El ex músico Cristian Aldana declaró ayer por primera vez en el juicio en que se lo investiga por los delitos de abuso sexual y corrupción de siete menores. Afirmó que se encuentra en “estado de indefensión” como una maniobra más para dilatar un ocaso irreversible. Ayer el fiscal pidió 35 años de cárcel. Las querellas ya habían pedido 40 y 20 años. El Tribunal negó todos los pedidos del acusado.
Por Laura Salomé Canteros y Ximena Schinca / Foto: Belén Araya
El Otro queda anulado como sujeto para transformarse en objeto, la personalidad narcisista desconoce las necesidades del Otro, se vincula desestimando al Otro y sólo importan los deseos propios
O del Yo
O del Otro Yo
Porque Todo es Yo
La cadena significante se desprende de la exposición que, ayer por la mañana, realizó el fiscal Guillermo Pérez La Fuente sobre el informe del peritaje psicológico y psiquiátrico del Cuerpo Médico Forense respecto del imputado por abuso sexual y corrupción de menores, Humberto Cristian Aldana.
Según la lectura del fiscal, el informe psicológico (suscripto por el Lic. Carlos D. Carini y la Lic. Siderakis, perito de parte) también señaló que “se trata de una personalidad con rasgos antisociales y emergencia psicopática, que conserva su principio de realidad y se adapta mediante mecanismos de ocultamiento y enmascaramiento, mostrando una fachada de autosuficiencia donde subyace narcisismo y negación de su necesidad de contacto y dependencia afectiva”. Como si se tratara de una interpretación extendida del nombre del grupo de rock que el casi famoso y cincuentenario Aldana lideró años atrás, el peritaje dice que el rocker “muestra en las relaciones interpersonales superficialidad, rigidez, evitación del compromiso, indiscriminación, borramiento de la diferencia generacional y escasa diferencia del género con aspectos a nivel psico-sexual que denotan conflictos y una modalidad de satisfacción regresiva”. O, se podría sintetizar, borramiento del Otro como si todo fuera el Yo. La pericia confirmó, con terminología científica lo que se desprendía del relato de denunciantes y testigos, los abusos y vejaciones que Aldana viene negando desde el 23 de diciembre de 2016 cuando fue arrestado y quedó detenido por prisión preventiva en el Penal de Marcos Paz.
“El amor con ella siempre fue muy lindo. Tuvimos una relación muy normal, ella se encargaba de hacer la comida y yo la ayudaba… También la apoyé para que terminara el secundario. De hecho, la ayudé y le pagué un curso de modelo… Todo lo que (ella) dice es mentira, excepto ese día que la agarré de los brazos, y le dije, qué te pasa, estás loca… Creo que todo esto es una cuestión de despecho porque ella quería formar una familia. Ella era muy celosa. Creo que tiene que ver con el escenario, y eso de que la gente quiere como una parte tuya porque sos cantante. A mí no me importaba, yo estaba enamorado de ella”.
Estos son algunos fragmentos de la declaración de un señor de casi 50 años tras conocer el pedido de 35 años de cárcel por seis de los siete casos que se le imputan por abuso sexual y corrupción de menores. Son fragmentos que el señor Humberto Cristian Aldana pronunció en voz suave, apacible, aniñada como leyendo un libro de cuentos, que al tribunal debió sonarle como el cuento de la buena pipa para que (después de escucharlo repetir la misma cantinela por horas) resolviera no acceder a ninguno de los pedidos del acusado de presentar nuevos testimonios, de visualizar videos como pruebas y realizar careos.
Ayer al llegar a la sala alrededor de las 15.20 horas, el rockero sorprendió a las pocas personas presentes -ninguna de su lado- al expresar en voz alta sus “bendiciones para todos”, se detuvo a saludar decorosamente y clavar su mirada -por momentos con odio-, y se dispuso a ordenar algunos papeles y cuadernos. Luego tomó una botella con agua, se acercó al banquillo, y como quien lee el pronóstico del tiempo, dijo que se había enterado por los diarios que las querellas ya habían pedido 20 y 40 años de prisión. “No sé cuánto pidió el fiscal”, dijo dirigiéndose a Guillermo Pérez La Fuente, quien por la mañana había pedido 35 años tras su exposición de las declaraciones de las testigas que reforzaron los testimonios de las denunciantes y sumaron pruebas a las vejaciones y los abusos sexuales a los que el ex líder de la banda El Otro Yo, según los relatos, sometió a las víctimas entre el año 1999 y 2010.
Por la tarde, Aldana volvió a insistir en haber mantenido una relación con una de las denunciantes cuando ella tenía 17 años y el 36, detuvo su declaración en una serie de detalles irrelevantes, subrayó prejuicios y valoraciones misóginas sobre una de sus denunciantes e insistió en su victimización durante el proceso. El ex músico mencionó las violencias denunciadas como “chiquilinadas”, negó una y otra vez los abusos y por momentos habló en tercera persona como queriendo abstraerse de la situación en la que se encuentra: afrontando una megacausa por sus actos. Ante el Tribunal definió el “pogo” y dijo que “si ella (una de las denunciantes) tuvo moretones calculo que fue por los recitales” y luego, como señor a quien la ola conservadora le llegó a la par del proceso, habló de los escraches a la banda afirmando que realizó denuncias y que entregó nombres de activistas a la policía tras lo que consideró acciones políticas de “feministas, abortistas, piqueteras” añorando una situación ideal, en la que sus recitales transcurrieran con un patrullero en la puerta.
La semana pasada, el denunciado se quedó sin defensor privado por segunda vez, Nicolás Grasso renunció alegando problemas de salud y un viaje a Europa que tenía planeado con anticipación. Lejos de la impostura reviente rock y más cerca del machismo tanguero, Aldana subrayó sus hábitos saludables, se mostró como un buen cristiano y encarnó a otra víctima de una mujer despechada afirmando que es un perseguido político. Aldana responsabilizó además al Tribunal: “ustedes no reconocen mi indefensión”, afirmó, “se están vulnerando mis derechos”, a lo que el presidente le respondió “no se advierte ningún agravio” y negó de forma inmediata y por mayoría los pedidos del ex músico interpretados como maniobras dilatorias del proceso judicial rumbo a una sentencia tanto condenatoria como absolutoria.
Para mañana, jueves 4, resta la finalización de la declaración de Aldana y de la etapa de alegatos con el de la defensa. Todo parece indicar que será justicia. Porque el ocaso del ídolo -como la lucha de las pibas- es irreversible.