Por Mariela Velárdez
Hace casi un año, Natalia escuchó el relato de su hija de 3 años: “Acariciame como lo hace papá”, le dijo.
La noche entera sin dormir fue el reflejo de los días venideros. Asumir el hecho, hacerlo carne y enfrentar la situación fue el primer paso. Porque no es fácil escuchar y procesar esas palabras. Miles de preguntas, de situaciones y de cosas se mezclan en esas palabras de niña, en ese relato sincero y abrupto.
Natalia pudo contactarse con Mundanas, una organización de mujeres que lucha contra el abuso sexual en la infancia, quienes la acompañaron en este proceso, además de garantizarle el patrocinio legal. La denuncia penal, la condena y amenazas por parte de los familiares del abusador, las miradas incrédulas de quienes insisten en agregar “presunto” al hecho relatado por la niña y la inoperancia del sistema fueron algunas de las cosas que se fueron sucediendo. Hablar en la escuela, los pasos legales y necesarios para preservar la integridad de la niña, la psicóloga, el abogado, el hospital, las pericias y un sin fin de cosas que se desencadenan como una roca que cae desde arriba, justo en el medio de la cabeza, atravesando todo el cuerpo.
Natalia relató que “pude entender que para proteger a mi hija debía denunciar lo sucedido. Que de otra forma no iba a estar garantizada su seguridad. Entendí además que no debía sentir culpa por nada de lo sucedido y que mi hija afortunadamente pudo hablar y no sentir miedo o vergüenza al hacerlo. Es muy difícil tomar la decisión de denunciar, porque sé como funciona el sistema judicial y me entraron los miedos en relación al proceso que comenzaría a partir de la denuncia, sobre todo en torno a la exposición de mi hija. Logré hacer la denuncia luego del mal manejo por parte de las oficinas que la recibieron. Es muy duro pasar tantas horas, donde te toman declaraciones, te graban y te dicen cómo tenes que responder. Lo más grave en esta instancia es que quienes la pasan peor son las mujeres pobres, que van solas, que no tienen ningún tipo de apoyo o acompañamiento y que no fueron asesoradas”.
Natalia Aldrey tiene 30 años. Sabe de lo que habla. Ella forma parte del Frente Popular Darío Santillán (FPDS). Conoce la impunidad y sabe que no hay nada mejor que la lucha para hacerle frente a la injusticia. Vive sola con su hija desde que se separaron con el padre de la niña, cuando la bebé apenas tenía 4 meses. La pequeña hoy tiene 4 años, es una hermosa niña rebelde y segura de su sonrisa… Los ojos de madre brillan cuando la nombra. Natalia nos cuenta que antes del episodio notaba que su hija estaba rara, presentaba distintos síntomas, como la enuresis excesiva, que le llamaban la atención, pero nunca supuso que algo tan aberrante estaba ocurriendo. Y no caben dudas: cuando dejo de tener contacto con el abusador, se cortó progresivamente la enuresis y cambió su actitud. Ya no hubo más agresión, la niña empezó a estar tranquila.
La denuncia quedo en la fiscalía n° 25, a cargo del fiscal Martín Marinardi. La niña fue evaluada en Cámara Gesell y posteriormente en pericias psicológicas, donde se demuestra que vivió efectivamente lo que relata. Se realizaron informes de profesionales del Cuerpo Médico Forense indicando que no presenta tendencia a la fabulación y que el relato resulta verosímil. Sin embargo, nueve meses después, y con algunas irregularidades, el acusado fue sobreseído por el Juez Guillermo Carvajal.
Ante esta situación, la querella, a cargo de la denunciante y madre de la niña, presentó una apelación para que la Justicia revea su decisión y continúe con la investigación.
Este 15 de marzo será la audiencia donde se presentarán los argumentos para que la Justicia siga investigando, haciendo valer los derechos de la niña a ser escuchada y protegida. La audiencia será en la CÁMARA NACIONAL DE APELACIONES EN LO CRIMINAL Y CORRECCIONAL, SALA 4, a cargo del Dr. Seijas, Alberto, y los Vocales Dr. González, Carlos Alberto y Dr. Pinto, Ricardo Matias. La madre espera que este tribunal pueda actuar para garantizar la protección de su hija.
Natalia, como todas, aprendió sobre la marcha esto de acompañar, de criar con respeto y amor. Pero es difícil en estos tiempos que corren, estos momentos de injusticia y patriarcado reacio a la orden del día, pero no afloja, no duda: “Espero que mi hija esté bien, que crezca en un entorno sano y con alegría. Todo lo que hice desde el primer día en que esta pesadilla comenzó, fue protegerla.
Espero que sea respetada, que sea cuidada y que no tenga que volver a vivir ninguna situación violenta como la que tuvo que atravesar en manos de quien se suponía debía cuidarla. Espero que se haga justicia, con o sin el accionar de los jueces. Creo que como mamá protectora no puedo permitir que mi hija sea expuesta nuevamente a situaciones terribles. Espero también en algún momento poder ayudar y acompañar a otras mamás que atraviesen la misma situación. Esto es fundamental, ya que yo estoy siendo acompañada por otras mamás que pasaron por lo mismo. Es un compromiso que tenemos entre nosotras”.
Y concluye: “Creo que a mi hija y a mí nos salvó estar organizadas. Es algo que tuve presente desde el primer día. Sin la contención y el apoyo de todas las compañeras no sé cómo hubiera hecho para poder afrontar todo este proceso doloroso. Ellas son mi sostén junto con mi familia y amigxs. Si hay algo que puedo decir a otras mamás a partir de lo que nos tocó vivir a mi hija y a mi es que siempre debemos estar atentas a las conductas de nuestrxs hijxs, siempre debemos hablar con ellxs y generar confianza para que puedan decirnos todo. Debemos también explicarles que nadie debe tocarlxs y que sus cuerpos son de ellxs. Nunca debemos dudar de sus palabras, siempre debemos protegerlxs de quienes pretenden dañarlxs. Vuelvo sobre lo que ya dije, nos salvó la organización. Nos salvaron las redes que construimos desde distintos espacios. Nos salvaron las compañeras”.
En estos momentos en el cual el movimiento de mujeres está logrando rebelarse masivamente ante las opresiones e injusticias que venimos padeciendo desde siempre, tenemos la posibilidad de seguir fortaleciendo las redes, la organización para seguir afrontando las distintas luchas. En este sentido, la lucha contra el abuso sexual en la infancia es aún muy aislada. Debemos ser portavoces de esta problemática y entender que es un problema que atraviesan lxs niñxs y adolescentes de todos los sectores sociales. Como mujeres debemos acompañarnos y darnos fuerza.
La pequeña no está sola, la tiene a su mamá y a toda una manada de mujeres organizadas que el jueves 15, a las 9 de la mañana, se darán cita en Viamonte 1147, CABA para que se escuche su voz de niña, bien fuerte.
Porque ella no miente, porque lxs niñxs no mienten. Porque por ellxs luchamos, con ternura. Por ellxs y todos los días, exigimos una vida en libertad, y alegría.