Por Juan Manuel De Stefano. La Brujita volvió luego de un año y demostró que la calidad no envejece. Estudiantes le ganó al Atlético Madrid por 1 a 0.
El fútbol puede ser muy odioso e injusto, esa es una verdad de perogrullo. Pero una de las mayores injusticias de los últimos tiempos era no ver jugar a uno de los más grandes jugadores argentinos de los últimos tiempos: Juan Sebastián Verón. A los 38 años, el volante volvió al ruedo y demostró que lo único que envejece es la cédula. En junio de 2012 decidió colgar los botines, pero hay amores que no se van ni se olvidan tan fácilmente. Su romance con la pelota no podía terminar de aquella forma; con un Estudiantes en mala forma y una lesión que lo tuvo a maltraer en los meses finales de su historia. “Estoy con ganas de empezar otro tipo de cosas. Será, además, un semestre intenso para mí”, declaraba.
Lo cierto es que la camiseta número 11 de Estudiantes extrañaba al máximo ídolo de toda su historia. Y la Brujita volvió. Y con él, los pases cortos y rasantes a los pies de sus compañeros, esa pegada excelsa y ese panorama notable que lo caracterizó a lo largo de su carrera. Su justeza y precisión en los cambios de frente no son moneda corriente en el fútbol actual. Es que sin dudas, marcó una época, no sólo en el fútbol argentino sino a nivel mundial. No faltan los detractores que argumentan que se “vendió” en el Mundial 2002 ante Inglaterra, que defraudó en la Selección Argentina u otros mitos populares. Pero mejor no darle entidad a situaciones que no merecen el más mínimo análisis. El Verón jugador no deja dudas: Es, fue y seguirá siendo un crack con todas las letras.
Si bien a los 38 años no veremos a un jugador en “la cresta de la ola”, sus aportes serán muy valiosos para su equipo y para el deleite de los amantes del deporte de la pelotita. Verón intentó, luego del retiro, despuntar su pasión jugando como futbolista amateur para Asociación Brandsen en la Liga Platense, en donde, como no podía ser de otra manera, clasificó a su equipo para el Torneo del Interior. En un primer momento se habló de él como una fija para ser una especie de mánager en la Selección Argentina, pero finalmente se incorporó a Estudiantes como director deportivo. Desde ese rol intentó encaminar a un club que no consiguió los resultados esperados.
A mediados de abril comenzó a entrenarse nuevamente con el Pincha y despertó la ilusión de propios y extraños. Pero el tema era ese bendito tobillo, era la duda que trababa de alguna manera su vuelta. “Sabía que no estaba mal ni en lo físico ni en lo futbolístico cuando me retiré. Vengo hablando con un doctor italiano para tratarme el tema del tobillo. No lo tengo mal. Lo único que tengo es un límite. Si todo sale bien, puede surgir que vuelva a jugar profesionalmente. Estando bien, yo siento que puedo estar”, aseguró en aquel momento.
Finalmente llegó el encuentro amistoso ante el Atlético Madrid, justamente del Cholo Simeone, un compañero y entrenador que lo marcó en su carrera. Por eso la expectativa y por eso las casi 35.000 personas que se juntaron en el Estadio Ciudad de La Plata para ver al ídolo, a la leyenda viviente que vuelve para recordar buenos- viejos tiempos. En la cancha demostró lo que se preveía; está intacto. Corrió como nunca y jugó como siempre. Se paró de doble cinco tratando de comandar a sus compañeros y de marcar el camino del equipo. Y Estudiantes disfrutó de toda su magia y su impronta. La magia de la Brujita contagió a sus compañeros de manera positiva y su equipo se pareció a esto último luego de mucho tiempo.
“Quería probar y jugar un partido con intensidad. Me sentí mejor de lo que pensaba. En la semana firmaré el contrato y arrancaré el torneo para dar una mano”, explicó con entusiasmo. Esa mano que parece no alejarse nunca del club. Esa mano que los hinchas buscan casi desesperadamente. Así lo definió el Cholo luego del encuentro: “Lo vi muy bien. Se nota que disfruta ahí adentro. Ojalá pueda tener un buen retorno porque será importante para el equipo”. La historia continúa. Verón y el fútbol seguirán unidos, al menos, por un tiempo más.