Por Laura Salomé Canteros @laurasalome / Ilustración: Chapu y Pintura
Mientras los argumentos del debate público se afinan y el apoyo al aborto legal crece en la sociedad; en el Congreso el discurso del odio y la ridiculez como performance se abren paso para deslegitimar una lucha histórica. En este contexto, una vez más, la irreverencia nos salvará.
Durante abril y hasta fin de mayo se realizarán, los martes y jueves de 10 a 19 en el Congreso de la Nación, las reuniones informativas rumbo a la sanción de la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo. Son 9 los proyectos que se debaten pero, incluso en voz de quienes se oponen a esta ley que cambiará la forma en que concebimos a la sociedad, es uno el que se valora e incluso intenta denostar: el de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito.
Este Proyecto, que cuenta con casi 80 firmas de diputadas y diputados de todos los partidos políticos con representación parlamentaria, es una construcción popular feminista. Y democrática. Debatida en foros federales y redactada por abogadas especialistas en todas las áreas del Derecho, cuenta con un valor incalculable: el consenso del movimiento de mujeres y feminista.
Quizá sea por eso que, mientras el apoyo a una ley fundamental multiplica el verde en el Congreso, en las calles y en las redes; del otro lado, la nube conservadora se avecina. Semana a semana, la moderación de quienes se oponen al avance social y el reconocimiento histórico de un derecho para las mujeres y las personas con capacidad de gestar, se va desfigurando. Y abren paso con descalificaciones, a un riesgo del que sólo los fundamentalismos serán responsables: que el debate deje de ser democrático.
Son varias las maniobras comunes de quienes sostienen posiciones y acciones contra el avance de derechos para toda la sociedad. Una es calificar de asesinas a quienes abortan; la otra, decir que una ley de aborto sería inconstitucional, y la otra, que analizaremos, es borrar los lazos de dependencia entre la/ el gestante y el feto y representar a este último como un sujeto poseedor de derechos. De esta forma, el conservadurismo transforma un embrión/ cigoto en una persona -pública- que reclama dando voz en el falso debate a quienes dicen hablar en su nombre.
Una tostada en el café
Primer día de reunión informativa. Concentración conservadora. La irrupción de una pancarta donde un feto, flotando mágicamente en líquido amniótico, reclama el derecho a “ser ingeniero”. Una foto de la pancarta. Y la viralización instantánea. Así nació en el folklore popular, mediatizado por las redes sociales, el #fetoingeniero, excusa inolvidable para chistes- memes- ilustraciones y que, desde los análisis más especializados, promete crear un antes y un después en los debates alrededor del derecho al aborto.
“El mito antiaborto se afianza con la aparición de la ecografía. La imagen del feto es la representación clásica que se define socialmente como ´ícono de la persona, la familia, la nación, el origen, la vida y el futuro´”. La periodista feminista Amanda Alma es integrante de la cooperativa Manifiesta y citó, con estas palabras, a la filósofa norteamericana Donna Haraway en su exposición el jueves pasado en plenario de Comisiones que debe dictaminar sobre la IVE.
Para la comunicadora, hay que “reírse para sacar el aborto del melodrama, para cargarlo de sentidos humorísticos y ridiculizar la solemnidad que le imponen los discursos hegemónicos”. Para Alma, “la trascendencia social de este debate y la tecnología en manos del pueblo, permiten afirmar que la sociedad argentina hoy muestra un amplísimo apoyo a la despenalización y legalización del aborto”, lo que nos permitirá “debatir qué ley vamos a aprobar, si una que refuerza las posiciones conservadoras que intentan circunscribir el debate en un tema médico/ legal, sacralizado y dramático. O si atendemos las voces de miles de personas que utilizando las redes sociales multiplican al #fetoingeniero como una manera de enfrentar las posiciones conservadoras”.
José Manuel Morán Faúndes es Doctor en Ciencias Sociales y expuso en el Congreso sobre las consecuencias de una operación política, realizada por los sectores conservadores, que está invisibilizada en el debate público: la humanización del feto. “La valoración del feto como un miembro de la comunidad es una construcción social”, afirmó.
Para el investigador, ese momento, esa valoración subjetiva “pareciera marcar de manera irrefutable la aparición de un sujeto, de una persona desde el momento de la fecundación”. Advierte que aceptar esta postura política que pretende ser científica y objetiva, tiene consecuencias y que “hay que hacerse cargo”. Se refiere a “entender a los seres humanos bajo un prisma esencialista como un simple código y no como una complejidad que además se conecta con las estructuras sociales” como “la crianza e interacción con el mundo”. Además, “separa a la mujer del producto, como si fueran dos sujetos ´objetivamente diferenciables´”, y de esta forma, “construyen al cigoto en potencial víctima y a las mujeres y hombres trans en potenciales victimarios”.
Para el investigador es irresponsable el modo en que hemos situado el debate en este terreno y agrega que estamos ignorando el rol del “sistema patriarcal de asignación de poder que nos sitúa a los hombres en un lugar simbólico y materialmente privilegiados respecto de otros cuerpos”. “Antes de debatir el aborto en términos de un conflicto de derechos entre el feto y la autonomía reproductiva, debemos sincerar”, agregó. Y finalizó: “es gracias a la subjetivación del feto que logran volver sospechosa la autonomía de las mujeres”, “así, bajo la apariencia de objetividad científica, se instituye una forma de tutela sobre los cuerpos y las subjetividades de las mujeres y los hombres trans”.
El uso del terror
La cara de Hitler en pantalla gigante. Fetos destrozados en incomprobables intervenciones y sangre por doquier. Bebitos de plástico llevados al Parlamento en una caja que emergen de la oscuridad para ser besados con fervor. Activistas del miedo que hostigan a las jóvenes con pañuelos verdes hasta en los baños. FX y performance. Así el denominador común que lxs antiderechos llevan a las reuniones informativas -cada martes y jueves hace un mes- en las que se debaten los argumentos para que el Estado deje atrás una etapa de estigmatización que recae sobre la mitad de su ciudadanía y criminaliza a las personas gestantes solo por decidir.
Para Nayla Vacarezza, investigadora en Ciencias Sociales y autora de “Políticas de los afectos, tecnologías de visualización y usos del terror en los discursos contrarios a la legalización del aborto“, “los esfuerzos comunicativos contrarios a la legalización del aborto se dirigen a establecer el carácter de persona del feto”. Esto “hace posible otra serie de desplazamientos como los que asocian un ´aborto´ con un ´crimen contra la vida´ y a su legalización con un ´genocidio´”.
Vacarezza, quien disertó en una de las reuniones informativas en el Congreso de la Nación, afirma que en relación a los afectos también hay una disputa de sentidos: “Estos mensajes buscan crear lazos emocionales de empatía y protección con el feto -representado como ´persona´, como ´niño´ y como ´bebé´- al mismo tiempo que promueven el terror respecto del aborto y sentimientos de repulsión hacia las mujeres que abortan”.
Para Claudia Laudano, licenciada en Comunicación Social, y quien expondrá próximamente su experiencia a favor del aborto legal, es importante luego de analizar estas disputas de sentido, darse estrategias para superarlas, y ensaya dos propuestas posibles.
“Restituir el sentido de la vida fetal en relación a la mujer que lo gesta en su cuerpo, (re)adjudicándole su estatuto de vida prenatal y dependiente”. Esto lo afirma en su artículo “Reflexiones en torno a las imágenes fetales en la esfera pública y la noción de ´vida´ en los discursos contrarios a la legalización del aborto”. “En segundo lugar”, avanza la especialista, debemos “continuar con la estrategia de difundir imágenes de las acciones colectivas de las organizaciones de mujeres (y LGTTBI) en pos de una normativa a favor de la vida de las mujeres, que evite muertes por abortos clandestinos en el país”.
Las reuniones informativas continuarán esta semana y se extenderán hasta el jueves 31 de mayo. Se prevé que en la primera semana de junio se redacte un borrador de dictamen y que la próxima semana, posiblemente el miércoles 13, se vote en el pleno de la Cámara de Diputados la media sanción de una Ley fundamental: la de Interrupción Voluntaria del Embarazo.