Por Luz Ailín Báez
Cuando los titulares de diarios y graphs de la tele dicen “La Justicia decidió” tal o cual cosa, siempre siento un escozor, una reverencia con transpiración helada en la piel al observar en concreto la creación de una subjetividad hecha de letras: La Justicia. Ese aglomerado de letras que constituyen el “As bajo la manga” de los medios que quieren teñir de impersonalidad las acciones que llevan a cabo sujetos de carne y hueso. “El tribunal de tal lado ordenó, condenó”, y más.
Cuando “La Justicia” patriarcal actúa, tenemos como resultado una víctima revictimizada por el accionar posterior de quienes se supone deberían velar por la verdad de manera imparcial, haciendo honores a la estatua que corona la entrada de todos los edificios donde ejercen su profesión de jueces, abogados, fiscales y más. Pero no. Sucedió otra vez. El Poder Judicial de Mar del Plata arremete nuevamente contra los Derechos Humanos, otorgándoles derechos a los responsables de la violación y muerte de Natalia Melmann.
A mediados de octubre, exactamente un año después de haberles otorgado el beneficio, el Tribunal de Casación anuló la resolución que posibilitó las salidas transitorias de Ricardo Suárez, Oscar Echenique y Ricardo Anselmini, los policías que fueron condenados a prisión perpetua por haber matado a Natalia Melmann en Miramar en 2001. Pero la dama de ojos cubiertos que porta una espada y una balanza, se inclina hacia otro lado nuevamente. A 17 años del crimen cometido, el Tribunal Oral 4 de Mar del Plata ha cambiado insólita y nuevamente de parece: ser condenado a cadena perpetua en cada instancia penal por el secuestro, tortura, violación y asesinato de una chica de 15 años no es motivo suficiente para no borrar con el codo lo escrito meses antes.
Los tres policías condenados a prisión perpetua volvieron a ser beneficiados con salidas transitorias sin tobillera ni custodia, medida de la que ya gozaban meses atrás pero que en octubre había sido anulada, aunque ahora -a pedido de la defensa- les volvieron a otorgar. Otra vez, los policías asesinos de Natalia: Suárez, Anselmini y Echenique van a poder salir un domingo cada 15 días de 8 de la mañana a 8 de la noche con total libertad, sin tobilleras, sin custodia policial, sin pulseras electrónicas, sin la guarda del patronato de liberados. Pudiendo hacer vida normal como cualquier otro ciudadano.
El inaudito beneficio fue solicitado por la defensa de los efectivos condenados, empleando una serie de tecnicismos ante Casación, aprovechando que todavía no estaría firme la sentencia que revocaba las salidas. Ante lo sucedido, Marcha dialogó con Gustavo Melmann, padre de Natalia, quien calificó la medida como “una barbaridad” ya que “va en contra del artículo 100 del código penal que refiere a que la prisión perpetua debe ser de cumplimiento efectivo, sin ningún tipo de beneficio”. Gustavo habla con la calma de quien mucho ha pasado y con el eco fresco de los pasos de cientos de personas que el miércoles marcharon pidiendo justicia por Lucía Pérez y en repudio a los jueces que con el fallo absolvieron a los acusados de matarla. Ellos, que con sus dichos no hicieron más que seguir lastimando y echándole la culpa a la joven marplatense asesinada brutalmente en dicha ciudad.
Por esto, la familia de Natalia denunció la “falta de capacitación en materia de violencia hacia el colectivo de mujeres” que expone la Justicia y exigió que se sancione y se implemente la llamada “Ley Micaela”, cuyo proyecto- presentado por diputados del Movimiento Evita en homenaje a la joven de 21 años asesinada en Gualeguay el año pasado- apunta a establecer un “Programa Nacional Permanente de Capacitación Institucional en Género y Violencia contra las Mujeres” para que todos los que se desempeñan en la función pública en los tres poderes del Estado tengan una capacitación en género. Para que “La Justicia” deje de ser una palabra vacua y se colme de sujetos que dejen de darle cuerda al patriarcado.