Por Mauricio Polchi (@MauriElbueno)
Después de 60 años en actividad cerró la histórica Pizzería Roma, dejando en la calle a casi 40 familias. Los dueños tapiaron la entrada y enviaron los telegramas de despido. La policía se apostó en la puerta. Como forma de protesta, los y las trabajadoras ocupan el local desde hace 1 semana.
Unos gigantescos bloques de madera tapan la entrada de la emblemática pizzería Roma, ubicada en la peatonal Lavalle, a pocos metros de la Avenida 9 de Julio. El muro, colocado sobre el extenso frente vidrioso, se levantó durante la madrugada del miércoles 26 de diciembre. Ese día, la pizzería abrió sus puertas y funcionó con total normalidad. Un día después, el jueves 27, cuando lxs empleadxs llegaron temprano para cumplir con sus tareas habituales el local estaba completamente tapiado. Sus dueños, Fernando y Daniel Sarlenga, propietarios también de la pizzería Nápoles ubicada en Callao y Rivadavia, no les avisaron nada y comenzaron a mandar los telegramas de despido. Antes les habían dicho que iban a cerrar desde el 2 de enero por reformas. Ahora se rehúsan a hablar con los y las trabajadoras. En total, casi 40 familias quedaron en la calle de un día para otro.
Ante el abandono de los patrones, y en reclamo por la continuidad laboral, las y los trabajadores entraron y ocuparon el local. “Nos habían dicho que iban a cerrar por reformas pero nos echaron a todos”, contó el delegado de la pizzería Rubén Torres. Con más de 60 años en el rubro gastronómico, Roma bajó sus persianas en un contexto de ajuste y recesión económica. “Hay muchachos con 20 o 30 años de antigüedad. Muchos compañeros son grandes, algunos con más de 60 años, a punto de jubilarse”, describió Torres. “A muchos les duele tener que afrontar este mal momento, sabiendo que todo aumenta y la plata no alcanza”, agrega Sandra, con total crudeza y sensatez, una de las cuatro mujeres que fueron echadas.
Mientras el presidente Macri está de vacaciones en Villa La Angostura, el año cerró con números francamente preocupantes en materia económica. Pese a esto, durante su descanso en el sur patagónico, el presidente se aumentó el sueldo a él y sus ministros, un 25% a efectuarse entre enero y febrero de este año. El Jefe de Estado también les subió el salario y los montos a los funcionarios de primera línea en concepto de viáticos. Como Macri estaba lejos de Buenos Aires, el decreto 1198/2018 se firmó a través de un expediente electrónico. Fue el 28 de diciembre, casualmente, el día de Los Santos Inocentes.
En Argentina la desocupación crece a ritmo acelerado. La tasa de desempleo llegó al 9% y en algunas provincias ya superó los dos dígitos, según informó el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC). Para el 2018, el gobierno había anunciado un crecimiento económico del 2%, una inflación controlada en torno al 15% y un dólar estable cercano a los 20 pesos. Lejos quedaron de todas esas estimaciones. Las políticas del Poder Ejecutivo, con el aval del Congreso, empeoraron el escenario y la crisis se agravó hasta el punto de endeudarse con el Fondo Monetario Internacional (FMI), uno de los principales actores desencadenantes de las crisis política, social y económica del 2001. El resultado de ese pacto fue desastroso y la inflación del año pasado estuvo cercana al 50%. Además, el dólar alcanzó los 40 pesos, apareció el fantasma del riesgo país y los tarifazos volvieron a golpear a la población.
Ayer se cumplió una semana de la toma de la pizzería Roma. Cocineros, mozos y lavacopas pasaron juntos el 31 de diciembre, en el local tomado. Por primera vez en su vida, estuvieron lejos de sus casas, de sus seres queridos. No hubo brindis con sus padres, ni besos con sus parejas, ni saludos con las y los vecinos, ni abrazos con sus hijxs. Sus familiares pasaron para verlxs pero no hubo contacto. Ellxs adentro, la visita en la vereda, y en el medio los policías que todo lo controlan en la puerta. Esa última noche de 2018, en silencio, comieron unas empanadas y bebieron unas gaseosas que les alcanzó la gente del sindicato de Pasteleros. De vez en cuando, algunx rompía en llanto.