El ex periodista Lucas Carrasco va a juicio oral, acusado de “abuso sexual con acceso carnal” por dos jóvenes que dieron sus relatos ante el Poder Judicial. La genealogía de tres años de denuncias y el ocaso de otro macho público que se cree impune. Otro juicio que marcará una era de liberaciones feministas.
Por Laura Salomé Canteros @laurasalome / Foto: Carmen Ortega
En ocasiones las pibas denuncian con nombre propio pero en otras prefieren aportar a la lucha de liberación feminista ejerciendo su derecho al anonimato. Mañana será otro día de victoria colectiva más allá de la sentencia ya que el Tribunal Oral en lo Criminal N° 9 juzgará a Lucas Carrasco por abuso sexual tras dos relatos que surgieron de un proceso de denuncia y acompañamiento colectivo en 2016 y que fue protagonizado por al menos 20 mujeres. El juicio será el miércoles 4 de septiembre desde las 9 en la calle Talcahuano y podría durar una sola jornada.
El Tribunal estará conformado por la jueza Ana Dieta de Herrero, quien también formó parte del que condenó en julio al ex músico Cristian Aldana, acusado de “abuso sexual agravado”. Lucas Carrasco desmiente los hechos que lo llevaron a juicio oral y alega ser víctima de una persecución política; pero las declaraciones testimoniales son contundentes para el TOC 9 y fue embargado por 300 mil pesos y obligado a presentarse cada mes en el edificio judicial.
La prueba: la palabra de las pibas
La causa es la 46.611/16 y Lucas Carrasco está doblemente acusado de “abuso sexual agravado por haber mediado acceso carnal” por hechos que sucedieron en febrero de 2013 y febrero de 2015 según los Artículos 45, 54 y 119, tercer párrafo del Código Penal de la Nación, que establece que “Será reprimido con reclusión o prisión de seis meses a cuatro años el que abusare sexualmente de una persona cuando ésta fuera menor de trece años o cuando mediare violencia, amenaza, abuso coactivo o intimidatorio de una relación de dependencia, de autoridad, o de poder, o aprovechándose de que la víctima por cualquier causa no haya podido consentir libremente la acción” y que “La pena será de 6 a 15 años de reclusión o prisión cuando mediando las circunstancias del primer párrafo hubiere acceso carnal por vía anal, vaginal u oral o realizare otros actos análogos introduciendo objetos o partes del cuerpo por alguna de las dos primeras vías…”.-
La elevación a juicio, pedida el 27 de noviembre de 2018 por la Fiscalía 26, a cargo de Patricio Lugones, encontró sus fundamentos en las declaraciones testimoniales de las dos denunciantes, K. y Sofía, de dos amigues de una de ellas y de los resultados del peritaje psicológico- psiquiátrico del Cuerpo Médico Forense. En la declaración indagatoria, el acusado, Lucas Carrasco, había dado una versión de los hechos que se contraponía con la palabra de K. y de Sofía.
El proceso de denuncia para la sensibilización social sobre las violencias machistas tiene un comienzo y es el de las sobrevivientes rompiendo, de forma organizada y en lucha colectiva, la estructura de silencio y de poder de los agresores. “Más allá del proceso judicial, en lo que respecta a la lucha colectiva, el conocer otras mujeres que han pasado por lo mismo que una, es transformador”. Para Sofía Otero, una de las denunciantes de las violencias de Lucas Carrasco, “el proceso judicial es difícil, complicado, desgastante”, pero necesario para romper con la impunidad.
“Todas en algún momento quisimos desistir porque no sabíamos si íbamos a llegar a algún lado”, afirmó -hace tiempo a este portal-, y agregó Sofía, quien estudia Derecho: “No sé si hay otra forma posible. Cada vez que una se cae estamos para levantarnos, porque esto es así, avanzamos, retrocedemos, nos caemos, nos desanimamos, volvemos a confiar”, dijo. “No me arrepiento un instante de todo lo andado. No soy la misma que antes. Tampoco quiero serlo. Escuché historias, crecí, me dejé conmover por esas historias”, sentenció, con la misma potencia que plasmó su testimonio en la Justicia.
La genealogía de las pibas
Entre diciembre de 2013 y febrero de 2017, al menos nueve jóvenes comenzaron a organizarse para relatar -dentro de los feminismos primero y ante el poder judicial o a la opinión pública después- las agresiones de Lucas Carrasco contra sus cuerpos y subjetividades. Lo acusaron de ejercer, según la Ley 26.485 de Protección Integral, violencias sexual, física, psicológica y simbólica; y cuatro de ellas conformaron, según la Ley 25.087 de Delitos contra la Integridad Sexual, una denuncia colectiva por “abuso sexual con acceso carnal” que fue elevada a juicio admitiendo sólo la mitad de esos relatos.
En junio de 2016 acudieron juntas a la Oficina de Violencia Doméstica (OVD) dependiente de la Corte Suprema para realizar su primer testimonio y no fueron escuchadas padeciendo violencia institucional. Fue cuando la era del “ya no nos callamos más” comenzaba a dejar su legado a través de historias comunes: se cruzaron con Ariell y otras denunciantes de Aldana, quienes las ayudaron para presentarse ante la Unidad Fiscal Especializada de Violencia contra las Mujeres (UFEM), dependiente del Ministerio Público Fiscal, organismo que intervino acompañando en ambos procesos judiciales.
En febrero de 2017, tras una etapa de intercambios de historias, se publicó una nota en la que varias pibas contaron las agresiones de Carrasco. Inmediatamente se comenzaron a recopilar denuncias -muchas capturas de chats-, donde se evidenciaba un modo de accionar común: acoso en diferentes modalidades, abuso sexual, violencias física y psicológica y privación ilegítima de la libertad. Diez días después, ya eran 20 las denunciantes y varias de ellas analizaban sumarse a la causa que finalmente realizaron cuatro. Aun a pesar de que los índices de condenas a agresores sexuales son muy bajos.
En noviembre de 2017, la Sala 7 de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional, procesó a Carrasco por el delito de “abuso sexual con acceso carnal”, se le embargaron sus bienes y se le impuso una orden perimetral respecto a una de sus denunciantes. La decisión llegó un mes antes de que Aldana cumpliera un año en prisión por abuso sexual y pedofilia. Fue un evento fundamental para fortalecer las denuncias públicas y las transformaciones sociales que está generando la organización feminista, que de a poco comenzaban a ser reflejadas también en los ámbitos judiciales.
Profeta en su propia tie… En ningún lado
“Lucas Carrasco no es periodista, es operador político”. De esa forma caracteriza una colega en Entre Ríos a Lucas Carrasco, visibilizando el repudio. La sensibilización y el apoyo de les periodistas allí fue fundamental para que la causa se agilizara en la justicia aun a pesar de numerosos sectores que siguieron encubriendo su ejercicio de violencias machistas. Como por ejemplo, la radio La Voz de Paraná (FM 90.1), que continuó un tiempo cediéndole un espacio diario al aire, donde Carrasco hasta se dio el lujo de hablar de una violación sin hacer alusión a la doble causa que tiene en su contra.
En la ciudad donde reside Lucas Carrasco, integrantes del movimiento feminista realizaron varias acciones, pero la primera fue mostrar la solidaridad. Para ésto convocaron a un conversatorio para intercambiar sobre las denuncias, de que no siempre es el camino a seguir, y se organizaron para emitir alertas y cuidarse entre ellas. Se realizaron pegatinas en el centro y en los lugares donde solía ir el acusado, se le pedía que se retire o se tomaba la voz para hacer mención y se enteren de lo que estaba pasando. Lo que pasó generó una cohesión y un salto de organización entre y para les activistas en Paraná; de hecho, luego invitaron a Ariell Carolina Luján para seguir construyendo herramientas autogestivas para la reparación y salir del lugar de víctimas. Entonces, para elles, la denuncia o el escrache quedaron como una opción.
Desde el momento en que el abuso y la tortura sexual se denuncian, se rompe y estalla en mil pedazos el sentido de control que ejercen los machos. Eso convierte a algunas/ es en ejemplos, voces públicas y hacedoras políticas para otras y otres. Es la era que nos toca vivir: la del “ya no nos callamos más” que se abraza a la del “ni una menos” en la lucha por la libertad, el goce y el reconocimiento de nuestras autonomías. Y en ese camino andan estas pibas, aun cuando la justicia es un concepto que sigue presentando incógnitas y desafíos para quienes luchamos por mundos mejores.
Leé las notas anteriores:
“Lo irreversible de la lucha: denuncian al periodista Lucas Carrasco por acoso y violencia sexual”
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