Por Camila Parodi /Foto: Analía Cid
Con 800 mil personas en las calles, se dio en Buenos Aires la marcha del segundo Paro Internacional de mujeres, lesbianas, travestis y trans. Con el poder de marcar la agenda y la potencia de la genealogía feminista, solo el movimiento determinará el futuro de esta revolución.
Otra vez fuimos miles de cuerpos rebeldes en las calles. “Ahora que estamos todas”, cantamos las 800 mil, número que dicen por ahí esos medios que a la par de que nos convierten en imágenes sin voz, intentan romper con la instantaneidad nuestros símbolos, luchas y homenajes.
Otra vez lo hicimos. Las mujeres, lesbianas, travestis y trans ya no sólo tomamos las calles por asalto, tomamos la palabra, las discusiones, las banderas y los escenarios, siempre tan mezquinos a nosotras. Otro 8 de marzo pasó, y como a muchas nos gusta decir al día siguente, la sensación de que estamos en un Encuentro Nacional de Mujeres constante quedó. Y con ella, la efervecencia de una lucha permanente y sentida haciendo eco en oficinas, reuniones y publicaciones en redes sociales.
Desde temprano diferentes columnas y grupalidades hacieron su ingreso a la histórica Plaza de las Madres o sus alrrededores. Esta vez, la marcha por el Día Internacional de las Mujeres Trabajadoras tuvo un recorrido inverso al histórico. Las reivindicaciones y los reclamos llegaron al Congreso, entre ellos por la exigencia de la aprobación del Proyecto de Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo, reclamo que tiñó de verde las calles a la redonda del recinto.
Porque el pañuelo, esta vez, fue un símbolo masivo y solicitado al por mayor. Quienes no traían uno en sus cuellos, manos o mochilas en el camino hacia la marcha, procuraban que alguna integrante de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito se lo garantice. Entonces, los trenes, los bares, los puestos callejeros y otros espacios ajenos a las movilizaciones comenzaron a condensar el mismo sentido disputado: el debate por la autonomía y la libre decisión de los cuerpos.
De esta manera, a la exigencia de la que años atrás se decía que era de “minorias” o de “unas pocas locas”, ya no se encuentra manera de acallarla. Y si bien el feminismo organizado coordinó previamente el recorrido de la marcha y sus cuidados colectivos a lo largo de las asambleas que se realizaron, la convocatoria excedió lo contemplado y miles de mujeres en grupos de amigas de la secundaria, familia o vecinas, se dirigieron a las cercanías de la marcha de forma independiente. Fuimos tantas que no faltó ni “el hit del verano”, entre los cantos generalizados, de a ratos se escuchaba un “Mauricio Macri la yuta que te parió”.
Una vez llegada a la zona del Congreso, la cabecera de la marcha organizada desde las asambleas,con integrantes de cada una de las organizaciones presentes, subió al escenario al grito de “Paro General” y si, por segundo año consecutivo, el paro a las políticas de ajuste, despidos y represión a la protesta del gobierno de Mauricio Macri, se lo hicieron las mujeres, lesbianas, travestis y trans. Quienes con distintas acciones a lo largo de la jornada, problematizaron el trabajo remunerado y de cuidados.
Esta vez, con recepción de las gremiales sindicales, allí esperaban Norita Cortiñas, madre de Plaza de Mayo -Línea Fundadora-, junto a la comunicadora feminista Liliana Daunes, quienes leyeron el comunicado consensuado.
“Construimos juntas un segundo Paro Internacional feminista. Paramos contra los despidos, el ajuste del gobierno y por aborto legal, seguro y gratuito”, se oyó decir al comienzao de los que sería uno de los posicionamientos políticos más revolucionarios de los últimos tiempos. “Paramos”, continuó Daunes, “porque venimos a decirle basta a las violencias femicidas y travesticidas, y a las violencias económicas y estatales que las sustentan. Venimos produciendo este tiempo de desobediencia al patriarcado y al capitalismo que acumula fuerza en los territorios, revoluciona las casas, las camas y las calles”.
“Paramos porque decimos no al silencio”, gritó Nota Cortiñas, “le repetimos al Presidente lo que se hizo en Argentina”, somos, “una Argentina contra la impunidad” y “la mejor casa para los genocidas es la cárcel”. “Tenemos que luchar y luchar. No vamos a bajar los brazos”,afirmó la Nora feminista, “acá estamos todas las voces. Todas somos necesarias. No sobra nadie. Somos imprescindibles”.
Mirá la galería fotográfica: http://www.marcha.org.ar/gallery/paramos-porque-somos-revolucion/