Por Mario Hernandez
A dos meses del asesinato de Marielle Franco entrevistamos al periodista Silvio Schachter, padre de una amiga y compañera de ella.
– Marielle Franco era amiga de tu hija, ¿qué nos podes contar de esa relación?
– La verdad es que todavía estamos en un nivel de incredulidad ante la magnitud de la pérdida. La noticia llegó de manera violenta, un golpe frío, algo inesperado. Sabíamos que ella corría riesgos, sabíamos que su militancia significaba la posibilidad de que sufriera algún tipo de agresión, pero la manera brutal en la que fue asesinada, en un ajusticiamiento mafioso, terrorista, de parte de sectores vinculados a los instrumentos represivos del Estado, era impensada.
Recibimos la noticia a poco tiempo de su asesinato, cuando ella salía de una actividad de mujeres en defensa de los derechos de género, en el popular barrio de Lapa. Cuando se estaba subiendo al auto fue acribillada. Poco tiempo después se descubrió que las balas que la mataron pertenecían a una partida que había comprado la policía municipal y militar.
Ella venía trabajando desde su lugar de militancia actual, básicamente la Legislatura de la ciudad de Río en defensa de los más humildes, favelados, de las mujeres negras, de las víctimas del gatillo fácil y la represión creciente que se está viviendo en Brasil y particularmente en Río de Janeiro que ya ha sido militarizada. Es un problema de muchos años, porque arrancó con las Olimpíadas y esa idea de una limpieza étnica de la ciudad nunca retrocedió, por el contrario, se fue agudizando. Sumado a la crisis económica social que ha hecho también que las formas delictivas, de narcotráfico tomen a la ciudad.
Marielle estaba en medio de esa lucha hace muchos años. Ella fue criada en la favela Maré, muy famosa por la canción de Los Paralamas, “Inundados”, ahí se conocieron con mi hija, militando juntas a favor de los chicos más pobres de la favela en tareas educativas, formándolos, preparándolos para el ingreso a la universidad y a partir de ahí, hace 13 años, nació una amistad que se mantuvo durante todo este tiempo y que tenía que ver con empatías en relación a la forma de mirar el mundo, a la forma de vivir, a la alegría de vivir y de luchar pero al mismo tiempo una empatía contra la injusticia, por los derechos de los más humildes. Por eso fue ella la que nos transmitió la noticia, ella estuvo en el lugar a pocos minutos de sucedido el hecho. Llegó a verla muerta antes de que se la llevaran.
El impacto en el núcleo más cercano ha sido tremendo, pero no solamente allí, también en miles y miles de personas que la conocieron en estos años de militancia. Militancia que nació en la base, en el llano, en los lugares más golpeados, enfrentando a la represión, las desapariciones, las torturas, los secuestros, y que llevó después a otro escenario como es la Legislatura de la ciudad de Río, con un perfil inédito porque ella construyó un colectivo horizontal de muchos militantes y de muchas mujeres que expresaban distintas reivindicaciones.
-Escribiste un texto sobre ella, ¿verdad?
-En la carta yo comentaba que una de las personas que trabaja con ella es la sobrina de Amarildo, que fue un caso paradigmático de la represión en Río hace 4 o 5 años atrás en el 2013, que fue secuestrado por un grupo de la Policía Militar y luego apareció asesinado. Toda la lucha por la aparición de Amarildo y el castigo a los responsables de su asesinato fue un proceso emblemático de la lucha por los Derechos Humanos y los habitantes de la favela.
-¿Qué implicancias tenía su figura?
-Ahí Marielle Franco tuvo un papel muy importante, ella siempre estuvo muy vinculada al tema de Derechos Humanos. Y la sobrina de Amarildo ahora se convirtió en un cuadro político que trabajaba al lado de Marielle en la Legislatura. Así como muchas otras en defensa de los derechos de los homosexuales, etc. Ella era madre soltera y había sido varias veces amenazada, colaboró en la campaña de Marcelo Freixo, dirigente del PSOL, que se tuvo que ir del país por las amenazas, otro luchador por los DD.HH. en Río.
No fue una masacre genérica contra una militante. Ella era una figura muy significativa. Cuando se presenta como candidata las expectativas eran que sacara 5 a 6.000 votos, era su primer experiencia como candidata, y sacó casi 60.000. Era la militante femenina con mayor proyección de Río de Janeiro e inclusive a nivel nacional.
Era negra, lesbiana, favelada, madre soltera, esa figura la derecha política de Brasil no la podía permitir, no quería que esa figura creciera. El atentado responde a eso. A una señal mafiosa. Que no van a permitir que figuras de esa calidad se proyecten en la política. En una sociedad que está harta de políticos corruptos, de la descomposición de las formas tradicionales de la política burguesa, de los negociados, de la impunidad, de la violación de los Derechos Humanos.
En Río el porcentaje de crímenes por parte de las fuerzas del Estado es enorme y de todo ese universo que son más de 4.000 por año que mueren a manos de la Policía Militar o el Ejército, solo el 5% se investigan y la mayoría de ese porcentaje no tiene causa.
Hace unos años atrás también en el Estado de Río, en Niteroi, mataron a una jueza que estaba investigando un caso policial, de la misma manera que mataron a Marielle. Son señales para el conjunto de la sociedad, para generar miedo. La respuesta ha sido muy importante. En la zona del barrio donde está ubicada la Legislatura se realizaron inmediatamente enormes actos que recorrieron todo el país y lo interesante es que ha llegado a todo el mundo. Ha habido eventos en estos días en México donde un conjunto de intelectuales ha reclamado al gobierno repudiando el hecho, ha habido actos en España, Francia y en muchísimas ciudades de Brasil, tratando que esto no pase como un hecho más y que no quede en el olvido. Por supuesto la gente que más la lloró es la que la conoció de chica, la gente a la que defendía, la gente de todas las favelas, la más pobre de Río.