Por Felix Melendez desde México
Ante la partida de una nueva Caravana Migrante desde El Salvador, Honduras y Guatemala con destino a México y/o Estados Unidos, el cotidiano de sus protagonistas.
“Me despidieron de mi trabajo como obrero y el jefe nunca me pagó. Por mi edad ya no me contrataban en ningún lado y no tuve de otra que salir de mi casa y apoyar a mi esposa de otra forma. A mis 55 años prefiero arriesgarme a dar esta caminata a quedarme en mi país” menciona un señor mientras se prepara para comenzar el largo trayecto.
Policías vigilan la salida de migrantes en las terminales de autobuses rumbo a Guatemala
Apenas amanece en la plaza principal de San Salvador y las historias de despidos injustificados, malos salarios, de amenazas de pandillas, de personas que pretenden dar un mejor futuro a su familia, de padres que quieren regresar por sus hijos o hijas que fueron dados en adopción, etc, son las voces constantes que se escuchan en el lugar que se ha vuelto el punto de reunión de los migrantes que han partido en 9 caravanas hacia Estados Unidos.
Migrantes Centroamericanos esperan en la aduana fronteriza de Ciudad Hidalgo en México para obtener permiso temporal para quedarse como refugiados (18 de Enero 2019) / Fotografía de Antonio Montes
Las caravanas del año pasado reflejaron el drama humano que se vive en sus países y que les obliga a huir de los principales problemas que les obligan migrar: la imparable pobreza, las injusticias sociales y la violencia desenfrenada provocada por la ampliación de las pandillas en los territorios. La migración irregular proveniente del triángulo norte ha sido constante desde los años 80’s y ha ido la alza desde hace muchos años, también es justo decir que los grupos masivos de migrantes viajando en Caravanas en México acompañados de defensores de derechos humanos para solicitar protección y ayuda humanitaria en la frontera no era un fenómeno nuevo. Lo que las caravanas grandes que partieron de Honduras y luego de El Salvador en octubre del año pasado mostraron, fue la dimensión dramática de las migraciones a nivel global, abriendo el debate de la confrontación tanto de los países expulsores y los receptores entre lo legal y lo moral, entre el humanismo y la manipulación política.
Grupo de migrantes rumbo a la frontera El Salvador – Guatemala
Esta exposición mediática trajo consigo cambios en las dinámicas de paso tanto en la frontera sur, en las rutas de paso y en la frontera norte que ahora comienzan a ser palpables. En Tecún Umán por ejemplo, la ciudad fronteriza que se encuentra dividida por un puente con su vecino México, la entrada constante del flujo de las caravanas ha creado tensión, tanto de los pobladores locales que expresan abiertamente su malestar por la cantidad de migrantes en las áreas públicas, así como también se percibe el malestar de los traficantes de mercadería que ven amenazados sus intereses por la constante presencia de la prensa internacional. Esta reacción bajo ciertas diferencias, ha sido la misma por las ciudades donde están pasando los caravaneros.
Migrantes hondureños en su paso por Guatemala, son ayudados por automovilista para llegar hasta Frontera Sur
Mientras, Estados Unidos mantiene su retórica anti inmigrante de cerrarse ante la posibilidad de ayudar a quienes llevan pruebas que huyen de la violencia, en México “la cuarta transformación” de Andrés Manuel López Obrador ha cambiado sustancialmente el discurso tradicional de represión a un enfoque basado en el respeto a los derechos humanos. En el comienzo del año 2019, el Instituto Nacional de Migración abrió el acostumbrado cerco policial en el puente fronterizo, brindando estatus de protección a más de 13 mil personas entre hondureños y salvadoreños que lo solicitaron en la primera quincena de enero y dando el libre acceso a miles de migrantes que no quisieron acogerse al status para continuar su camino.
Ronal” un joven rapero lidera un grupo de salvadoreños por las carreteras guatemaltecas rumbo a frontera sur.
Según la Secretaria de Relaciones Exteriores “México ha optado por apoyar a los centroamericanos que ingresaron por la frontera sur para documentar su ingreso y facilitar que algunos se inserten en el mercado laboral con un permiso temporal de un año sujeto a renovación y se ha dejado atrás la política de deportar en su territorio a cientos de miles de migrantes”.
Es común encontrarse grupos de personas pasando diariamente el rio Suchiate, frontera natural que divide a Guatemala de México
En contraste a estos cambios, también es cierto afirmar que el actuar de las autoridades del Instituto Nacional de Migración ha sido dudoso, porque las deportaciones han continuado, solo en enero y febrero de 2019 se retornaron a 952 Salvadoreños y a 1,550 hondureños de las caravanas de 2018 según datos de Migración de ambos países. Además las detenciones arbitrarias han sido constates, tanto a defensores/as de derechos humanos, como a personas a identificadas como líderes o han perseguido a los grupos pequeños que decidieron continuar su trayecto hacia Tijuana y Monterrey, basados en información de periodistas independientes que han acompañado los trayectos con los migrantes.
El 18 de enero de 2019, la aduana mexicano en frontera sur fue abierta para dejar pasar a los migrantes que no aceptaron la protección temporal.
En El Salvador, Honduras y Guatemala, la tónica del discurso oficial sigue ensañándose con a los traficantes de personas o “coyotes” como los principales manipuladores de incitar las caravanas, en lugar de combatir los motivos por los que la gente huye. Ni campañas virales, ni las advertencias de las autoridades mostrando los peligros que corren las y los viajeros en México logran amedrentar a los migrantes. Al contrario, son presa fácil de la desinformación en las redes sociales y artículos sin nombre de personas que aseguran que viajar con niños o niñas les dará ciertos privilegios para conseguir la protección, que México sigue dando vía libre por sus tierras para entrar a quienes lo soliciten, o de personas que “amablemente” se ofrecen a adelantarlos por ciertas ciudades por módicas cantidades de dinero. La realidad de fondo sigue siendo la inseguridad y la pobreza como principales motivos para abandonar sus familias y aventurarse a pasar por diversos martirios para llegar a Estados Unidos.
La migración por la ruta que cubre el trayecto del tren conocido como “La Bestia” sigue siendo constante y usada por muchos centroamericanos / Fotografía de Rubén Figueroa