Por Ivan Barrera / Foto por Leandro Pannunzio
Enfrentando a toda estadística inflacionaria, la bolsa de harina de trigo aumentó más del 100% entre enero y mayo. Un aumento que, al sumarse a los tarifazos y la recesión le dejan cada vez menos margen de maniobra a las panaderías. Los tarifazos, la devaluación y el lobby latifundista al servicio del hambre.
El pan nuestro de cada día
En enero, la bolsa de 50 kilos de harina de trigo rondaba los 350 pesos. A fines de mayo, ese mismo producto está costando alrededor de 750 pesos. A pesar de que los índices oficiales estiman una inflación del 10% entre estos meses, el aumento del costo de la harina supera el 100%.
Las panaderías de todo el país vienen absorbiendo los aumentos del costo de la harina y los embates de los tarifazos para no derivarlos totalmente al precio. De ser así, el kilo de pan que en Buenos Aires a principio de año costaba en promedio entre 30 y 35 pesos, pasaría a valer entre $80 y $90. Un aumento que lastima el bolsillo de los sectores más vulnerables y que se traduciría también en un menor margen de ventas para el sector panadero. Este contexto se vuelve aún peor para las provincias norteñas, donde la producción de trigo viaja en camión y debe absorber también los aumentos de combustibles. En Misiones la bolsa de 50 kilos de pan llega a valer 1000 pesos.
El sector panadero viene haciendo malabares desde principio de año. Aumentar los precios proporcionalmente a los aumentos de sus costos significaría un impacto negativo en las ventas, que ya se vieron diezmadas por los golpes al bolsillo que viene sosteniendo la clase trabajadora, y llevaría a pérdida de puestos de trabajo o cierre de emprendimientos. El 25 de abril se realizó un “Panazo” en Congreso, dónde miles de personas de todas partes de la Ciudad y la Provincia hicieron horas de cola para recibir medio kilo de pan. La situación, lejos de mejorar, resulta más adversa que nunca.
Quita de retenciones y especulación
Siendo Argentina una economía que históricamente produce trigo, surge la incógnita de la razón de tales aumentos en el precio de la harina. La respuesta surge desde el mismo sector productor. Una de las razones se centra en la especulación financiera de los grandes productores. El aumento del precio internacional del trigo y la estampida del dólar de las últimas semanas llevo a que productores de granos reservasen su cosecha en silo bolsa a la espera de un nivel más favorable de exportación. El trigo puede durar hasta dos años reservado sin perder sus propiedades. Los productores con espalda financiera juegan sus plenos siempre a los mercados internacionales.
Desde su asunción, la gestión cambiemita eliminó las retenciones a la exportación de trigo –entre otros granos. Esto se traduce en que cada aumento del dólar y cada aumento del precio internacional del trigo se traslade a la economía local, o que en caso de que esto no suceda, se destine la producción a la exportación y no al consumo doméstico, generando un margen mayor de ganancia. Si a esto se le suma el déficit de control estatal sobre los productores, el resultado es el que estamos viviendo: el nivel de vida a merced de las ganancias latifundistas. Se reservan las cosechas para esperar un nivel de dólar que les permita maximizar sus ganancias.
El tarifazo y el miércoles
Como si esta situación no fuese suficiente, el bolsillo de los y las trabajadoras y del sector panadero viene soportando también el sistemático aumento de tarifas. En 2018, el gas aumentó entre 32 y 40% y la luz un 30%, sumado a los aumentos que se vienen sosteniendo desde el comienzo de esta gestión. Como si fuese escaso, se esperan nuevos aumentos para agosto y octubre. La esperanza está en este miércoles, donde la cámara de senadores decidirá si se pone un freno a estos aumentos y un retroceso a niveles 2017, dándole un respiro al aumento del pan y al bolsillo de todo el sector trabajador. Lejos de ilusionarnos, desde la gestión cambiemita ya advierten que vetarán la ley en caso de aprobarse.
La redistribución se sostiene siempre hacia arriba. La transferencia de recursos desde los sectores bajos hacia los concentrados se agudiza en tiempos de crisis. El mensaje es el mismo que durante el jueves negro. Riqueza para los especuladores, pan duro para quienes sostienen este modelo. El grito en la calle que se inició durante el pedido por la Ley de Emergencia Social, se replica en esta Marcha Federal de los movimientos sociales: pan para hoy, pan para mañana.