Por Mauricio Polchi / Foto: Juan Monasterio
De a poco, el discurso machista pierde peso en las competencias de freestyle. Es un proceso, el cambio no es radical ni vertiginoso pero las frases misóginas ya no desatan ovaciones, las rimas homofóbicas dejaron de festejarse y las agresiones sexistas son resistidas entre el público.
El rap de la Argentina se hace eco de la revolución de las mujeres, lesbianas, travestis y trans y en este último tiempo la escena también se vio interpelada por la lucha del movimiento feminista. El ambiente tomó nota y empezó a navegar sobre la marea verde que mueve los tiempos de esta nueva era.
Tomar las calles, las plazas y los escenarios
“Las mujeres nos vamos abriendo camino en montones de espacios que siempre nos fueron negados, y el Hip Hop es uno de ellos. Tenemos muchas referentes dentro de la cultura y en este último tiempo aparecieron grandes personajes que dieron la nota”, cuenta Tatiana “Tatu” Franchi, activista y militante del freestyle en habla hispana.
En sintonía con otros espacios de género que nacieron al ritmo de la lucha feminista, como el grupo de actrices, las periodistas del “Ni Una Menos” o las futbolistas que reclaman por el profesionalismo, las mujeres del Hip Hop también se están organizando. Por eso mismo, en Buenos Aires ya se abrieron espacios nuevos, algunos íntegramente feministas, que resultan mucho más amigables.
“Entre todas tratamos de ayudarnos para más tener apoyo, para que haya más participantes, más DJs mujeres, más bandas de mujeres tocando en vivo”, detalla Tatiana, quién conoce en detalle el circuito under y además integra el colectivo “Las Chicas del Free”, el punto de unión que conecta a las freestylers de España con la parte sur del continente americano.
Ya no sorprende ver una piba rimando en una plaza, haciendo beatbox, clavando un ‘punchline’ o tirando unas bases desde las consolas. Incluso ellas mismas, en algunas competencias, conforman el jurado y así logran romper con el esquema de la justicia patriarcal que, incluso, se replica en estos lugares. Con ingenio, formación y contenido, en este contexto, las batalleras alcanzaron un gran protagonismo. Ya no son pibas que quieren hacer freestyle: son freestylers.
“En 2018 hubo un auge con la cantidad de raperas que se acercaron a las plazas y estuvieron en eventos de alto nivel. Algunas se movieron por todas partes, aunque tengan que viajar un montón porque muchas son del conurbano y tienen que atravesar distancias largas”, remarca Franchi. Esa observación surge, inevitablemente, a partir de violencia que sufren las mujeres y se refleja en los distintos casos de acoso, abuso o femicidio. “¿Por qué hay más pibes qué compiten? Y, hombres siempre hay en todos lados. Los pibes se mueven en grupos, van en bandita, tienen cómo ir y a la noche pueden volver solos a sus casas. Y eso, a las pibas, algunas adolescentes, se les complica”, subraya.
Estas experiencias desembocaron en otros y nuevos ciclos, como el de ‘Riña de las Gallas’ que se hizo en el Centro Cultural Haroldo Conti de la ex Esma con todas mujeres participantes, Dj Sista en las bandejas, Karen Pastrana como ‘Host’, y Dak1llah, Luyara Tink y Kris Alaniz como juradas. Por otra parte, sobresale el espacio de ‘Malas Tripas’, que es “un encadenamiento sororo de piezas que contienen realidad, ficción, sudor y lágrimas” y genera una energía inigualable. También se efectuó ‘Misión Queen’, dentro de ‘Misión HipHop’; y se creó ‘Pueblo Raper’, con una temática orientada a dejar los prejuicios de lados porque ahí no se toleran la homofobia, la gordofobia ni la discriminación racial. “Y eso resulta más exigente, y mucho más para quienes no están deconstruidos”, valora Tatu.
Rimas de ayer y de hoy
En la Argentina, la historia del rap de mujeres nos remite a las pioneras Actitud María Marta, el ex conjunto de las aún vigentes Malena D’Alessio y Alicia Dal Monte (Alika) que en los años noventa se impuso gracias a sus innovadora propuesta musical y sus letras contestatarias. En el nuevo milenio, el camino se agrandó cuando asomaron Ioja, Sara Hebe y Miss Bolivia, entre otras. Sin embargo, en el freestyle y el rap improvisado la tendencia se fue acentuando en estos últimos diez años.
Tal como lo describe el artículo de Carlos Suárez Álvarez para el portal Estilo Libre, “una de las precursoras, si no la primera, fue Lait. Su presencia era habitual en los inicios de Halabalusa y nos ha dejado batallas contra tres jóvenes promesas como Kódigo (2010), Papo o Mks (2012). Aún entre la vieja escuela destacan grandes nombres como La Joaqui (Red Bull 2014 y 2015), Tink (Red Bull 2016 donde consiguió pasar una ronda) o Rouse (conocida entre otras cosas por protagonizar una de las grandes respuestas de la historia del free argento ante Tai a cuenta de Pocahontas). A estos estandartes hay que sumar en los últimos años la aparición de Tesis, Krei y, como no, Dak1llah. Esta última ya ha dado el salto a la música y se confirma como una de las grandes promesas del país”. Actualmente, a esa larga lista de artistas se le suman Roma, NTC, NN, Holy, Way, Paloma, Kruda, China, Reina, Crazy Girl, y Cathy.
Melany Kuzeluk primero conoció el breackdance y, como se sabe, de ahí al freestyle hay sólo un paso. En el medio, aparecieron los discos del ‘Cartel de Santa’ y ‘Vico C’. Empezó a rapear hace seis años en su “vecindario” de Grand Bourg y en el arranque de 2019, bajo el nombre de NN a.k.a Winz, lanzó el single “Fe Ciega” por medio de la red social YouTube. “Yo escribo poesías desde hace un montón, entonces ya tenía mis anotaciones. Pero resulta que iba a una Iglesia donde nos enseñaban a grafitear, a bailar, y un día mostré una letra. Salió un tema y me mandé”.
A base de esfuerzo y constancia, NN cosechó un flow tan poderoso como hipnótico, que sobrevuela sobre las bases y se acomoda a cualquier beat. “Es más grato rapear, pero cuando empezas a competir sentís esa adrenalina que te empuja para adelante. Entonces necesitas escuchar al otro porque te exige, y una debe esforzarse para superar a quien está enfrente y a una misma”, comenta.
Actualmente las mujeres se defienden de los ataques machistas en cada batalla de freestyle. “Te pueden tirar un berretín, quizá alguno se desboca, pero ahora se cuidan porque saben que las raperas tienen buen nivel, buen level, y pueden quedar en ridículo porque el público festeja lo que respondemos”, explica.
Un episodio reciente puede servir como ejemplo para graficar y comprender ese cruce. Ocurrió durante este verano porteño en el torneo de Cultura Rap de Recoleta. A la audaz y entrenada Abby le gritaron ‘puta’ en medio de un duelo y ella con astucia retrucó: “¿Qué te pasa me bardeás? / por algo que yo tengo y vos solo envidias / que es una vida sexual”. Así, con altura y de forma improvisada, expuso a su rival y provocó un terremoto de aplausos.
“Nosotras no nos rebajamos a responder un insulto, y entonces ellos tienen que mejorar. Hoy en día tenemos más técnica, estamos más sueltas, y con rapidez de respuestas ante algún agravio o una palabra que nos denigre. Entonces, ellos pueden hacer papelones o quedar mal parados”, explica con absoluta claridad Florencia Scardamaglia a.k.a Holy Step. “Hay muchas pibas que aún no se animan, se sienten retraídas, por vergüenza o por el rechazo y los prejuicios del público en general. Y les decimos que se sumen, nosotras podemos hacernos ver y escuchar. Arriba del escenario podemos decirnos cosas pero abajo andamos a los abrazos”, cuenta Holy Step, quien es oriunda de Don Torcuato, participa en diversas competencias y recientemente estrenó el clip de “Mentiras Verdaderas”.
Nosotras no callamos
“No entiendo cómo podemos subirnos a un escenario de Red Bull si no es para limpiarlo”, escribió Socas, la reconocida rapera de Madrid, en ocasión del Día Internacional de las Mujeres bajo el título: “8M, Nosotras No Callamos”. En ese artículo Socas reflexiona sobre los roles que ocupan las mujeres en el mundo de Freestylers. Con su aporte y su mirada, marca las diferencias entre las presencias masculinas y femeninas en los eventos de elite. Sucede que en las competencias de renombre ellas ni figuran. “No debería ser normal que hasta la 10ª edición de Red Bull, el número de mujeres no alcance la decena, o que entre los 108 participantes de una clasificatoria de BDM, solo haya una chica. Como me ocurrió a mí, en la segunda batalla de mi vida”, sentenció la madrileña.
En la FMS (Freestyle Master Series) de España solo se enfrentan los hombres. En la de México ocurre lo mismo. En la de Argentina son 10 competidores, un Dj, un host y 5 jurados. Casi 20 personas en escena, todos varones. En esos eventos las mujeres solo están entre el público, en la barra del boliche, en las boleterías, limpiando los baños o en la entrada como personal de seguridad, pero nunca ninguna de ellas está rapeando arriba de las tarimas. En la Red Bull Internacional fueron todos gallos, lo mismo ocurrió con el Host y los 5 jurados. Pero algo está cambiando. En la edición 2019, la chilena Deejay Atenea se encargó de ponerle sonido a la súper final.
Como en otros aspectos de la vida, las pibas se imponen a fuerza de plantarse y hacer retroceder el machismo. En este caso, con un puñado de palabras que apuntan a desandar el camino de las agresiones y la discriminación y generar rimas nuevas que apunten a construir. Pensar rápido y gritar hondo parece ser la clave. Hacia allá van.