Marchamos porque cuando nos juntamos, la furia de nuestras muertas caminan a nuestro lado. Son hileras de demandas que pisan fuerte y que hacen historia. Un Encuentro con mirada regional en año electoral pero que es mucho más que la coyuntura. Somos luchadoras sin fronteras.
Por Redacción Marcha / Foto: Analía Cid
Marchamos porque cuando nos juntamos, la furia de nuestras muertas caminan a nuestro lado. Hileras de demandas que pisan fuerte, con una sola idea en la mente, que el macho sólo mata cuando está en soledad, que se esconde porque sabe que a dónde vayan los iremos a buscar. Si los talleres son el corazón del Encuentro, la marcha es su cerebro. Y está preparado para gritarle a la historia sus demandas. Que son políticas y colectivas.
La 34 edición del encontrarnos se realiza en La Plata y se espera multitudinaria. Hoy con la marcha se llegará al momento donde la construcción de décadas del movimiento feminista se vuelve, finalmente, visible para los poderes conservadores. La cita será desde las 17 en Avenida 1 y Avenida 60 e irá, en su recorrido oficial hasta el Estadio Único y en su recorrido plurinacional y disidente se acercará a la Plaza Moreno donde está la Catedral.
Atravesado por los debates en relación a la identidad de la lucha y a como mencionamos la acción política más importante del año, la marcha del Encuentro interpelará la agenda histórica: contra los femicidios y contra todas las violencias; contra los travesticidios y transfemicidios y en repudio de los crímenes de odio. En favor de la vida de las Defensoras de Derechos Humanos en una región atacada por el fascismo y los conservadurismos asustados. En La Plata marchamos por justicia para Johana Ramallo y por todas las torturadas y desaparecidas por la trata de personas para la explotación sexual. Marchamos contra normalizar que la expectativa de vida de las travas sea de 35 años y porque no estamos todas, faltan las presas.
El Encuentro no solo denuncia y visibiliza, también es la convergencia de un sin fin de propuestas que buscan ir más allá de la demanda. El arco es amplio y recorre diversos aspectos: el fortalecimiento de los sindicatos y la necesidad de romper con los liderazgos patriarcales y la lógica de machos, así como de hacer lugar en las conducciones para mujeres y disidencias; la garantía de derechos de las migrantes; la soberanía alimentaria y energética; el derecho a tener infancias libres, la necesidad de implementación de la ESI en las escuelas, la legalización del aborto y el acceso a salud sexual y reproductiva en todo el país; la ampliación del presupuesto estatal destinado a políticas de género e inclusión y la implementación del cupo laboral trans; la ampliación de derechos laborales y la distribución de las tareas domésticas y de cuidado; el ejercicio de la plena libertad para los cuerpos y elecciones disidentes.
Sabemos que los Encuentros frenan el tiempo y la cojuntura por tres días. Sin embargo, este año, la mirada atenta a la situación del Ecuador no permitió una permanemte abstracción. Las hermanas de los pueblos indígenas están dando la lección de rebeldía al neoliberalismo que todas estábamos esperando. Miles se mantienen en las calles a pesar del toque de queda y la militarización de Lenin Moreno. En paralelo, del lado oriental del mundo las mujeres kurdas resisten a la guerra impuesta por Turquía, luego de que Donald Trump anuncie el retiro se las tropas de Siria habilitando la operación militar turca contra la autonomía del pueblo kurdo.
Es el plan de un sistema de muerte, son ellos contra nosotrxs. Centroamérica, el laboratorio de experimentación militar lo demuestra. Políticas extractivas extremas, asesinatos y persecuciones sistemáticas a las defensoras durante los gobiernos conservadores se lavan de cara. Una necropolítica que tiene a los cuerpos feminizados como botín de guerra. Pero todo tiene su respuesta, ante la hostilidad las mexicanas dijeron basta y respondieron ante la muerte con más color. Una marea brillante recorre Nuestra América y el mundo, en Argentina hace 34 años que irrumpe en cada territorio donde la desigualdad y la violencia se hacen costumbre. Esta vez, en territorio Querandí lo volvemos a afirmar, somos históricas, luchadoras, sin fronteras.