Por Juan Manuel De Stefano. Nalbandian se retiró del tenis y dejó atrás una historia de enormes hazañas. Aquí, una reseña de lo mejor del Rey en su carrera.
Se veía venir. Las lesiones reiteradas, molestas, impiadosas recayeron en los últimos años sobre el que fuera, tal vez, uno de los personajes más amados y admirados por el público argentino. David Nalbandian tuvo una carrera llena de momentos inolvidables. No sólo en el circuito, la tan ansiada y esquiva Copa Davis marcó a fuego la carrera del cordobés. Un capricho del destino determinó que su última función oficial se diera el sábado 6 de abril con un gran triunfo en el dobles que integró junto a Horacio Zeballos, venciendo a Llodrá-Benneteau en los cuartos de final, poniendo la serie 2 a 1 para los de Jaite.
“El hombro no me respondió bien y así no puedo competir al nivel ATP. La Davis es una espina que no se pudo cumplir, pero se dio así. Faltó ganar dos puntos y nada más”, comentó el notable jugador en conferencia de prensa. Lo cierto, es que se va uno de los últimos jugadores que daba gusto ver jugar. Su tenis fino, pensante y de gran jerarquía no es moneda corriente en la actualidad. Criticado por actitudes que no gustaban al común de la gente, denostado y alabado casi en partes iguales, regó las canchas del mundo con sutilezas difíciles de repetir. Combinó coraje y buen tenis.
Ya en sus comienzos, allá por el 2002 sorprendió al mundo con una memorable actuación llegando a la final de Wimbledon y siendo derrotado por un Lleyton Hewitt que se encontraba en la “cresta de la ola”. El mismo año en el que ganó sus dos primeros torneos en Basilea y Estoril. O ante el mismo rival en una recordada serie ante Australia en 2005 en la que fue “toro en rodeo ajeno” sacando lo mejor de su juego y venciéndolo sobre césped 6-2, 6-4 y 6-4 para darle a los capitaneados porLuli Manciniel pasaje a las semifinales.
Ese año en el circuito, entró al Masters de Shangai casi por la ventana cuando tenía todo planeado para irse de viaje y lo llamaron sobre la hora ante las lesiones de un par de jugadores. Finalmente llegó a la final de aquel torneo y derrotó en un partido memorable al suizo Roger Federer tras una épica remontada con un marcador de 6-7, 6-7, 6-2, 6-1 y 7-6. En 2007 ganó los dos únicos Masters Series de su carrera venciendo a los tres mejores del mundo: Djokovic, Nadal (2 veces) y Federer (2 veces), en Paris y Madrid consecutivamente. El mundo otra vez hablaba de él y de su capacidad para enfrentar a grandes gigantes y jugar como en el patio de su casa.
Como en su Unquillo natal, donde desde pequeño desarrolló todo su potencial jugando en las canchas de cemento que casi nadie quería, en un país signado por el polvo de ladrillo. Entre otra de sus hazañas quedará el ser uno de los pocos jugadores que llegó a semifinales de los cuatro Grand Slam (Australia, US Open, Roland Garros y Wimbledon). Entre 2003 y 2007 se mantuvo en el Top 10, lo que motivó una mención especial de la ATP.
El Rey David llegó en tres oportunidades a la final de la Copa Davis y no la pudo ganar. Fue, tal vez, su mayor frustración. Al tiempo que quemaba sus últimos cartuchos y las lesiones minaban su potencial, David multiplicó sus esfuerzos para estar en todas y cada una de las series que jugó el equipo argentino. Lamentablemente el físico le dijo basta y no podrá ir en busca de su gran objetivo.
Lo que no se puede soslayar es que Nalbandian fue un enorme jugador de tenis, dueño de un revés memorable a la altura de los mejores de la historia con el que marcaba el ritmo de los partidos y sometía a sus rivales de manera notable. Siempre fue noticia. No sólo por su tenis de gran nivel, su vida privada, sus amores prohibidos y su declarada obsesión por los deportes extremos como el bungee-jumping y el rally o su pasión por la pesca, despertaron las más despiadadas críticas o los elogios más encendidos.
Dejando de lado los prejuicios, se podrá asegurar que David pudo haber llegado a ser numero uno del mundo y en algún momento estuvo muy cerca de serlo. Es sacrificada la vida del tenista y Nalbandian lo sufrió en algún momento y trató por todos los medios de divertirse dentro y fuera de la cancha. Lo que no se podrá negar jamás es que fue uno de los grandes del tenis argentino y mundial. A los 31 años y tras trece años de carrera anunció la noticia que nadie quería oír.
El futuro es una incógnita, por ahora, por lo menos así lo definió el cordobés: “Hoy no estoy pensando en nada más allá de la realidad que vivo. Por ahora, estoy muy enfocado en hacer la evolución del hombro, disfrutar de mi hija, de mi mujer y no tengo ningún plan”, aseguró. Apesadumbrado, a Nalbandian le queda el consuelo de retirarse en un gran partido de exhibición ante Rafael Nadal, uno de sus amigos de tantos años de compartir circuito: “Rafa es un amigo, un número uno, un jugador distinto y espero que el evento sea de lo mejor posible, porque serán mis últimos partidos y por su presencia en Argentina. Y sabiendo que también viene ‘Nole’ capaz le pego una llamada y hacemos algo también”, enfatizó. El encuentro se dará en noviembre próximo en Córdoba y en La Rural. Será la última oportunidad de ver a un tenista de notables condiciones que regaló momentos inolvidables a los amantes de este deporte. Se fue un grande, el tenis está de luto.