Por Matías L. Marra. La reciente exhibición en Buenos Aires de La noche de los muertos vivos dispara una reflexión sobre esta película que busca desestabilizar las instituciones desde adentro.
El Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires, independientemente de las críticas que podamos hacerle como institución artística, tiene una de las mejores salas de cine de Buenos Aires. La programa Fernando Martín Peña, y el ciclo actual se llama “Maestros del suspenso”. El viernes pasado pudimos ver La noche de los muertos vivos, de George Romero.
Se estrenó en Estados Unidos sin mucha importancia por los cines. El estreno de La noche de los muertos vivos se da en días de transición entre el viejo Código Hays y la actual clasificación por edades, por lo que, al tratarse de cine de terror (considerado incluso hoy como un cine para niños por su cualidad de género), se decide exhibirla en una sala matinée, donde se proyectaba cine para niños durante las tardes.
Más de tres meses después de estrenada la película, el crítico Roger Ebert publica un artículo en el que hace un llamado de atención a los padres para que no dejen a sus hijos ver esta película. La crítica es patética. Revela de qué va la totalidad de la película a modo de advertencia, y además escribe sobre las reacciones de la audiencia. Años de críticas a ese tonto artículo lo hicieron retractarse en 2004 donde dice que en realidad él hacía una observación sobre los públicos. El editor agrega: “Advertencia: esta crítica contiene spoilers“.
Obviamente su llamado a la censura disparó la popularidad y la venta de entradas de La noche de los muertos vivos. Se trata de una de las películas que más recaudaron y estuvieron en cartel en Estados Unidos, sin haberse hecho en un estudio de Hollywood.
La década de 1960 se caracteriza por tener poco cine de terror. Sin embargo, las películas de este período expresan un pasaje que en las siguientes décadas será insostenible. La historia del cine de terror podría pensarse como un terror que llega primero desde territorios lejanos (Drácula, por ejemplo) y empieza a acercarse. El terror es el otro, es mi vecino comunista (La invasión de los ladrones de cuerpos) en los años 1950. Y en la década de 1960 es hora de tapiar las puertas y ventanas, porque el terror está entrando a la casa.
La noche de los muertos vivos es una película que viene a cuestionar y desestabilizar a la sociedad norteamericana. Se trata de la primera película de zombies independientes. Todo el cine de zombies anterior estaba ligado al vudú, donde el zombie es manejado por otra persona. Acá los zombies se mueven por sí mismos, y es la primera vez en la que los muertos vivos (una noción conflictiva en sí misma) comen gente.
La tradición del cine clásico norteamericano y todo el cine de terror tienen como constante la presencia de un protagonista hombre y una protagonista mujer que establecerán una relación. El conflicto será la lucha por restablecer un orden perdido o generar uno nuevo, donde la pareja terminará abrazada, instaurando nuevamente la norma capitalista.
En La noche de los muertos vivos la pareja principal la protagonizan Ben y Barbara. Ben no es el típico héroe, ya que se trata de un hombre negro. Barbara, por su parte, está en estado de shock toda la película. No podría juzgarse al personaje por eso, pero su importancia en el film pasa a ser inferior.
Todos los personajes se equivocan constantemente. Nadie puede restaurar la norma, ya que el terror que está ahi afuera es mi hermano, es mi vecino, es mi madre, que viene a comerme. Es imposible entender qué le pasa a ese muerto que revive. La institución familia es, entonces, destruida desde adentro, desde sus propios integrantes. Los niños se comen a sus padres, los padres a los hijos.
La noche de los muertos vivos es una película estrictamente norteamericana. Esta historia sólo puede transcurrir en una sociedad donde cada miembro porta un arma, y cuyo modus operandi parece basarse en el “disparo, luego pregunto”. Al ver a una persona de lejos, es imposible saber de antemano si es un zombie o no, ya que ellos son nosotros.
A esto hay que sumarle la vigencia de la película en la clave del terror. Además de este discurso la película busca entretener y asustar. Desde el minuto uno, toda la ambigüedad generada por George Romero mantiene al espectador en un estado de crisis y nervios que angustia muchísimo. Aún hoy en 2013, la habilidad narrativa de Romero puede asustar.
Los distribuidores de la película olvidaron poner el copyright, por lo que la película quedó en dominio público. Podemos, sin sentir ninguna presión legal, decir libremente que La noche de los muertos vivos puede descargarse o ver gratis en internet, ya que es de todos. En este link puede verse en HD: http://www.youtube.com/watch?v=-_f2Enn8x5s