Por Ulises Bosia. La semana pasada fue inaugurada la 127 exposición de la Sociedad Rural con un discurso de su presidente. Analizamos un proyecto de país que por ahora no logra hegemonía.
En nuestro país, el debate político usualmente considera como un elemento marginal la acción política de las grandes entidades del poder económico. Así se contribuye a reafirmar el objetivo de las propias corporaciones, que es hacer política de manera invisible, de espaldas a la voluntad popular, mediante la presión que le posibilita su poderío económico. Es la forma que encuentran de imponer los intereses de las minorías que lo componen.
Dentro del campo popular muchas veces se cae en la misma falencia, al establecer como principal enemigo del pueblo, al gobierno que en cada etapa administra los engranajes del capitalismo argentino, sin establecer de manera clara la relación entre los distintos sectores de la clase dominante, y las representaciones políticas existentes.
En este sentido, para profundizar el análisis de la situación política que estamos viviendo, vale la pena analizar el discurso de apertura de la 127 exposición de la Sociedad Rural Argentina (SRA). Por las propias características históricas de esta entidad que reúne a los grandes propietarios de tierras, las palabras de su presidente plantean de manera prístina las demandas y los puntos de vista de este sector social.
Por otro lado, la presencia de figuras relevantes de la oposición política en el acto de apertura es digna de mención también. Se encontraban presentes Macri, De Narváez, De la Sota, Venegas y Aguad, entre los principales dirigentes. Es decir, algunos de los políticos que se enrolan en el antikirchnerismo más beligerante. Pero también participó De Mendiguren, ahora candidato a diputado nacional del Frente Renovador de Massa, con un discurso más matizado que intenta reconocer algunas políticas favorables a los grandes industriales durante la década kirchnerista, y otros representantes patronales como el actual presidente de la Unión Industrial Argentina, Héctor Méndez.
El discurso
Detrás de las palabras de Etchevehere, actual titular de la SRA, se encuentra una ideología explicitada de manera transparente que sostiene una misión histórica para la oligarquía. “El campo hará que se cumplan los sueños, las promesas y las ilusiones de esta gran Nación, que son las de todos sus habitantes,” manifestó. Es decir que los dirigentes de la SRA no plantean solamente un reclamo sectorial o corporativo, sino que hablan desde el lugar de quienes pretenden dirigir al conjunto de la nación, o sea en última instancia, construir un nuevo modelo económico y social bajo su hegemonía.
En este marco se inscribe el principal planteo que Etchevehere hizo al gobierno nacional. Queremos “trabajar, pero sin la nefasta intervención a los mercados, sin anacrónicos controles de precios, sin ridículas trabas y prohibiciones para exportar, sin los eternos subsidios a sectores ineficientes y a los que más tienen, sin incongruentes atrasos cambiarios, sin apropiarse de la renta de los productores agropecuarios.”
En otras palabras, desmontar el modelo kirchnerista y, sobre todo, combatir cualquier tipo de intervención del Estado en la economía. La SRA y más en general toda la burguesía agraria, es el sector de la clase dominante que no acepta el actual esquema económico implementado por Duhalde en 2002, sobre la base de las retenciones a las exportaciones. Desde aquel momento fueron los sectores del gran capital industrial los que impusieron sus intereses, mientras que “el campo” permanentemente patalea por los propios con una fuerza muy considerable, pero por ahora de manera subordinada.
Por otro lado, la estrategia para contestar la popularidad del kirchnerismo es la remanida idea del doble discurso. En este caso bajo la forma de la mentira. “Mienten a través de un colosal aparato propagandístico integrado por agencias de noticias, diarios, revistas, radios, canales de televisión, espectáculos artísticos, ferias, exposiciones y eventos, financiados y subsidiados con nuestro dinero (sic).” En consecuencia, la sociedad argentina habría sido engañada una y otra vez, única manera en que este particular punto de vista puede explicar por qué el pueblo argentino se empecina en entregar la conducción del destino de la patria a un grupo de “corruptos e ineficientes”, en lugar de depositar su futuro en los dirigentes de “el campo”.
“Su gobierno dilapidó con esas prácticas populistas, corrupción y propaganda, la enorme cantidad de divisas que el campo produjo en estos años”. Esa sería la razón de los problemas económicos de nuestro país.
Curiosamente, de acuerdo a cómo están planteadas las discusiones en este momento electoral, también la SRA se esfuerza por ubicarse a la izquierda del kirchnerismo. Así, cuestiona de manera inverosímil el estado de la educación y del transporte públicos, la pobreza, el impacto de la inflación sobre los que menos tienen, el blanqueo de capitales, el acuerdo con Chevron y defiende a la Corte Suprema.
Es preocupante la fuerza de este ideario reaccionario y antipopular, en sectores políticos opositores que van más allá de los que participaron del acto, alcanzando también a una parte de los que ahora se presentan bajo el rótulo de “centroizquierda”, como Carrió. Pero por otro lado, es necesario reconocer que felizmente un país dirigido por la oligarquía agraria por ahora está alejado de la realidad, y es muy difícil que de cara al 2015 pueda surgir un sector de la oposición, que motorice sus demandas e intereses con chances ciertas de disputar la presidencia.
Sin embargo, el rechazo a las ideas de la SRA, no puede justificar la defensa de un modelo kirchnerista que privilegia gigantescas ganancias de distintos sectores del capital nacional y extranjero por sobre el bienestar de nuestro pueblo. “En la vida hay que elegir”, como dice el slogan oficialista, pero no hay proyecto de felicidad y vida digna para las mayorías populares detrás de ninguno de los sectores de la clase dominante argentina.