Por Diego Fina. Al igual que el año pasado el tenista argentino venció a Federer a domicilio en la final del ATP 500 de Basilea, consiguiendo el título número 17 de su carrera. Fue por 7-6 (7-3), 2-6 y 6-4 en un duelo parejo y entretenido.
Hace tiempo ya que Juan Martín del Potro le perdió el respeto (tenísticamente hablando) al eterno Roger Federer, quien dejó de ser el del poster para convertirse en una presa para el argentino. Y en Basilea lo volvió a demostrar, arrebatándole el torneo al suizo en el patio de su casa y con su gente, de la misma manera que lo había hecho en el 2012. De esta forma Del Potro estiró a tres sus triunfos consecutivos sobre Federer, convirtiéndose en su verdugo, con quien de todas formas está abajo en el historial por 5 a 13.
En los papeles el tandilense llegaba curiosamente como favorito, siendo el primer preclasificado del cuadro, algo que demostraría en la cancha con su presencia y agresividad. El encuentro fue de alto vuelo, bastante disputado, con pocos quiebres y solidez con el servicio por parte de ambos jugadores, aunque el local pagaría caro varios errores no forzados, especialmente con su derecha.
En el primer set los dos jugadores pudieron sostener su servicio con eficacia, más allá de algún susto, por lo que debió definirse en un tie break. Fue allí donde Delpo sacó de entrada una luz de ventaja que supo aprovechar para llevárselo por 7 a 3. El nivel de match era de excelencia y Federer salió a jugar con decisión el segundo parcial, donde lograría rápidamente un quiebre para marcar distancia, la que sería inalcanzable en un 6-2 final a su favor. En el último sucedería lo contrario, ya que el argentino lograría el quiebre en el primer juego de saque del suizo, el cual sería suficiente para quedarse con el partido luego de mantener su servicio y firmar un 6-4 a puro saque.
El camino del argentino hacia la consagración fue bastante accesible, ya que doblegó a la mayoría de sus rivales con jerarquía y dominando a partir de su juego ofensivo. Ellos fueron Laaksonen, Baghdatis, Mathieu y Roger-Vasselin, en ese orden. Federer, por su parte, venía de superar a Mannarino, Istomin, Dimitrov y Pospisil, este último en semifinales y con quien casi queda eliminado.
Esta fue la tercera final consecutiva que juega Del Potro, venía de caer en un gran encuentro ante Novak Djokovic en Shangai y, anteriormente, había doblegado al canadiense Milos Raonic en la definición de Tokio. Con su consagración en Basilea alcanzó su cuarto título del año y llega como uno de los candidatos al Masters 1000 de París.
El tandilense, ya clasificado al Torneo de Maestros, ratificó de este modo su gran momento, el cual se sostiene en algunos pilares fundamentales, como la confianza, protagonismo, madurez y fortaleza mental. De hecho sólo había sido bicampeón en Los Ángeles, lo que muestra a las claras el porqué de la llegada de su título número 17. El objetivo ahora será seguir escalando posiciones en el ranking y conseguir otro Grand Slam, como sucedió con el US Open allá por el 2009, tarea para nada sencilla, pero que de continuar en este nivel no es imposible.