Por Victoria Silber. Dos libros que construyen memoria y se vinculan con un hilo casi invisible se publicaron en los últimos meses. La historia de la vicepresidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, Rosa Roisinblit y la de Laura Carlotto, hija de Estela.
Mi voz le llegará / Mi boca también / Tal vez le confiaré que eras el vestigio del futuro.
L.A.S
La tercera década democrática emerge como el cenit de la lucha contra la impunidad de los ejecutores materiales, ideológicos y económicos del último genocidio. Y el ejercicio de la memoria ya no sólo recae en nostalgias privadas, en mitologías de un pasado luminoso o en recitados endurecidos ante abogados, jueces y camaristas.
No. La memoria se hace vida. Se hace baldosa, documental, folleto, pintada. Se hace ella, él. Se hace Victoria, Leandro, se hace nieto, se hace hija. Se hace graduación, reunión de amigos, llanto de niño.
Y sí, se hace libro. O mejor, se hacen libros.
Este año asomaron “Laura. Vida y militancia de Laura Carlotto” de María Eugenia Ludueña y “ABUELA. La historia de Rosa Roisinblit, una Abuela de Plaza de Mayo” de Marcela Bublik. Como un hilo invisible tendido entre dos generaciones estas dos publicaciones aportan un haz de luz más a conocer las manos con las que el pasado reciente se templó.
“Laura” es un trabajo sobre la historia de la corta pero intensa vida de la hija más grande de Guido y Estela. Guido, el abuelo comerciante y Estela, la maestra, al abuelazgo le sumaron un sentido nuevo: el de la memoria, verdad y justicia. Estela, la abuela que en nombre de su hija busca hasta hoy a Guido, su nieto.
Este relato, más que ser una biografía es una foto de su tiempo. Una crónica que enhebra con testimonios de amigos, canciones, poemas y recortes de diarios, los detalles más cotidianos de la vida de una chica de los ’70 y la historia que le imprimía vértigo a toda una generación.
En cambio “Abuela” es un libro conversado. La narración de Marcela Bubik fue construida a través de charlas extensas con Rosa, en donde su juventud, su adolescencia, su profesión de partera, sus inquietudes, pasiones e intereses son las protagonistas de un destino que jamás imaginaron. Es un libro de y con Rosa, donde con amorosa precisión se muestra la transformación de una muchacha de Moises Ville en una dirigente de derechos humanos, abocada a la denuncia, difusión y reclamo de justicia por los crímenes de lesa humanidad cometidos por el terrorismo de Estado en la Argentina.
En el nombre de la madre, en nombre de la hija
Rosa Roisinblit es vicepresidenta de Abuelas de Plaza de Mayo. Su única hija, Patricia, embarazada de 8 meses, y su yerno José Manuel Pérez, fueron secuestrados en octubre de 1978. Hoy se encuentran desaparecidos.
Patricia dio a luz en la ESMA un varón, que fue sustraído y apropiado por una pareja de miembros civiles de la Fuerza Aérea. Hoy ese nene es Guillermo Pérez Roisinblit, quien después de 21 años de ocultamiento, conoció su identidad.
Dura también es la historia de los Guido abuelo y nieto, de Estela y Laura.
Cuando la secuestraron, el 26 de noviembre de 1977, Laura estaba embarazada de dos meses y medio. Por testimonios se supo en junio de 1978 tuvo un niño al que llamó Guido (como su padre) en el Hospital Militar. Luego del parto fue devuelta al centro clandestino “La Cacha”, sin su bebé.
El 25 de agosto de ese año la joven fue asesinada y sus restos fueron devueltos a sus padres. Hace más de tres décadas buscamos a Guido.