modelo que representa para cuerpos gestantes de la región. Fuimos cuna de compañeras de distintas latitudes, y fuimos el abrazo que reconforta y que luego nos ayuda a seguir, cada cual en su batalla, pero más juntas que nunca.
La Asamblea de Feministas del Abya Yala, que comenzó a realizarse desde 2008, fue uno de los momentos más florecientes y multitudinarios del encuentro de La Plata. Parte de la vasta concurrencia se debió a la enorme movilización por el cambio de nombre. Las voces disidentes y plurinacionales se hicieron presentes con toda su fuerza en este encuentro, y se hicieron oír con la potencia del fuego, del agua, del aire y de la tierra.
Nota: los fragmentos intercalados en la crónica forman parte de la ceremonia que presidió Lolita Chávez (Feminista Comunitaria, defensora territorial integrante del CPK, Consejo del Pueblo Maya K´ICHE´, de Ixim Ulew, Guatemala) durante la apertura de la Asamblea, realizada el domingo 13 de Octubre en la Plaza San Martín de La Plata, durante el Encuentro Plurinacional de Mujeres, lesbianas, travestis, trans y no binaries.