El Senado italiano expulsó ayer a Silvio Berlusconi por su condena por fraude fiscal. Su fuerza política abandonó el gobierno y él enfrenta nuevas condenas penales. El comienzo del fin para el ex hombre más poderoso de Italia.
“Este es un día de luto para la democracia y la libertad”, tronó Silvio Berlusconi desde un escenario improvisado frente a su casa en Roma, ante un centenar de seguidores que se juntaron allí luego de que la Cámara alta italiana aprobara su desafuero. “Brindan porque han llevado a un adversario, a un enemigo, según dicen algunos, ante un pelotón de ejecución, lo que habían esperado desde hace 20 años. Por eso hoy están eufóricos. Pero no creo que con hayan vencido definitivamente al partido de la democracia y la libertad ”, arengó luego.
El viejo caudillo conservador vio como uno a uno iban siendo rechazados los nueve pedidos que sus correligionarios habían interpuesto para evitar que se le aplique la tan temida ‘Ley Severino’, que prevé que ningún legislador pueda seguir cumpliendo su cargo luego de recibir sentencia firme en la Justicia. Se acabó la inmunidad parlamentaria entonces para el magnate de los medios que debe aún enfrentar tres procedimientos en última instancia -por prostitución de menor, abuso de poder y coimas-, y durante los próximos seis años no podrá volver a candidatearse. Con el dictamen de ‘decadencia’ de su condición de legislador, Berlusconi puede ser arrestado, aunque la hipótesis resulta poco probable ya que le fue sustraído el pasaporte y no ha dado indicios de querer fugarse.
Il Cavaliere fue condenado hace cuatro meses por fraude fiscal tras un larguísimo juicio por la evasión de impuestos sobre la importación de derechos televisivos sobre una serie de películas norteamericanas que su imperio comunicacional, Mediaset, había adquirido en el extranjero. La Justicia corroboró que parte de esos derechos nunca fueron comprados efectivamente y que en realidad se utilizó la empresa como pantalla para defraudar al sistema impositivo italiano por millones de euros. La condena a cuatro años de prisión por aquella causa fue rebajada a un año de servicios sociales por su avanzada edad. El empresario, de 77 años, deberá cumplir su condena ya sin atenuantes, y las instituciones habilitadas para llevar a cabo este tipo de condenas se pelean para tener al reo VIP en sus proyectos. Una huerta para ancianos en Milán, un establo dedicado a la terapia de niños discapacitados en Florencia y hasta una escuela de payasos que trabaja con hijos de mujeres privadas de su libertad en Nápoles contienden hoy por los servicios el ex primer ministro italiano. “Nos hizo reír con sus estupideces durante veinte años ahora que venga a hacer reír a quienes lo necesitan”, dice uno de los entrenadores de payasos en la TV italiana.
El fundador del ‘partido de la empresa’, vio llegar lentamente su ocaso luego de que los demás líderes europeos le soltaran la mano hace dos años, crisis que estalló en la caída de su gobierno y la llegada de un Ejecutivo de tecnócratas guiado por Mario Monti. Cuando parecía haber llegado ya el fin de su enorme poderío político comenzado en 1994, las elecciones de febrero pasado le restituyeron un rol protagónico en el confuso panorama político italiano, logrando un empate técnico ante el centro-izquierdista Partido Democrático (PD). A partir de allí, Berlusconi volvió a ser la aguja de una balanza inestable en Italia, sumida en una profunda crisis económica y sin poder ejecutivo durante varios meses. La solución se presentó con la conformación de un gobierno mixto entre el PD y la coalición liderada por Il Cavaliere, el Pueblo de la Libertad (PDL), con Enrico Letta como premier y el ex brazo derecho de Berlusconi, Angiolino Alfano, de vice.
Pero la condena definitiva del primero de agosto pasado ensombreció su liderazgo, de tal manera que la centro-derecha estalló en varias particiones ante la insistencia de Berlusconi de utilizar sus fueros para evitar el cumplimiento de la condena. El martes, un día antes de la votación de su desafuero, su partido, Forza Italia, anunció el retiro de la coalición que apoyaba al gobierno, que quedó así a sólo 7 senadores de perder la mayoría en el Parlamento. Hasta el fiel Alfano adhirió a la creación de Nuevo Centroderecha, la formación que junto con el PD sostiene el débil Ejecutivo italiano.
Los antiguos aliados de siempre se atrincheraron en defensa del hombre que marcó los vaivenes de la política italiana durante dos décadas: la xenófoba Liga del Norte, Forza Italia y el mismo Nuevo Centroderecha votaron en contra de la expulsión de Berlusconi. Sin embargo, el PD, el Movimiento 5 Estrellas –la gran sorpresa de las elecciones de febrero-, la Elección Cívica de Mario Monti e Izquierda y Libertad lograron sumar más escaños, en una votación que por primera vez los vio juntos enfrentados al conservadurismo.
Un cambio ‘epocal’ en la política italiana que sin embargo no borra casi nada de la herencia de veinte años de berlusconismo. Ante la crisis económica, el gobierno logró obtener el voto positivo del presupuesto 2014, que prevé nuevos recortes al estado social y ajuste para el saneamiento del déficit. Una ley acordada originalmente con el mismísimo Berlusconi, que luego votó en contra a causa de las enmiendas que el centro-izquierda logró imponer. La decadencia de un símbolo, que sin embargo perdura en la estructura misma de la política y la economía italiana.