Por Diego Paz. Tras un nuevo accidente en la línea Sarmiento con más de 100 personas heridas, desde distintos sectores responsabilizaron al gobierno y su gestión del sistema ferroviario, mientras que desde el gobierno, dirigentes del kirchnerismo y algunos usuarios apuntaron inmediatamente al motorman que conducía la formación. Acusaciones cruzadas y un clima enrarecido.
El sábado por la mañana, los argentinos amanecimos con una nueva noticia estremecedora: otro accidente en el Sarmiento. El mismo andén, casi la misma hora que aquel 22 de febrero de 2012. Parecía un Déjà vu, pero algunas cosas habían cambiado y otras no.
La formación chapa 5 no frenó y llegó casi hasta la altura de los molinetes de la estación Miserere, los pasajeros lograron escapar de los vagones y un grupo de ellos se dirigió inmediatamente hacia la cabina del motorman para increparlo y acusarlo de “asesino”. Algunos medios recogieron testimonios de pasajeros que especulaban entre la falla de los frenos y otros que apuntaban a la negligencia del conductor aludiendo que “estaba dormido”.
Pasadas unas horas, corrió con fuerza, la noticia de que el motorman, Julio Benítez, se habría querido llevar el disco duro de la cámara de la cabina en su mochila. A lo que dirigentes gremiales como Rubén “el pollo” Sobrero, delegado sindical del Ferrocarril Sarmiento y Horacio Caminos, dirigente del gremio La Fraternidad, desmintieron aludiendo que por la fuerza del impacto y la posterior reacción de los usuarios “30 segundo después”, no había tiempo suficiente para retirar el disco duro de las “polémicas” cámaras. Además, agregaría Sobrero en el programa de Luis Majul, las cámaras están precintadas por lo cual es muy difícil retirar el disco duro de las mismas.
Por la tarde del sábado, el ministro del Interior, Florencio Randazzo, en conferencia de prensa aportó más datos obtenidos por el GPS con los que cuentan todas las formaciones. Informó que el chapa 5 ingresó a la terminal a una velocidad de 22km cuando debería haberlo hecho a una velocidad de 12km. Además ratificó la noticia de que el disco duro de la cámara fue encontrado en la mochila del motorman Julio Benítez.
Cuando en un sistema ocurre un accidente, el que falla es el sistema y no sólo una parte, entendiendo que las partes hacen a todo el sistema. Individualizar responsabilidades desvía la atención sobre cuestiones de fondo y en última instancia la supuesta falta de profesionalidad de los motorman son también un problema del sistema ferroviario argentino.
El Estado, al asumir la gestión de una parte del sistema ferroviario ha heredado varios de los vicios instalados durante “las privatizaciones”. La concesión de los ferrocarriles a grupos empresarios que desde el 2003 que mantuvieron un boleto económico a base de subsidios, mantuvo un servicio sin inversiones y sin modernización. En nota de Página 12, “Seguridad al sistema” de Tomás Lukin, se menciona que “En 2006, la Siemens se adjudicó la renovación integral del sistema de control de barreras, señales y comunicación en ambos recorridos. La obra nunca avanzó y se rescindió el contrato a mediados de 2012, cuando la empresa devolvió los fondos”. También recuerda que el ministro Randazzo había reconocido en su última gira por China que “si el Sarmiento hubiera contado con un sistema de frenado automático, con la violación de las señales en rojo hubiera detenido la formación y evitado el accidente de Castelar. Es fundamental mejorar el señalamiento”, lo cual también es aplicable al reciente siniestro en Once. Por lo que, desde el Ministerio de Interior se reconoce la necesidad de avanzar en inversiones que reduzcan la siniestralidad por “el factor humano”. Ayer, por la noche en el programa “La Cornisa”, “el pollo” Sobrero resaltaba que eran necesarios más de 600 millones de dólares para instalar el sistema de Protección Automática de Trenes (ATP, por sus siglas en inglés). Desde la gestión por parte del Estado hasta la fecha se llevan invertidos más de 8.000 millones de pesos en renovación de infraestructura, quizás sin priorizar determinados ítems a pesar de los reiterados reclamos de los trabajadores.
Por último se ha instalado en el sentido común que los motorman no están capacitados o no son idóneos para su labor, luego de que el ministro Randazzo expusiera públicamente la negligencia de 4 casos sobre un total de 39.000. Según palabras del propio Sobrero en “La cornisa”, algunos gremios y su dirigencia, “son parte del problema, ya que varios fueron cómplices de las privatizaciones, pero que esos no son dirigentes sindicales si no que son empresarios” como el caso del reciente condenado Pedraza (ex-secretario general de la Unión Ferroviaria) por su responsabilidad en el asesinato de Mariano Ferreyra.
Por otro lado, desde los propios motorman se ha reclamado insistentemente en la compra de simuladores de manejo para poder desarrollar una carrera profesional de motorman, la cual se ha perdido desde las privatizaciones hasta la fecha, como así también se había perdido la formación en ingeniería ferroviaria desde la década del 80 hasta la actualidad, limitando el desarrollo nacional en materia de ferrocarriles producto del desguace iniciado por el Plan Larkin, durante el gobierno de Forndizi a finales de los 50.
Con este estado de abandono de la política en materia de transporte, particularmente en el sistema ferroviario, no han de sorprender nuevas tragedias mientras se sigan reproduciendo los viejos vicios.