Luego del acuerdo suscrito en Ginebra sobre el programa nuclear iraní, se reacomodan las posiciones en la diplomacia internacional y en la región. Israel y Canadá presionan a EEUU, y el país persa retoma protagonismo en la diplomacia mundial.
El domingo pasado se logró un acuerdo en Ginebra entre la república islámica de Irán y el denominado Grupo 5+1 (los cinco miembros permanentes del consejo de seguridad de la ONU, Rusia, China, Estados Unidos, Gran Bretaña y Francia, más la principal potencia económica europea, Alemania). El objetivo es el de regular la posición del país persa con respecto a su plan de enriquecimiento de uranio, sospechado por parte de las principales potencias mundiales de tener fines militares, y defendido por las autoridades de Teherán como plan energético. Por primera vez en la historia, se reconoció la finalidad pacífica del proyecto nuclear de Irán, que se comprometió a continuar bajo la inspección del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA). A cambio, se levantarán las pesadas sanciones económicas que se le habían impuesto a ese país, en un plan progresivo que durará unos seis meses.
“El derecho al enriquecimiento de uranio en el suelo iraní ha sido aceptado por este acuerdo y la estructura de las sanciones comienza a romperse”, celebró el domingo en cadena nacional el presidente del país persa, Hassan Rohani. “Cada uno puede tener su propia interpretación, pero el derecho de Irán a llevar a cabo el enriquecimiento de uranio está claramente recogido en el texto. Irán no ha buscado ni buscará nunca fabricar armas atómicas”, aclaró en su mensaje a la población luego de la firma del acuerdo.
Un entendimiento calificado en todo el mundo de “histórico”, vista la amenaza bélica que pesaba sobre el país oriental a causa de las sospechas norteamericanas sobre la supuesta fabricación de armas atómicas en Teherán. Un litigio que lleva ya más de 10 años y que provocó serios daños a la economía iraní a través de embargos petroleros y congelamientos de cuentas en el exterior, todas acciones que serán revertidas en las próximas semanas.
Los gruñones de siempre
Como era de esperar, el gobierno de Israel fue uno de los pocos en plantear su oposición al acuerdo. El primer ministro Benjamin Netanyahu, despachó el asunto el mismo domingo al declarar que “lo que se cerró en Ginebra no es un acuerdo histórico, sino un error histórico”. De inmediato, Netanyahu puso en funcionamiento el fuerte sistema de presión que Israel tiene en la política norteamericana, y varios congresistas estadounidenses ya se manifestaron en contra del acuerdo. El demócrata Charles Schumer, habitual aliado del presidente Barack Obama aseguró ayer que este acuerdo “aumenta la posibilidades de que demócratas y republicanos actuemos juntos para aprobar nuevas sanciones en diciembre. Fueron las fuertes sanciones, no el buen corazón de los líderes iraníes, lo que llevó a Irán a la mesa de negociaciones”.
Así, con el sostén bipartidista en el capitolio, Netanyahu ya anunció el envío de una espedición diplomática a Washington para discutir los términos del acuerdo. “En los próximos días, una delegación israelí encabezada por el asesor de seguridad del régimen israelí, Yossi Cohen, viajará a EE.UU. para tratar el acuerdo final del G5+1 con Irán”, anunció el mandatario israelí. Junto con ese país, otro aliado histórico de EEUU en la región ya expresó su malestar. En Arabia Saudí el descontento de la familia real se hizo patente en las publicaciones de prensa de ayer, por más que oficialmente se dio a conocer un tímido ‘saludo’ al acuerdo. También Canadá, otro de los incondicionales seguidores de Washington en los asuntos internacionales, expresó su rechazo. “El pueblo iraní se merece la libertad y prosperidad que se le ha negado desde hace mucho tiempo por las ambiciones nucleares del régimen (…) Evaluaremos el acuerdo no sólo por sus palabras sino lo que es más importante, en la verificación de su implementación y el acceso incondicional a todas las instalaciones nucleares iraníes, hasta entonces las sanciones de Canadá se mantendrán duras y de manera total”, detalló el Ministerio de Asuntos Exteriores de Canada a través de un comunicado.
En caso de concretarse la amenaza de los congresistas norteamericanos acerca de la votación de nuevas sanciones contra Irán, a contramano de lo estipulado por Obama el domingo, el presidente se vería obligado a recurrir al veto para salvar su imagen internacional, ya desgastada por aliados y detractores que le reclaman un supuesto cambio de rumbo en las relaciones con el país persa. Y no faltan quienes defenestren a Obama, asegurando desde las columnas de análisis de los matutinos de ayer, que EEUU perdió para siempre su potencia en Oriente Medio. A quienes, en cambio, parece haber gustado lo acordado en Ginebra son los lobbies del mercado financiero. Wall Street cerró a la alza en todos sus índices, algo que no sucedía desde hacía varios días. Un recibimiento que, aunque no entusiasme, deja entrever la posibilidad de un marco de apoyo más amplio para Obama en la relación con Irán.