“Lo más extraño es lo que más naturalmente sucede. Escribes. Escribir es despegar la palabra de uno mismo. Cargar esa palabra que se va despegando de uno con todo lo de uno hasta ser lo de otro. Lo totalmente ajeno”
Yo el supremo, Augusto Roa Bastos
En el marco de la décima edición del Festival de Cine Migrante, la pensadora brasileña Suely Rolnik, autora de Esferas de la insurrección y otros ensayos, brindó una conferencia el viernes pasado en el Centro Cultural San Martín. Un aporte teórico-vivencial que apunta a descolonizar el inconsciente en las profundas aguas de la esfera micro política.
Por Ana Paula Marangoni e Ignacio Marchini | Foto Cine Migrante
“Imaginemos una escena de teatro donde hay dos personajes: una mujer y un hombre. Ambos actúan sus roles asignados. Y ambos personajes son responsables por esta escena. Imaginemos que el guion de esta escena, con esos dos personajes, está en el teatro más importante de Broadway desde el Siglo XV. Y todas las noches con localidades agotadas. Esa escena es el machismo”.
Así ejemplificó a la micropolítica Suely Rolnik, la psicoanalista y critica cultural brasilera que brindó una conferencia el viernes pasado en el Centro Cultural San Martin, en el marco de la décima edición del Festival Internacional de Cine Migrante. Su voz irrumpió en la penumbra de la sala para hablar de una lengua que ya no es en sí misma, sino que pretende ser una nueva lengua habitada por lo conocido y lo desconocido, para intentar decir algo sobre aquello que aún no tiene nombre.
Rolnik es una investigadora teórica transdiciplinaria de la subjetividad. Autora de libros y ensayos, publicó Micropoliticas. Cartografías del deseo, escrito junto con Félix Guattari, y Esferas de la insurrección, que presentó el sábado en la Casona de Flores. Ambos fueron editados por Tinta limón.
Suely dialogó con los y las presentes y con su propia teoría, yendo desde lo más complejo a lo más simple. Abriendo caminos para repensar aquello que no tiene que ver con nuestros valores, nuestras inclinaciones ideológicas o nuestra moral. Su pensamiento invita a ir más allá de la lengua establecida (o más acá) y recrear otras formas de subjetivación a través de palabras en guaraní, que buscan resonar en los terrenos inexplorados habitualmente. “Ñe´é”, palabra-alma, dialoga con “Anga”, alma-palabra; para abrigarnos en un lenguaje que no puede ser solo conceptos, que llama a construir una nueva política de las relaciones.
“Imaginemos que un día, la mujer que actúa empieza a darse cuenta que este personaje la sofoca, que hay mucho que puede germinar y que no se lo permite este guión. Una noche va al teatro, como todas las noches desde el Siglo XV, pero esta vez llega transmutada. ¿Qué pasa? El guion no tiene cómo seguir. El personaje hombre queda completamente extrañado porque no sabe cómo actuar”.
Para Rolnik, el hombre tiene dos formas de actuar frente a esta situación. Una primera opción es que su respuesta sea activa, donde el deseo busca cumplir el destino ético de la pulsión, es decir, que persevere la vida. “En la mejor de la hipótesis, va a aprovechar la sinergia que se formó al ver la transmutación de la mujer, lo cual yo llamo resonancia, pudiendo entrar en contacto con lo que está esperando germinar en su cuerpo. Se da cuenta que el personaje del macho es como una película de terror”. En ese caso, el hombre puede reconocer el sofocamiento, hacerse cargo de su vida y empezar a escuchar lo que es posible crear con otro personaje, el germen de otros mundos posibles. “No quiere decir que serán felices para siempre. No. Lo que se rompe es este deber de estructurarte según un modelo genérico”.
El otro extremo en su abanico de posibilidades es que el personaje masculino sea “como un Bolsonaro desde el Siglo XV”. Ese sería el extremo de la respuesta reactiva. Por su potencia vital tan pequeña, “la desestabilización de su estructura es tan apabullante que en nombre de la vida misma, va a tener que matar a esta mujer. Ahí sucede el feminicidio”.
Porque eso hace ese germen, ese que Rolnik denomina el inconsciente colonial y al cual busca deconstruir a partir de una serie de “tips” que brinda en su último libro, publicado este año. Hasta los convirtieron en imán para su segunda edición, para que todos los días podamos recordar los pasos para “salir del régimen del inconsciente”. No, no es fácil. Ni lo será para quienes intentemos indagar sobre otras formas de subjetivación, las que se interpelan en la delicada esfera de la micro política.
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Un teatro infinito de fantasmas
Toda su reflexión es un llamado a encarnar y asumir nuestra condición viviente en relación con todos los demás vivientes (humanos y no humanos). Todo lo que ocurre en este tiempo nos afecta. No somos ajenos ni ajenas a la acción de otros seres. No nos es ajena la política de Bolsonaro como tampoco el incendio del Amazonas. Ni es indistinta nuestra acción o reacción frente a todo lo que percibimos.
Suely señala que hay una suerte de relación paradójica entre los modos habituales de subjetivación y esta otra que aún no encarna en el lenguaje. Estas formas producen una paradoja en nuestros cuerpos que nos conducen a experimentar una especie de desestabilización, que ella llama fragilidad.
Pero es precisamente ese estado el que nos puede impulsar a realizar cambios, la “alarma vital” que mueve el deseo de actuar, ya sea activa o reactivamente. Suely nos convoca a abrazar la fragilidad, el malestar, la angustia, y a partir de ese estado recuperar mediante la acción ese equilibrio perdido. Solo atravesando ese malestar que ella compara con tener “un nudo en la garganta”, es posible impulsar una micro-política activa, como máxima afirmación de la vida.
“Vivimos la fragilidad como debilidad, como flaqueza. A partir de ahí, de que se vuelve una experiencia traumática, construimos las narrativas de la neurosis para dar sentido a eso. Se cubre el inconsciente, esta fábrica de mundos, por un teatro de fantasmas que se repite infinitamente”, graficó la escritora. “Por eso no creo en eso de que las experiencias de resistencia son sólo macropolíticas y que las llevan adelante los macromachos. Hay que dejar de pedirle a “papá Lula” y usar toda la acumulación macropolítica para crear eso que nos cabe a nosotros construirlo”.
Lo bello en tanto bueno para la vida
Suely Rolnik nos invita a romper desde lo más arraigado con el individualismo que nos conduce al final como especie. Su pensamiento teórico es un aliento de esperanza que nos habla de aquellas transformaciones poco visibles y que logran impregnar nuevos modos de ser y de relacionarnos. Una de esas expresiones más vitales es el feminismo, cuyo foco emana desde Argentina hacia Latinoamérica y el mundo, y que rompe con formas de vínculos opresivas, construyendo relaciones más libres y vitales.
No es fácil descolonizar el inconsciente. Pero es una gran herramienta escuchar a Rolnik, habitar la incomodidad que nos producen sus palabras, y como niñas y niños que aún balbucean, aprehender la vida desde la percepción y otras formas de ser con las y los otros. Hasta que nazcan nuevas lenguas (dotadas de lenguaje-alma) y hasta que sea palpable la creación de “nuevos mundos” o “Tekoporã”, lo bello, en tanto bueno para la vida, como condición de su perdurabilidad.
En la obra de teatro que mencionaba Suely hay un tercer actor involucrado. “¿Qué pasa con el público? Digamos que el 93% del público empieza a abuchear a la mujer. El 7% restante de repente es polinizado por esta sinergia, eso resuena en sus cuerpos. Ese proceso de polinización se replicará. Y eso tiene una potencia increíble porque es irreversible. No importa si vienen 50 Bolsonaros. Yo creo que estamos rompiendo con el modo de subjetivación dominante en el régimen colonial, racializante y capitalista. Una vez roto eso, no hay vuelta. La vida nunca para”.
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