Comenzó la tercera edición de Arandu, la Muestra Latinoamericana de Cine Indígena y Comunitario. Este fin de semana se estarán proyectando materiales audiovisuales en sedes del noroeste del conurbano bonaerense, acompañado con muestras artísticas y fotográficas. Hablamos con Laura Godoy.
En América Latina existe un cine diferente que viene creciendo de abajo hacia arriba. Se trata del cine indígena y comunitario. Cansados de ser representados en forma degradante y ofensiva en la pantalla, los pueblos originarios comenzaron a desarrollar producciones audiovisuales con sus propias miradas, técnicas y características estéticas.
Las comunidades realizan películas y documentales para contar sus historias y representarse a sí mismos de manera más respetuosa con su cultura y cosmovisión. No solo quieren ser vistas para denunciar las necesidades y problemáticas en sus territorios, sino también quieren verse a ellas mismas en la pantalla. Cada una de estas producciones es un espacio de integración donde participa toda la comunidad y les sirve para empoderarse y reforzar su identidad como pueblo.
Desde hace tres años, “Arandu – Muestra Latinoamericana de Cine Indígena y Comunitario” cumple la tarea de difusión y promoción de esta clase de producciones audiovisuales en el conurbano. Entrevistamos a Laura Godoy sobre su experiencia como organizadora y la nueva muestra este fin de semana.
– ¿Cómo surgió la muestra de cine Arandu?
– Arandu surgió hace tres años a partir de experiencias previas de un grupo de compañeros/as. Somos estudiantes y graduados/as de la carrera comunicación, docentes y directivos de escuelas públicas del conurbano. Teníamos como base las actividades realizadas por el ciclo “Reencuentros con Pueblos Originarios” de la Universidad Nacional de General Sarmiento. Ese ciclo lo lleva cabo el área de Pueblos Originarios de la Universidad, dirigida por Beatriz Alor y donde colaboramos estudiantes y graduados/as de la universidad. También colaboran referentes de pueblos originarios de distintas comunidades.
En ese espacio nos encontramos varios compañeros/as que vimos la necesidad de hacer circular las producciones referidas a pueblos originarios, a partir de un ciclo que se venía realizando llamado “Cine para Descolonizar”. En aquel entonces se hacían proyecciones una vez por mes de materiales que nos costaba mucho conseguir. Ahí notamos que había un público que estaba esperando esos materiales.
Por otro lado, también surgió la idea del cine comunitario. Fue una semilla que nos trajo la compañera Andrea López de Colombia, quien colabora con el ciclo Reencuentros y con Arandú. Ellas nos trajo la propuesta de cine comunitario que venía trabajando con la Universidad Pedagógica de Colombia, en diferentes barrios de allá y también en comunidades indígenas colombianas. Nos interesó y comenzamos a implementar talleres de cine comunitario dentro de comunidades urbanas de Jose C. Paz y en una escuela.
– ¿Por qué es importante el cine indígena y comunitario?
– La importancia del cine indígena y comunitario es ser alternativo al cine tradicional, al cine comercial de las grandes cadenas. Hay una discusión acerca de qué es el cine indígena y qué es el cine comunitario. La idea de nombrar a la muestra Arandu de ambas formas es tener un abanico de propuestas cinematográficas que no son accesibles, sobre todo en los barrios donde nosotros/as trabajamos. Parece que el cine que llega a nuestros barrios y mayormente a las juventudes es el cine yanqui de Hollywood.
Teniendo en cuenta que muchos/as somos docentes, para nosotros/as es muy importante el cine comunitario porque presenta una alternativa. Entendemos que representa de otras formas las identidades que nos interesa revalorizar, mostrar y construir. Sirve para darle lugar a otras identidades, otras formas de ser, de sentir y pensar.
Sobre todo es importante hacer circular este tipo de materiales y abrir el espacio para que muchas personas puedan acceder al cine alternativo y no consuman tanto el cine tradicional, ese que nos vende todo un conjunto de estereotipos que constituyen “la normalidad”.
– Además de la edición anual, Arandu tiene muestras itinerantes durante el año, ¿dónde estuvieron y cómo fueron recibidos?
– A partir de la primera muestra Arandu nos planteamos hacerla itinerante, para que la gran cantidad de materiales audiovisuales que recibimos todos los años no queden parados. Con esa modalidad hemos visitado muchos lugares diversos. Para cada lugar a donde vamos hacemos una selección de acuerdo a los intereses de las organizaciones y el público. Tenemos en cuenta su interés sobre qué es lo que quieren mostrar, cuál temática les parece más interesante y las características del lugar donde proyectamos.
La idea de la modalidad itinerante es ser parte de otras actividades, por eso estuvimos en escuelas, ferias y festivales. Estuvimos en la “Feria Itiner-Arte” de Hurlingham, en el Instituto Superior de Artes Visuales Antonio Berni de San Martín y en la Radio Tinkunaco de Jose C. Paz. También fuimos a Punta Querandí, un sitio sagrado para los pueblos originarios acá en el conurbano, y al Museo Etnográfico Ambrosetti en la Ciudad de Buenos Aires.
Siempre somos super bien recibidos con nuestra propuesta en todos los lugares. Es muy enriquecedora la modalidad itinerante porque cada vez nos vamos con una sensación que nos da el público, que existe la necesidad de ver estos materiales.
– ¿Cómo es el reto de hacer un ciclo de cine indígena en el Conurbano?
– Hacer una muestra de cine indígena y comunitario acá en el conurbano es un desafío. En primer lugar, no sabíamos cuánta gente estaba dispuesta a consumir este tipo de cine. Ahora sabemos que existe un público interesado pero queremos que crezca. Entendemos que a veces alguien no está interesado en esta clase de cine porque hay una presión del mercado para que se consuma el cine tradicional. Entonces, es un desafío instalar este cine alternativo como una propuesta más dentro de nuestros barrios del conurbano.
También aprendimos durante las tres ediciones en el conurbano que nos acerca a otras organizaciones, otras instituciones y proyectos. Sin esa vinculación Arandu no podría desarrollarse. Este años las tres jornadas son en tres instituciones diferentes como sedes, lo que le da mucha riqueza al proyecto.
Hacer la muestra acá significa sumarle la mística de la construcción comunitaria que tiene el conurbano, de la forma que tenemos de “hacer con otros” en estos barrios. Significa hacerla colectivamente con otros/as que están interesados en construir una cultura popular y barrial, que se opone al sistema tradicional que entiende a la cultura como un comercio y mercancía. Nosotros/as queremos pensar a la cultura como algo que es de todos/as y pertenece a los pueblos.
– ¿Qué planearon para la tercera edición de Arandu?
– Para la tercera edición seleccionamos alrededor de 40 materiales. Esta vez seleccionamos un número un poco menor por la disponibilidad que tenemos y porque chocamos con otras actividades que suceden acá. Esto tiene que ver con la dinámica social de nuestros barrios. El contexto de crisis hace que se multipliquen los proyectos y las propuestas de actividades barriales.
Además atravesamos un contexto particular en las escuelas públicas del conurbano. Todos los años Arandu tiene como sede la Escuela 35 de Jose C. Paz, pero no esta vez debido a los hechos conocidos que sucedieron en Moreno, donde mueren una docente y un auxiliar a causa de la desidia del Estado. Debido a las muertes de Sandra y Rubén, la Escuela 35 tiene conflictos con la infraestructura y no podemos desarrollar la muestra en esa institución..
La primera jornada estuvimos en la Escuela Primaria N°7 donde vimos material de infancia y juventudes, y también sobre identidad de los pueblos originarios. El sábado (por hoy) vamos a estar en La Herrería Teatro de San Miguel con la categoría de géneros e identidades, viendo cómo se desarrolla la cuestión indígena y comunitaria con el género. El domingo estaremos en el Centro Cultural Barrio Frino mostrando materiales sobre territorios, luchas y resistencias donde confluyen las problemáticas con lo indígena y comunitario.
– ¿Cuál fue la intención de elegir las temáticas este año?
– La tercera edición de Arandu va estar organizada en categorías diferentes para cada una de las tres jornadas, donde predomina la situación de los pueblos originarios de toda Abya Yala o América Latina. Recibimos muchos títulos de varios países; Paraguay, Brasil, Bolivia, Perú, Ecuador, México, Chile y por supuesto Argentina. Es muy interesante ver la diversidad de los pueblos, sobre todo en algunos materiales que están hablados en lenguas originarias (con subtítulos).
Una de nuestros objetivos es romper con los preconceptos que se tiene de las poblaciones originarias y de los barrios. A veces se entiende que en las comunidades originarias son todos buenos y hacen artesanías. Según otro mito, todas esas comunidades tienen un machismo muy fuerte. La idea es romper con esas generalidades y ver que hay una inmensa diversidad de características en aquello que la sociedad occidental entiende como pueblos originarios.
Por ejemplo, en la jornada de género y diversidades, la idea es ver más allá de la mujer y entender los cuerpos como diversidades. Pensar cómo los cuerpos tienen otras significaciones para otras culturas. Interpretar la diversidad en eso también. Ese día vamos a articular con las chicas que hacen el “Festival Trabajadoras de la Cultura”.
Por último, en la jornada de territorios y resistencia tenemos producciones en relación a los conflictos generados por la economía extractiva. Veremos el uso extractivo de la naturaleza por parte de las grandes empresas y los poderes capitalistas y la destrucción de la tierra y sus recursos que provocan. Frente a esto se postula la otra perspectiva, la cosmovisión que tienen las poblaciones originarias, con el uso respetuoso de la naturaleza y ser parte de la misma.