Por Gabriel Casas
Era lo que la mayoría de las y los futboleros argentinos esperaban después del Mundial de Rusia. Correr a los históricos de la Selección Argentina y darle vía libre a la nueva camada que ya llegó para instalarse. El futuro ya llegó, como cantaba el Indio Solari. Lionel Scaloni lo hizo.
Seguramente, con el aval de Chiqui Tapia y Angelici (a), el Tano Scaloni no tiene espalda, ni puesto asegurado, como para quemarse solito en esa función asignada de ser “el limpia históricos”. Habrá dos pruebas ante Guatemala y Colombia en septiembre para ver cómo empieza a caminar el asunto.
Se dice (siempre se dice) que el entrenador llamó para convocar únicamente a Messi y a Otamendi y que ambos le dijeron que no, por ahora, por diferentes motivos. Se dice (también), que el Gringo también llamó a Agüero, Di María e Higuaín para explicarles por qué no los citaba. O sea, mantuvo los códigos con la mesa chica (ya renunciados Mascherano y Biglia en la misma Rusia) del grupo anterior.
Scaloni se juega un pleno. Debe pensar, en su fuero íntimo, que con lo impresentables que son los dirigentes argentinos en la era post Grondona, que si el equipo que arme empieza a jugar bien y ganar, su continuidad después de diciembre hasta se podría prolongar. Y no es tan descabellado. Los elegidos naturales son el Cholo Simeone y Pochettino. Ambos no estarían dispuestos a aceptar tras los sondeos previos con su círculo íntimo. El Cholo incluso utilizó a su padre de vocero para cerrar esa puerta y explicar el motivo. También se rumoreó por Gareca, Almirón (el preferido de Macri y Angelici, y sabemos cómo influye eso) y Almeyda. Estos tres vendrían corriendo, pero ninguno aceptaría ensuciarse las manos de haber borrado a los amigos y compinches de Messi. Sería empezar menos diez con el astro.
La primera pregunta (siempre hay que hacerse preguntas, eso te obliga a pensar) es si está mal encomendarse una vez más a la aceptación de Messi. Es inevitable, como lo era con Maradona en su momento. Sampaoli se pasó de rosca y fue peor. Dicen (siempre dicen) que su obsecuencia con Messi le terminó jugando en contra. A Lionel no le gustan los técnicos chupamedias. No le gustan los más papistas que el Papa. Y eso condenó a Sampaoli. La Selección era manejada (también dicen….) por Messi, Agüero y Mascherano, apoyados por el resto de los históricos. El Jefecito era el vocero elegido por ellos mismos. Eso se vio claramente cuando la hecatombe de Rusia amenazaba con llevárselos a todos puestos. Incluido al propio Messi. Ahí le soltaron la mano a Sampaoli, a quien apenas se la habían prestado y dejado que la agarre del dedo meñique. Todos sabemos cómo terminó eso. Becaccece huyendo primero a Defensa y Justicia, Sampaoli resistiendo con el mismo aguante de los kirchneristas a Cambiemos y Scaloni quedando en el lugar indicado y a la hora indicada.
Bueno, ahora vayamos a lo puramente futbolístico. Es auspiciante a primera vista leer los nombres elegidos por Scaloni para estos dos amistosos. Extraña la presencia de Sergio Romero (el único histórico que aceptó seguir tras su traumática salida por lesión de la excursión a Rusia) por su presente ausente. El arquero que no ataja en Manchester United. Un amigo, periodista deportivo también, me dice: “Claro, cómo no lo van a llamar si no ataja nunca. No hace cagadas, ni se come goles insólitos por eso”. Creo que también es un guiño a la vieja guardia en retirada. Romero es uno de ellos. Dicen que es muy querido porque es muy buena gente y, para ser justos, nunca desentonó demasiado en la Selección. Se le puede achacar el primer gol que le hizo el alemán Muller a los tres minutos en Sudáfrica 2010 y que fue el principio del fin del equipo de Maradona. El otro caso difícil de explicar es Salvio. Que ni siquiera es histórico.
Ilusiona ver los apellidos de Lo Celso, Cervi (juntos la rompían en el Rosario Central del Chacho Coudet y ahora tienen la experiencia europea), Dybala, Paredes, Meza, Pity Martínez, Lautaro Martínez, Correa y Pavón. Hasta se entiende el regreso de Icardi. También mantener a Acuña o hasta a Mercado. Ilusiona que Ascacibar sea el nuevo Mascherano en la cancha y esperemos que sin el vedetismo del jefecito por comandar un plantel. Ilusionan los laterales Bustos y Tagliafico. Los centrales Franco y Funes Mori. Y hasta tener a un guerrero como Kanemman en las gateras. Esos “caudillos” que siempre se creen son necesarios para equilibrar con los que saben jugar mejor con la pelota en los pies. Ilusiona no saber si quedarse con Armani o Rulli para ese puesto de arquero. Aunque seguro, por códigos, ante Guatemala atajará y será capitán Romero.
Ilusiona que se arme un nuevo plantel con jugadores jóvenes y talentosos. Veremos a quiénes les cabe el saco. Si Dybala, sin Messi, se transforma en ese jugador desequilibrante que ya se vio en Instituto, Palermo y mejor todavía, en la Juventus. Porque amagó y nunca concretó en la Selección. Y que después del rodaje inicial, puedan regresar para cuando las papas empiecen a quemar (por los porotos en serio), Messi y Otamendi. Recuerdo la primera etapa de Basile. El conjunto del Coco se mantuvo 33 partidos invictos hasta el Colombia gate (primer golpe en Barranquilla y nocaut en el Monumental). Recién ahí, con Maradona en la platea, se pidió por el regreso de Diego. A Messi se lo va a necesitar antes. Sin embargo, sumarlo a un equipo ya ensamblado va a ser mucho más fácil. La renovación total ya está aquí. La que no se animó a hacer Sampaoli antes de Rusia y todavía debe lamentar. Historicos, go home.