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    Sin categoría

    Villa Itatí, pobreza y dignidad

    2 julio, 20135 Mins Read
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    Villa Itatí, pobreza y dignidad

    Por Orlando Agüero. La Villa Itatí se ubica en Quilmes, es la más grande del conurbano y está en el segundo distrito, detrás de La Matanza, con más villas y asentamientos.

    Son casi las seis de la tarde de un día como cualquiera y las nubes que cubren el cielo aceleran el atardecer. Entre un clima fresco y frío, una leve brisa parece  llevarse de a poco los últimos destellos de claridad. En una esquina, un parlante viejo increpa como enojado hacia la calle, denunciando el mal estado en que se encuentra la Villa Itatí. Una importante cantidad de vecinos –una vez más- le reclamaron ayer al Secretario de Medio Ambiente Municipal, Claudio Olivares, que casualmente vive a una cuadra de la villa, ser uno de los responsables directos del estado de sanidad y problemas de medio ambiente en las calles.

    Como en tantas villas, la basura para quien recorra los caminos de esta zona, se presenta como el principal problema resolver. En los lugares donde hay calles, hay montículos de basura cuyo origen se pierde en el tiempo, se degradan y perjudican el medio ambiente bajo el sol y la humedad. Pero no solo en las calles hay basura. La villa también aloja en su interior a una parte baja: La Cava. Un gigantesco pozo, producto de la extracción de tosca, en tiempos de la dictadura militar, para la construcción del Acceso Sudeste. En este lugar habitan alrededor de tres mil personas, un cinco por ciento del total de la villa. El centro de este espacio es un tremendo basural, que se mezcla con las aguas servidas  derramadas desde las zonas más altas. Este escenario se completa con cerdos, patos y gallinas que comparten día a día este micro-clima junto a los niños y las niñas que juegan inocentemente, esperando no ser víctimas involuntarias de alguna de las enfermedades que conviven en ese foco infeccioso.

    Desde hace más de un año, un grupo de vecinos de la villa, decidió -luego de la última tormenta que los inundó casi por completo- salir de sus casas  a la calle y organizarse para solucionar el problema ambiental que hace décadas afecta la zona.  Es desde el comienzo mismo de la villa, allá por los finales de la década del ’70 principios del ’80, que  los problemas acompañan el crecimiento de este gran conglomerado de pobreza colectiva. Las inclemencias del paisaje, han despertado la autorganización barrial, que por desgracia del porvenir  pero sobre todo por la desidia de unos cuantos políticos que miraron históricamente para otro lado, para evadir –al menos en parte- la  condena en la que la salud, la esperanza y el futuro pareciera no tenerlos en cuenta.

    Los números del conurbano

    Según el último censo,  en la villa viven cerca de 60 mil personas.  Las políticas públicas casi que no han existido para mejorar en serio la calidad de vida de estas miles de familias. En el conurbano,  según la ONG “Un techo para mi país Argentina” hay más de 864 villas y asentamientos, donde viven dos millones y medio de personas.  Los principales distritos son La Matanza con 156 villas y asentamientos, seguida por Quilmes con 65. Sin embargo, el gobierno de la Provincia de Buenos Aires anunció obras de urbanización de cien villas, pero solo en Pilar, Tres de Febrero e Ituzaingó. Obras que además de ser  solo anuncios, no encaran el problema de raíz ni estructuralmente.  

    Desde la Municipalidad de Quilmes, además de darle un tratamiento clientelar a la relación con estos sectores que sólo atesoran necesidades, no se escuchan propuestas resolutivas. La historia de la basura cuenta en la política que corre, que va a seguir estando allí y se va a seguir acumulando. Y esto es así porque el municipio recontrata cada seis meses,  en forma directa, y bajo el amparo de un supuesto “Estado de Emergencia Sanitaria” con sanción de los concejales municipales, a  Covelia, empresa que no cumple con el pliego de servicio de recolección de los Residuos Sólidos Urbanos (RSU). En este esquema, la urbanización es un horizonte lejano.

    Mientras, como en muchos barrios donde vivir es casi una anécdota, mejorar su propio hábitat parece ser la salida más honesta: jornadas de trabajo solidarias para limpiar y mejorar el lugar, retirar los residuos y concientizar al resto de los vecinos son algunas de ellas. Pero además, ante la ausencia de una respuesta estructural al problema de la basura en el marco de una política pública ambiental, se propone la municipalización del servicio de recolección y tratamiento de los RSU con participación popular, integrando a distintos sectores para formar así una cadena: entre las familias que en sus hogares separen los residuos en origen; los recolectores para el traslado hasta las plantas de tratamiento, los carreros y sus caballos que completan la tarea; cooperativistas barriales en distintas plantas para trabajar el reciclado de materiales para el aprovechamiento máximo; docentes y personal idóneo para trabajar un programa educativo general tendiente a integrar masivamente a las familias a un proceso cultural de cuidado del medio ambiente, y así definir un esquema donde la basura pase a ser productora de energía, además de formar una fuente de trabajo e ingresos indiscutible.

    Un escrache más puso en alerta a las autoridades municipales. Sin embargo, la dignidad de Itatí se refleja en la autorganización y el diseño de un programa de mejora de su propio hábitat. Cuando la protesta finalizó, los medios locales transmitían el testimonio de la esposa del funcionario escrachado. En uno de los barrios más olvidados del Conurbano, donde el cielo parece estar más lejos, donde los niños sufren diversas enfermedades producto de la contaminación ambiental,  decía que sus hijos no podían dormir por los escraches.

     

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