Por Pablo Maltz. Hace 77 años se hubieran inaugurado las Olimpíadas Obreras de Barcelona, las cuales nunca comenzaron debido al estallido de la Guerra Civil Española en la península ibérica.
No sólo existieron las olimpíadas en la Antigua Grecia y las modernas, también se desarrollaron, previamente a 1936, cuatro olimpíadas obreras organizadas en el marco de las Internacionales Socialistas. Se caracterizaban por representar a distintos países y regiones, pero no se cantaba ningún himno, ni se izaban las banderas nacionales. En cambio se utilizaba la bandera roja, emblema del movimiento obrero, junto a la entonación de La Internacional.
El 19 de Julio era la fecha elegida para dar comienzo a la quinta olimpíada obrera, que tenía como objetivo propagar la actividad deportiva por fuera de la competencia nacionalista, retomando valores de las Antiguas Olimpíadas Griegas que se habían perdido, según la opinión de los sindicatos y partidos de izquierda. A su vez, esta celebración formaba parte de las tantas manifestaciones contra los Juegos Olímpicos de Berlín, que se realizarían en Agosto de 1936, una de las más recordadas en la historia por llevarse a cabo en la capital de la Alemania nazi, liderada por Hitler.
Mientras que en una se resaltaba el potencial alemán, la xenofobia, la discriminación racial y los símbolos patrios, las otras tenían como objetivo la hermandad entre los pueblos, por fuera del espíritu comercial, donde se permitía también la afiliación a identidades nacionales, sin que necesariamente formen parte de un estado autónomo, como fue el caso de Argelia, Galicia y Cataluña.
Estas Olimpíadas no tuvieron ni siquiera su fiesta inaugural. El evento no se llevó a cabo porque un día como hoy, allá por 1936, en las calles de Barcelona se intensificaban los atentados de la derecha fascista, la sociedad cada vez estaba más polarizada y la avanzada militar con intención de derrocar al Frente Popular llegaba a uno de los momentos decisivos.
Los militares, con apoyo de gran parte de la sociedad civil, encabezados por Francisco Franco, culminarían con la victoria de la dictadura fascista que perduró en el poder hasta 1975. En ese contexto, muchos deportistas como Clara Thalmann – anarquista de origen suizo – se unieron a las milicias organizadas para defender a la República.
Durante esta época convivieron dos experiencias deportivas con rasgos antagónicos, los Juegos Olímpicos modernos, con la impronta del nazismo, y por otro lado las jornadas obreras, que disputaban la concepción tradicional y mercantil del deporte, inspiradas en el ideario socialista.
Las diferentes formas de organizar aquellas olimpíadas, constituyeron distintas visiones del mundo, de la política y lo cultural, estrechamente vinculadas al momento histórico y a su vez, ejerciendo influencia política en los procesos sociales que se estaban desarrollando.