Por Matías L. Marra. Esta noche el canal de cable TCM emite una de las obras maestras de Brian de Palma, la excelente Vestida para matar.
Vestida para matar, estrenada en 1980, es una de las películas más complejas de Brian de Palma. En los premios anti-Oscar que nominan lo peor, los Razzie, la película recibió tres nominaciones: a peor actor, peor actriz, y la insólita peor dirección. De Palma es uno de los directores que Hollywood se ha encargado de sacarse de encima, que la crítica norteamericana no comprende.
Para pensar Vestida para matar es necesario partir de la noción de transposición. La transposición es una o muchas vueltas de tuerca al concepto de adaptación. No se trata de llenar un espacio vacío (en este caso, la película) con una obra anterior (sea libro, otra película, etc.), sino de reapropiarse y reinventar la obra anterior para generar una nueva.
Vestida para matar retoma muchísimos elementos de la obra de Alfred Hitchcock. Brian de Palma hace un pasaje de lo que él experimenta como espectador, hacia lo que él crea como realizador. La película a la que más referencia es Psicosis, pero el haber entendido tanto al maestro Hitchcock, el haberlo estudiado y sobre todo admirado le dan la posibilidad de hacerse con los recursos hitchcockianos del manejo del suspense, para dialogar con ellos, y a su vez, crear algo completamente nuevo. Este amor por el cine de Hitchcock es algo presente en casi toda la obra de Brian de Palma.
La primera secuencia de Vestida para matar transcurre en una ducha. Kate Miller, interpretada por Angie Dickinson, se baña desnuda mientras observa a su esposo afeitarse. Esta mirada erótica recorre toda la película, y será uno de los ejes que den pie al conflicto del film. La imagen de la secuencia es difusa por el vapor del agua: nos sumergimos en un mundo donde lo que se ve, puede que no sea.
Uno de los momentos más icónicos de la película es la secuencia del museo. Brian de Palma construye el suspense hitchcockiano sólo con la magia del montaje. La angustiante sensación de que algo malo va a pasar, es construida por un juego de miradas donde vemos a la protagonista y a la vez su mirada subjetiva, lo que ella ve. Un hombre le llama la atención y empieza a perseguirlo, para notar luego que en realidad, la perseguida era ella.
Vestida para matar es entonces una película que retoma a Hitchcock y logra despegarse a la vez, creando un estilo “de palmeano”. Esto es una operación completamente posmoderna, donde la obra original (Psicosis, Vértigo, cierto imaginario de Los pájaros) ya no importa, incluso no es necesario conocerla, pero que es retomada y puesta al servicio de algo nuevo. Quienes sí las hayan visto podrán experimentar un placer doble hacia la película: reconocer la cita termina siendo casi un juego.
Vestida para matar es emitida hoy por TCM a las 22 horas. Por otra parte, este viernes a la medianoche puede verse Psicosis en el MALBA.