Por Emiliano S. El jueves 25 de julio, en el CAFF, Cucuza Castiello, Chino Laborde, Moscato Luna y Dipi Kvitko reeditaron el ciclo “Cómo te quiero hermano” homenajeando a los grandes del 2 x 4.
Cuando los tipos se juntan todo se pone más peligroso. Los dúos con mayor presencia pública en la escena tanguera local -contemporánea, vale aclarar-, Cucuza Castiello y Moscato Luna, por un lado, y el Chino Laborde y Dipi Kvitko, por el otro, salieron a saquear escenarios y llevarse aplausos a discreción. Decía Ricardo Iorio de Edmundo Rivero que los tipos bravos son los que dicen cosas graves, capaces de regar con su música y su prosa las más crudas miserias del ser humano. Esta combinación que se celebró en el CAFF (Club Atlético Fernández Fierro) llevó adelante esa actitud imperativa y rockera que el tango supo importar.
Cucuza y Moscato ya habían alcanzado cierta notoriedad con el Ciclo ‘El tango vuelve al barrio’, en el bar El Faro de Villa Urquiza. De esa yunta salió un disco en 2009, ahora reeditado. Por su parte, en los interregnos que le permite la Orquesta Típica Fernández Fierro, el Chino Laborde suele aliarse con la guitarra seria y noctívaga de Dipi Kvitko en las medianoches del CAFF. El éxito del Ciclo que juntó a estas cuatro bestias (en el sentido de Iron Maiden: infernal, arrollador, místico) en 2012 provocó esta nueva estampida itinerante de guitarras y voces a contrapelo.
Solo, en la oscura medianera del escenario del CAFF, con dos tenues luces dando alguna señal de vida, Moscato Luna hace crujir los primeros acordes de una guitarra inconfundible, entre fraseos con velocidades intempestivas y una locomotora calentando motores. La primera parte de la noche sumará a Hernán Cucuza Castiello y los versos de “Contragolpe” de Carlos Gardel. Comienzo anunciado y políticamente pertinente: la noche es de las guitarras. Aun recordando la versión de Jorge Durán con la orquesta Florio-Durán en 1959, el encuentro de guitarra y voz es el adecuado para acompañar las andanzas de aquel “medio indio pa’l querer” en una atmósfera gaucha. Continuaron con “Sueño de juventud” de Enrique Santos Discépolo. Quizás, este tema amerite una nota al pie por el presente del film de Benjamín Ávila Infancia Clandestina. Para la película sobre la militancia, el exilio y el retorno durante los años del golpe genocida, Natalia Oreiro (actriz del film) y Ricardo Mollo versionaron el tango de Discépolo con ostensible desacierto.
El homenaje a Argentino Ledesma llegó con “Fueron tres años” (Letra y Música de J. P. Marín). Cucuza se encargó de recordar la participación del cantor en las orquestas de Julio de Caro y Héctor Varela, aunque cabe señalar, que Argentino Ledesma se dio el gusto de hacer de cantor de tango en la película de Kurt Land El Asalto (1960), caracterizado como Carlos Aguirre. “Suerte Loca” de Anselmo Aieta y “Fueye” de Charlo y Manzi ,obligaron al virtuosismo callejero de Moscato, poniendo toda la carne en esa ‘parrilla’ de bandoneón ausente. Este primer set se cerró con “Pucherito de gallina” (inmortalizada por Edmundo Rivero), a pedido del público.
Público y un paréntesis: el snobismo del CAFF y de los espacios donde circula la milonga interpretada por músicos que han tenido cierta exposición durante los últimos 13 años, es irremediable. Si bien se ha ganado terreno frente a las glorias del tango -sin ir más lejos incorporándolas, por ejemplo, como han hecho Dipi y el Chino con cantores del carajo como Abel Córdoba (con las toneladas de Pugliese encima)- la convivencia generacional del CAFF sigue siendo admirable. No obstante lo cual, al barrio se lo sigue viendo con gafas negras y sin gomina, y la Fernández Fierro ha contribuido para ello.
El solo de Dipi ahora marca el reloj para la segunda vuelta. “Cuando me entres a fallar” de Celedonio Flores, inicia el set de un Chino Laborde inconfundible (chomba negra y corbata roja), siempre disruptivo, oscilante entre Julio Sosa y Edmundo Rivero, quemando saliva. Tiene un escape rabioso, ese muchacho, en la voz. Le siguieron “Después” (mediando un acertado diálogo entre letra y guitarra, cuasi religioso, que recuerda al “Black Sabbath” de Ozzy y Iommi y esos primeros acordes del tema homónimo), “Gurisa” (¿habrá tenido Pappo este tema de fondo cuando compuso “El Viejo” en 1971?), “Destellos” (en una órbita burdelesca, a lo Marechal, con Cucuza de invitado y mucho mucho mucho humo), “Trenzas” de Homero Expósito y un nuevo estallido del público en honor a Goyeneche y Troilo, “Pobre Mascarita” y “Cicatrices”, del locutor y periodista Enrique Maroni, el mismo del sainete “La Cumparsita”.
La tercera ronda, filmada en dúplex -vaya a saber para qué momento de youtube- tuvo parejas de guitarras y familia: Mateo Castiello, hijo de Cucuza, y Dipi; luego, Moscato y Dipi en la remake de Encrucijada (el film yankee de Walter Hill de 1986, pero sin Steve Vai, por suerte) pero con milongas, zambas, aires correntinos y hasta una versión instrumental de “Milonga Sentimental”. El momento swinger deleitó a la audiencia con “Alma en pena” (Dipi y Cucuza) y “Cobardía” (Moscato y el Chino). También hubo lugar para invitar al escenario a la madre del Chino, Juana, y al mitológico “el Rober” para interpretar nada más y nada menos que “Almagro”.
En la tranquera del show, Mateo y Hernán Cucuza Castiello hicieron “Pajaritos de colores” del fallecido Gordo “Alorsa”, el cantor de Tolosa que vistió la camiseta de La Guardia Hereje. Lagrimón y después, en una interminable versión de “Tinta Roja”, con Alejandro “el Zurdo” Alustiza de invitado y las gargantas poderosas del CAFF, para cerrar la noche de un Ciclo que vuelve cuando a estos tipos bravos se les cante.