Hoy Cristian Aldana, enjuiciado por abuso sexual y corrupción de menores, dirá las últimas palabras ante el Tribunal y habrá veredicto. El acusado afirmará que no tuvo defensa, sin embargo ésta fue eficaz: le permitió maniobras dilatorias, difamación a testigos y cuestionamiento de las voces de las protagonistas. ¿Será otro día histórico para la lucha feminista?
Por Laura Salomé Canteros y Ximena Schinca
El clima era distendido en la sala de la calle Paraguay, a pesar de las chicanas que fueron y volvieron entre las y los letrados defensores y querellantes en la última audiencia del juicio que determinará si Cristian Aldana, ex músico y líder de la banda “El Otro Yo”, es o no penalmente responsable por los delitos de abuso sexual y corrupción de menores según los hechos denunciados y expuestos como prueba testimonial por siete querellantes entre los años 1999 y 2010.
Ariell, Charlie, Felicitas, Guada, Jaz, Karen y Ana finalmente verán por terminado el proceso judicial y de acompañamiento personal y político que las llevó a transitar los pasillos de Tribunales, a aprender derecho, responder interrogatorios, leer críticamente las coberturas y someterse a pericias durante un año y dos meses. Un juicio en el que declararon más de cien testigos, entre quienes se encuentran cuatro personas que, sin presentar cargos -aunque aun no lo descartan- relataron las mismas agresiones de parte de Aldana que ellas, evidenciando el carácter histórico de la primera megacausa contra un macho violento. Poniendo en la esfera pública la importancia de la denuncia para la erradicación de la cultura de la violación como único camino posible para el ejercicio de niñeces y adolescencias libres.
En la audiencia de ayer, la defensa del acusado solicitó la nulidad del juicio por defensa ineficaz y planteó también que dos de los casos que están en debate ya prescribieron. Subsidiariamente, requirió que la condena que se le fije no sea mayor a 25 años de prisión. Hubo réplicas y hoy habrá veredicto. Y por supuesto, convocatoria feminista. Desde las 11 asistiremos al fin del juicio que marcará una era. Cristian Aldana tendrá derecho a decir sus últimas palabras como acusado y luego, tras un receso para deliberación, el Tribunal Oral en lo Criminal y Correccional 25, integrado por los jueces Gustavo Goerner, Ana Dieta de Herrero y Rodolfo Bustos Lambert, determinará si, a pesar de tanto dolor y exposición, es posible para las pibas comenzar el camino de la sanación.
Aldana y una eficaz defensa: dilaciones, difamación y cuestionamiento a las protagonistas
“Yo le hablo con amor porque yo soy padre de familia”, insistió Humberto Cristian Aldana, ayer por la mañana durante la audiencia del juicio que concluirá hoy cuando se lea el veredicto en horas de la tarde. Quienes integran el TOC 25 lo escuchaban, una vez más, arrancar con el mismo relato. “Señor Aldana, usted no puede ejercer defensa por sí mismo”, le explicó el juez Gustavo Goerner. Aldana se quejó, agregó que sus defensores actuales estaban denunciados, que el Tribunal también estaba denunciado, que todo era mentira y concluyó con un llamado a la sensibilidad: “Le pido que me hable con una mano en el corazón, señor juez”. A lo que Goerner le indicó que iba a ser retirado de la sala y podría volver cuando deseara hablar. Pero Aldana no regresó.
Desde temprano, la calma y la soledad sorprendió en los pasillos de la calle Paraguay al 1536. Excepto abogadxs, fiscal, miembrxs y personal del Tribunal, la sala estaba casi vacía. Un murmullo parecía insistir: un año y dos meses de juicio, ninguna declaración relevante del acusado, solo maniobras (o manotazos) dilatorios. Aldana se fue, y sus defensores oficiales, Fernando Robio y Cecilia Durand, desarrollaron los alegatos. Robio comenzó trabado y, en pocos minutos, pidió la nulidad del alegato de la abogada de Ariel Carolina Luján, al no ser preciso en los hechos por los que se acusó a Aldana e impedir así a la defensa ejercer su rol. Siguió con la prescripción de los hechos denunciados por Ana y Jaz, y luego el alegato continuó con la doctora Durand haciendo caso al pedido de su defendido de reproducir un video en el que se lo veía tocando una guitarra para que se lo incorporara como prueba en la causa. El Tribunal rechazó el pedido por tercera vez en tres audiencias consecutivas: “No resulta procedente y no ha podido ser materia de aprobación de las partes”.
La defensa de Cristian Aldana en su alegato pidió, desde la nulidad del debate por indefensión hasta un tope máximo de condena de 25 años. Y afirmó, no solo que no se probaron los hechos de los que se lo acusa, deslegitimando la palabra de las pibas -y el trabajo de una fiscalía de Estado y de organismos especializados- con citas denigrantes de las pericias psicológicas que, en evidencia, comprueban los abusos y violencias reiteradas; sino también pidiendo la nulidad de la querella de la abogada Gabriela Conder. O sea, pretendiendo acallar las voces protagonistas de este debate público. “No hubo exteriorización de la falta de consentimiento de las conductas de Aldana”, culpó Durand a las denunciantes, “no se ha probado el abuso coactivo”, siguió desestimando la asimetría de poderes, y afirmó que no se puede determinar si el daño causado en las subjetvidades de las pibas es producto de los abusos de su defendido o de otros hechos delictivos, o como expresó “no importa por lo que fuera”… O en resumen: “No se ha acreditado la falta de consentimiento” y tampoco probado “la corrupción de menores”. “Las víctimas ya estaban corrompidas”.
Así, palabras más y menos, aludiendo a algunos de los testimonios, el alegato de la defensa pareció bastante pegado y seguir el ritmo de las declaraciones del ex rocker, hoy en el ocaso. “No se ha acreditado que no existió consentimiento o una falta de consentimiento que pudiera haber notado el acusado”, repitió en más de una oportunidad Durand. Y agregó que una de las denunciantes “más bien parece haber estado convencida de querer llegar a ese lugar”, refiriéndose a uno de los hechos denunciados por Ariell Carolina Luján. La defensa ignoró, no refirió, ni registró la diferencia generacional existente entre las denunciantes y el denunciado, la asimetría de poder entre un ídolo y cualquier persona que se le acerca, la desigualdad de género entre el ex músico y las chicas, el modo de operar que se repite, el abuso sistemático.
Fue por eso que le siguieron las réplicas del fiscal, Pérez de la Fuente y las querellas de la abogada Conder y el abogado Da Vita. “No se puede hablar de defensa técnica ineficaz”, dijo este último respondiendo al planteo de nulidad del proceso por indefensión y agregó “si hubo control de las pruebas testimoniales, es más, se hicieron preguntas íntimas a las denunciantes”. Luego Conder sumó, en el mismo sentido: “usan todos los argumentos de Aldana… Es parte de la táctica pedir la nulidad del proceso por indefensión, de la misma forma que las maniobras dilatorias y las recusaciones sin sentido”. Por su parte el fiscal también afirmó que “todo forma parte de un esquema con la finalidad de que se llegue a la absolución” y agregó, “el señor Aldana buscó, dirigió, controló cuál era la prueba” y sobre el pedido de la defensa de absolución del acusado por prescripción de dos de los testimonios que, según la misma haría caer la figura de corrupción de menores preguntó y respondió: “¿hasta cuándo se corrompe? Hasta la fecha. Por lo tanto, cualquier planteo de prescripción debe ser rechazado”.
Cabe recordar, en el debate interviene el titular de la Fiscalía General Nº 18 ante los Tribunales Orales Criminales y Correccionales, Guillermo Pérez de la Fuente y colaboran con él la Unidad Fiscal Especializada en Violencia contra las Mujeres (UFEM) y la Dirección General de Orientación, Acompañamiento y Protección a las Víctimas (DOVIC). El fiscal solicitó que se condene a Aldana a 35 años de pena por los delitos de “abuso sexual agravado por haber sido gravemente ultrajante y con acceso carnal, cometido por los menos en tres oportunidades y reiterado en perjuicio de seis víctimas” y “corrupción de menores”. Mientras que las querellas, lideradas por Gabriela Conder -en representación de Ariell Carolina Luján- y Sebastián Da Vita -en representación de otras tres denunciantes- solicitaron 20 y 40 años de cárcel respectivamente.
Para el veredicto no solo se deberían tener en cuenta los hechos que podrían demostrar la comisión de los delitos que se le imputan al acusado, sino también el contexto de asimetría, violencias, abusos y destratos sistemáticos sobre las denunciantes, las primera en presentarse como testigos.Así lo afirmaron los alegatos de las querellas, quienes las representan. También serán importantes los aportes de las declaraciones de los psiquiatras y los psicólogos que intervinieron en la causa y que elaboraron diversos informes, tanto sobre las pibas como sobre el acusado.
Es el fin del juicio que marcará una era, la del rugir de voces personales y colectivas para dejar en claro que el silencio no es nuestro idioma. Porque si 2017 fue el año de las que no callan más, 2018 el del comienzo de los procesos judiciales, 2019 está destinado a ser el año de las condenas para las reparaciones. Porque no es el rock, son los machos, la cultura de la violación y las prácticas de consolidación y reproducción de una asimetría de poderes que se sostiene con violencias. Para que el cambio cultural sea posible dejemos de enseñar a las feminidades a cuidarse para sancionar a los varones cuando abusan y violan. Solo así tendremos vidas llenas de disfrute, goce y libertades.
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