Entrevista a la filósofa Isabel Rauber. A días de las elecciones en Bolivia la investigadora de los movimientos sociales bolivianos reflexiona desde sus experiencias y recorridos.
Por Luis Hessel
Isabel Rauber es filósofa y educadora popular, desde hace décadas se dedicada a la investigación en los movimientos sociales y a las posibilidades de construir alternativas de vida en comunidad opuestas al domino del capital. Quien se haya topado con sus textos sabe que son una incitación al combate. Pero no para la toma del poder, sino para el empoderamiento de nuestros pueblos, la democracia raizal y la batalla cultural, porque como dijo Simón Rodríguez “o inventamos o erramos”.
¿Cómo te vinculaste a Bolivia, al proceso, a sus luchas?, ¿cómo nació tu relación con el país?
Bolivia ha sido siempre para mi parte de los procesos a seguir, como un país a mirar. Al igual que Paraguay. Son dos países que siempre me llamaron mucho la atención, tal vez por la mala fama entre comillas de ser atrasados. Es como que no me cerraba mucho esa historia entonces cada vez que he podido me he acercado a ver en esos países cómo estaba la cuestión social y política. Cuba también, pero por otros motivos, por el Che, por la revolución… y son como imanes; y Bolivia doblemente, después de la gesta del Che en Bolivia, pero hay que recordar la revolución de 1952, los levantamientos mineros… Bolivia ha sido muy fuerte siempre para mí, un proceso a seguir.
Entonces hace muchos años tipo ´89, ´90 y ´91 estaba haciendo los estudios de recorrido por el continente empezando a estudiar los movimientos sociales pero buscando los nuevos actores. Tal vez la pregunta que suena de propaganda sería “¿a dónde está el sujeto?”. Vamos a recordar que era la época en la que el posmodernismo decía que el sujeto había desaparecido, en tanto sujeto político de la transformación, y la izquierda latinoamericana y mundial y en general la partidaria estaba muy en baja por el derrumbe del campo socialista mundial, ya no había vanguardia, qué pasaba con el marxismo… Entonces yo después de haber estado en algunos congresos y eventos decidí que la cuestión era que había que salir a buscar al sujeto en un continente que estaba lleno de movimientos sociales y que resistían. No podía ser aquello de que el sujeto ha desaparecido. Y así me puse la mochila al hombro casi literal como te digo con un pan y una botella de agua a recorrer el continente y uno de esos países seleccionados fue Bolivia.
Pero no es solo el país sino a quién buscar dentro del país; y yo buscaba a los mineros, a los cocaleros y a las mujeres campesinas y son los tres actores fundamentales con los que yo me relaciono; y estoy hablando del año ´91. Después ya de varios viajes me contacté con los mineros, con la COB (Central Obrera Boliviana), con las mujeres del movimiento Bartolina Sisa y me acuerdo que visité la Federación del Trópico de Cochabamba y ahí me contacté con los cocaleros del Chapare. Me llamaban mucho la atención sus luchas y quedé encantada cuando los conocí. Y a través de ellos tuve contacto con Evo y también con muchos referentes indígenas como Felipe Quispe que era de la zona de La Paz que estaban todos en el proceso de lucha y organización.
Evo con esa impronta de los cocaleros me llamó mucho la atención porque yo veía ahí un gran germen -con fuerza- de emergencia de nuevos actores que iban a integrar un nuevo sujeto político y social colectivo. Y así lo publiqué en mi libro “Proyecto, sujeto y poder” que es de principio de los 90. Y allí, en una parte donde hablo de los sujetos, hablo estrictamente de los cocaleros como ejemplo de los nuevos sujetos de América Latina, Pero no como “el sujeto” porque los posmoderrnos andaban buscando movimientos sociales para transformarlos en sujetos, yo eso nunca lo compartí porque lo que estaba constatando era la fragmentación de la clase obrera y la atomización del mundo del trabajo y por consiguiente de los trabajadores y las trabajadoras y de lo que era considerado hasta hace poco el sujeto histórico que era la clase obrera. Si la clase estaba fragmentada la cuestión no era salir a buscar que fragmento era ahora “mi nueva vanguardia”; eso yo no lo compartía. En Argentina se dijo eso mismo de los piqueteros, que eran el nuevo sujeto. Los posmodernos siempre estaban buscando el nuevo sujeto en vez de ver la realidad que era la atomización de los trabajadores y por lo tanto la multiplicación de sus referentes sociales y la orfandad de un referente político que se haga cargo de trabajar en la articulación de la realidad de la clase. Eso para mí fue la clave y esa hipótesis la fui comprobando en todos los procesos y Bolivia marcó un punto muy importante.
De Argentina tuvo peso en los ´90 el proceso de la CTA y su articulación con los desocupados, con los indígenas, con el movimiento cultural y de la producción. Ha sido impactante porque yo buscaba eso, la articulación del movimiento de los trabajadores para la construcción de un sujeto colectivo. Los casos de Bolivia y Argentina marcaron mucho mi pensamiento, al igual que en Brasil, el proceso del MST (Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra); en República Dominicana el movimiento barrial COPADEBA (Comité Para la Defensa de los Derechos Barriales), que me marcaron también por no haber podido lograr la articulación. En Argentina se logró en un momento y después derrapó por razones históricas, en Brasil no se pudo lograr porque el divorcio del PT (Partido dos Trabalhadores) con los movimiento sociales terminó como terminó… en Dominicana no se logró porque los partidos de izquierda no se querían juntar con el movimiento barrial; no se dieron cuenta que hay que trabajar con la realidad que tenemos y no con las que difundían ciertos manuales. En Bolivia la articulación se logró y se tradujo en un instrumento político electoral.
El proceso boliviano es todavía un proceso abierto, en movimiento y lleno de tensiones ¿cuál es tu valoración general? ¿Cuáles son los logros y las críticas que tú le podrías realizar al MAS?
Mi libro “Movimientos sociales y Representación Política” parece la predicción de la presidencia de Evo. Yo ni me imaginaba que Evo iba a ser presidente, pero eso evidencia muy fuerte la tendencia que se vivía en ese momento. Y si un proceso logra una maduración yo voy a estudiar ese proceso de maduración porque es lo que me indica que eso se puede hacer. Todo el proceso de la guerra del gas y la guerra del agua fue muy importante en cuanto a la articulación. Insisto en esto porque yo no buco el nombre de una persona sino cómo poder lograr un sujeto colectivo y ahí se logró, en Bolivia. Se logra con el MAS (Movimiento al Socialismo) y sin diluir a los movimientos sociales. De ahí lo importante de construir una herramienta política que en su proyección articule sujetos sociales que no se diluyen ni se disuelven en el instrumento político partidario. Es la constatación de que lo social y lo político se pueden conjugar sin negarse el uno al otro, el famoso “salto a lo político” no tiene nada que ver con dejar la pertenencia social, eso es una cuestión muy importante porque había otras experiencias en las que los referentes sociales debían dejar de ser parte del movimiento social para pasar a ser miembros de un partido político.
Entonces, que haya un proceso que por lo menos no lo haga así, es muy importante para pensar teóricamente las alternativas; ese es un gran aporte de Bolivia.
Segunda cuestión ¿cómo hacer para que lo electoral no termine siendo la muerte del proceso? Porque si levantamos la vista y miramos cinco años para atrás vemos que, en muchos casos, lo electoral terminó siendo la tumba del proceso. En el caso de Bolivia no ha sido así hasta ahora. ¿Qué quiere decir ese hasta ahora? Hay un pensador boliviano que ya había alertado sobre esto, que es René Zavaleta Mercado, él decía que el sujeto, como su consciencia y su ideología, se van formando históricamente o sea que la dialéctica no es unidireccional. Esto significa que si se constituye también se puede deconstituir porque las condiciones van cambiando y si no hay un trabajo político, organizativo, que modifique las coordenadas para que la articulación se mantenga, eso que fue ayer posible hoy se puede destruir. Y la gran amenaza es que los sectores vuelvan al corporativismo. Yo creo que en el caso de Bolivia no se ha dado esto de forma tan taxativa pero en cierta medida el logro del gobierno de Evo pasado el primer gobierno y la Constituyente resuelve algunos problemas que estaban en la base de la posibilidad de colectivización de la subjetividad, pero eso se debilita y hay un resurgimiento de tendencias corporativas de los mismos cocaleros, con los reclamos sectoriales, con bloqueos de carreteras; ocurren los grandes paros de los médicos y los enfrentamientos mineros, con ese conflicto tan grande que hubo en Huanuni. Para mí lo más terrible fue la matanza entre mineros, el propio sujeto dividido y enfrentado por cuestiones que nada tienen que ver con sus intereses de clase. Yo fui hasta ahí para ver la situación, para hablar con los mineros, para ver cómo era la cosa y digo que se te paran los pelos… Hay que estar a más de 4000 metros de altura donde no tenés conexión con nada, donde está tu pueblo, la mina y una cinta asfáltica para llevarte luego de no sé cuántos kilómetros a otro pueblo… no tiene nada que ver con la imagen del lugar urbano común. Está el tema de los retenes, de cómo sacar el resultado de la minería, que fue parte del origen del conflicto que irracionalmente terminó con mineros de un lado matando a mineros del otro. Eso me ha marcado mucho; y después el bloqueo de los cocaleros pidiendo reivindicaciones. Y el gasolinazo, aunque esto fue por una medida del gobierno anunciando un gran aumento de la gasolina.
Después ocurrió lo del TIPNIS (Territorio indígena y parque nacional Isiboro-Sécureque), es una reivindicación de los cocaleros y que no nos podemos negar a la conectividad; una carretera es una conectividad y quien conoce Bolivia sabe que es un país que está fragmentado geográficamente. Por la topografía del país solo una parte está articulada y la otra no. Entonces la carretera impulsa el comercio, el desarrollo y es algo grandioso pero, ¿por qué tenía que pasar por ese lado? Son dos discusiones y al mezclarse y al ningunearse a una parte de los sujetos, ahí se comienza a cometer un error político y social muy grave. El error del gobierno es de no consultar con las poblaciones del lugar y no fueron consultadas porque “técnicamente” se decidió que la carretera tenía que pasar por ahí. Ese “técnicamente” es la muerte de la política, es la amenaza más grande que está en todos los ministerios y estructuras del Estado, que se heredan como forma de funcionamiento y que hay que modificar de raíz. ¿Necesitamos los equipos de asesores? Por supuesto, pero estos tienen que trabajar conjuntamente con la población. Y eso es clave porque una decisión puede ser técnicamente correcta y políticamente inviable. ¿Y qué pasó después con el TIPNIS? Hubo mucha discusión y se demostró que era política y socialmente inviable y hoy de esa carretera ya no se habla; de tan importante que era ya no va a haber carretera, como dijo Álvaro García Linera aquí en el Centro Cultural de la Cooperación, por lo menos por cincuenta años no se va a poder tocar el tema. Fíjate la dimensión del error. Una medida que realmente puede ser válida pero que enfrentó a los cocaleros con los habitantes del TIPNIS que son comunidades indígenas. Si uno no hubiera estado ahí y hablado con la gente no podría creer el enfrentamiento entre pueblos indígenas originarios, unos de los zona del Chapare y otros de la zona del TIPNIS, que tienen modos de vida diferentes pero claridad sobre que hablando es como se solucionan las cosas. Yo creo que han sido errores del proceso que han dejado grandes enseñanzas y tal vez algunas secuelas. La historia es muy caprichosa y las secuelas no siempre se ven en lo inmediato. Yo no me considero crítica de ningún proceso y mucho menos de un proceso donde no vivo como es el caso de Bolivia, puedo si tener una mirada crítica pero con la modestia de saber que yo no estoy poniendo el hombro ahí.
Esas son mis dos críticas; una en lo que hace al Estado porque puedes colocar allí a gente de izquierda, con gran historia, pero ¿una institución va a ser de izquierda porque sus representantes sean de izquierda? ¡Macana! Eso no es así. La institución debe transformarse de raíz que no quiere decir de inmediato; abrir procesos de democratización, de participación, de involucrar a la ciudadanía en las decisiones del Estado, abrir el proceso para orientarlo a un co-gobierno de la ciudadanía con el Estado. La participación es una cultura que hay que aprender. Los que dirigen y creen que pueden prescindir del pueblo porque piensan que el pueblo no sabe; y los del pueblo que creen que no saben, pero en realidad saben mucho. La pregunta es; ¿hay una tendencia donde efectivamente se observa que el Estado se abre hacia lo participativo? Yo te digo que no. Hay mucho discurso. Y sí hay algunas experiencias importantes sobre todo en el gobierno, como se llevan a cabo, por ejemplo, diputaciones participativas.
Y por otro lado está el tema del sujeto colectivo, donde noto que en la relación MAS – partido y organizaciones sociales se perdió una cierta delimitación necesaria. Por un lado, la falta de cuadros formados políticamente hace que se saquen los cuadros de las organizaciones sociales, cuestión que no es un déficit exclusivo de Bolivia. Como nunca logramos procesos sostenidos de formación con las organizaciones de base, a la hora de tener que ejercer un gobierno se tienen que llevar a los diez cuadros que hay y eso vacía las organizaciones y las debilita para el empoderamiento de nuevo tipo que tienen que conducir en las nuevas condiciones políticas y sociales. Pero no hacemos nada con decir esto si no hacemos algo efectivo en la formación política integral y en la educación normal, en el sentido de que necesitamos médicos, abogados, enfermeros, físicos, todos que tengan compromiso social y político con sus pueblos. Bueno, esa falta de “cuadros” hace que se desvíe gente formada de las organizaciones y las comunidades hacia la gestión del Estado.
Un elemento que juega en contra es que predomina una mirada lineal, estática: “ya llegamos”, ya tenemos el sujeto, está articulado… Pero se olvida que así como el sujeto colectivo se articula, se desarticula, es decir, que después de concretar los puntos pilares que llevan a Evo al gobierno y el más importante fue la asamblea constituyente y después de que terminan las disputas internas por la constituyente es como ya está, ya hay nueva constitución, se logran los objetivos macro. ¿Cuáles son entonces, en este nuevo tiempo, las bases de la articulación? Es una pregunta que hasta hoy no tiene respuesta… articulamos para tener derechos, para reformar la constitución, para tener un plan de lucha contra el hambre… Ya se había hecho todo, entonces ¿por qué tengo que seguir articulado? O sea, si no hay una gran avanzada de los propios sujetos que estaban articulados para trabajar en conjunto en regenerar las bases de nuevas articulaciones el sujeto colectivo se debilita.
¿Y qué sucede en un proceso cuando ese sujeto colectivo se debilita? ¿En qué se traduce?
Se presentan problemas como el apuro que hubo en sacar un referéndum por la reelección de Evo que se demostró que carecía de sentido porque sin haber dado el debate político con los movimientos y la comunidad, terminó manipulado por las fake news con el cuento de un hijo abandonado de Evo Morales y se trató de destruir su personalidad y su ética y aunque resultó mentira, el efecto negativo ya estaba hecho. Hubo cierta ingenuidad de creer que la verdad siempre se impone en la historia y no es así; la educación y los debates políticos en los movimientos son indispensables, sino la manipulación mediática puede imponerse. Y a través de ahí la derecha trabaja con métodos que le han dado resultado en otros países.
Hoy los medios bolivianos de oposición y muchos en el mundo están acusando a Evo de autoritario, como hacen con todos los gobernantes que no le gustan a los poderosos, incluso algunos pretender responsabilizarlo que lo que pasa en el Amazonas que es un problema de Bolsonaro que dijo “hoy es el día del fuego” y mandó a todos los terratenientes a prender fuego, pero ahora tratan de echarle la culpa a Evo Morales. Se sabe que son gente pagada, entrenada en la guerra psicológica de las redes sociales y que están para eso todo el día y asientan sus argumentos en los resultados de referéndum apresurado. La subestimación del adversario siempre se paga muy caro en política.
Evo es un líder originario y no solo por ser indígena sino porque desde su cultura y sus raíces, él es consciente de que la humanidad es parte de la naturaleza. Y no es que Evo sea ecologista sino que él no se puede pensar por fuera de la naturaleza, es lo que aprendió de sus abuelos, es su concepción del mundo basada en el “Buen Vivir” que no tiene nada que ver con la concepción occidental que ha hecho de la naturaleza un objeto, una mercancía; sin naturaleza nos deshumanizamos y es lo que pasa con el capitalismo porque una parte de la vida la transformó en mercancía. El proceso de cosificación es terrible y creciente, la crisis es terrible y amenaza la supervivencia de la humanidad.
Cuando Álvaro García Linera presentó junto a ti en la ciudad de La Paz tu libro “Revoluciones desde abajo” dijo que una de tus principales virtudes era de que descreías del comunismo como acto de fe, que no podía reducirse a las Tesis de Pulacayo o a lo dicho en el Manifiesto Comunista, sino que la sociedad poscapitalista se desarrolla delante de nuestros ojos en el movimiento real de la sociedad, en sus prácticas, en sus tendencias porque lo comunitario tiene que emerger de las comunidades de las Ayllus, y el Estado es solo una herramienta que puede ayudar porque el Estado no puede construir comunitarismo, no hay nada más antiestatal que el comunitarismo. Entonces a partir de este diagnóstico del Álvaro me vale preguntar ¿qué nos queda por hacer? ¿cuáles serían las tareas del MAS para la nueva etapa y cuáles serían las tareas para el movimiento social?
Primero, las palabras del Álvaro son del Álvaro. No las recuerdo exactamente, pero me gustó mucho saber que él había identificado claramente el sentido de mis búsquedas, y de mis libros. Yendo a tus preguntas, yo creo que le queda todo por hacer. De lo que tenía que hacer lo hizo todo; el plan del gobierno de Evo se cumplió y se sobre-cumplió y ahora van por más. No nos olvidemos de que Bolivia es el primer Estado plurinacional del continente y esa una de las grandes revoluciones culturales del proceso, con un reconocimiento de equidad al cien por ciento de las poblaciones indígenas originarias del continente. Es una vergüenza que no haya en el continente ningún otro país con el mismo status.
El plan nacional de desarrollo de los primeros seis años es una obra de arte de la política y la democracia y es un gran logro del proceso de transformaciones que vive Bolivia; resume todo lo que han hecho por la educación y la salud de los sectores más marginados y de todos los sectores, principalmente de los pueblos originarios, por sacarlos de la exclusión. Y están los logros en la subjetividad porque los pueblos vieron y aprendieron –todos- que sí pueden gobernar, que pueden trabajar en conjunto y convivir en la diversidad. Y todo esto no es un discurso porque la población lo ha vivido ya por un período de tres gobiernos y lo que hoy les viene a ofrecer la oposición es volver atrás. Pero no volver atrás solo en lo económico, sino en quitar derechos, desaparecerlos del concepto y de la práctica de ciudadanos porque si desaparecen de la vida social y política de la sociedad, vuelven a ser entes para las consideraciones del poder. Es decir, lo que está en juego para los pueblos es sostener y profundizar su protagonismo o volver a ser sometidos. Esta es a mi modo de ver la disyuntiva central hoy.
En lo económico concreto los logros son también impresionantes y más viendo nosotros desde acá. Cuanto todo empezó, allá por el 2006, en Bolivia el dólar estaba en 6,70/6,90 pesos bolivianos y hoy –con pequeñas altas y bajas, de centavos-, está más o menos igual, después de tres períodos de gobierno; una estabilidad nunca vista en ningún proceso latinoamericano. Por eso, desde lo económico le quieren pegar el zarpazo, como hay plata en la caja se la quieren quitar y llevar… que por su voracidad, el capital financiero tiene que ir al saqueo de los pueblos, se llevan el cash, después viene el mecanismo de la deuda: te prestan diez para llevarse cien.
Desconozco hasta qué punto estas discusiones ocupan hoy un lugar de la agenda porque se discute mucho de números y cifras en economía, pero considero que –como te dije los logros que abrió el proceso de revolución democrático-cultural en Bolivia fueron mucho más grandes en el terreno de la subjetividad que en lo económico. Hoy día parece fácil ver una ministra indígena, pero hace quince años atrás los indígenas no podían caminar por la misma vereda que los blancos, si entraban a las instituciones jamás podían llegar hasta el despacho de un ministro, se tenían que quedar haciendo filas esperando días; no podían levantar la vista del piso tenían que mirar para abajo, no podían mirar al blanco a la cara y hoy día pueden dirigir un país. Me parece que esto habla de un proceso, de una revolución muy grande y profunda.
Por eso digo que hoy se abre todo nuevamente. Porque todo lo que ya se logró ha potenciado al sujeto colectivo, primero. Pero sus actores han de trabajar para rearticularse, han de buscar y encontrar cuáles son los puntos nodales de este nuevo tiempo histórico que van a vivir para establecer una reconexión entre los distintos actores para volver a apuntalar una subjetividad común, para superar el tema del corporativismo que una vez que se instala, si se lo deja, se queda. Y eso solo se puede superar construyendo otra subjetividad, colectiva, que no destruya lo corporativo pero que lo contenga adentro, sabiendo que la respuesta a “lo mío” nunca va a ser individual sino colectiva. Que no es el rechazo de lo individual porque el rechazo de lo individual ya lo vimos en las experiencias socialistas del siglo XX que terminan siendo una postergación eterna, tanto como sector y como persona, y eso a la larga te juega en contra. Por eso digo, es una conjugación de los intereses individuales y los colectivos. Pero hay que hacerlo; es un desafío para el pueblo boliviano y sus organizaciones sociales y políticas.
Otro de los temas es el referido a la amplitud del Estado. Considero que el Estado tiene que avanzar hacia la sociedad, hacia la participación y co-participación en la definición, realización y control de las políticas públicas, lograr que el proceso se enrumbe integralmente hacia el empoderamiento colectivo de la sociedad.
Otro elemento fuerte para esta etapa, considero que es buscar medios y modos para que el “Buen Vivir” pueda trascender el contexto boliviano para transformarse en un proyecto continental. Me encantaría que este sea uno de los ejes rectores de la política exterior de Bolivia. El “Buen Vivir” tiene un resumen de claves civilizatorias que nos hacen falta para reencontrarnos con la naturaleza, para pensar en cómo rebasar al capitalismo y re-humanizarnos: no es el tema de la “toma del poder”, sino el empoderamiento de los pueblos; es una disputa raizal del poder, que no es por arriba sino desde abajo, pero sin olvidar el desde arriba, o sea, la importancia de disputar el gobierno pero para hacer transformaciones abajo. Hay que transformar el poder que se ocupa porque si se va hacer todo esto para adaptarse al poder existente, entonces estamos hablando ya de otra historia.
En la historia que yo me ubico hay que avanzar para transformar las raíces de ese poder desde adentro; ese es el aporte de István Mészáros: son los propios sujetos los que -no queriendo vivir bajo el dominio, la explotación y la cosificación creciente del ser humano que produce el predominio del capital sobre la vida-, van construyendo formas de vida diferentes, que respeten al ser humano, que lo reintegren en su concepción de vida con la naturaleza y consigo mismos.
Por eso para mí, el de Bolivia es –en síntesis-, uno de los procesos de cambios más grandes y trascendentes del continente. Pese a cualquier error o limitación que le podamos marcar, es bueno tener presente que uno identifica y señala deficiencias donde sabe que es posible la perfección.
¡Jallalla los pueblos de Bolivia!
¡Jallalla Evo!
¡Jallalla Bolivia!