Por Carina López Monja – @Carinalopezm
Los resultados de la elección legislativa de medio término dieron un aval nacional contundente al presidente Mauricio Macri. La “depresión post PASO” hoy parece extenderse y las lecturas difieren ante una realidad irrefutable. ¿Qué opciones emergerán frente a la victoria cambiemita?
A diez años de la primer victoria macrista en la Ciudad de Buenos Aires, calificar a los votantes de ignorantes, sentir asco por ellos, afirmar que las elecciones no definen nada, parecen no ser ya argumentos que alcancen ni reacción acertada ante el fenómeno Pro/Cambiemos/Vamos Juntos. Asumir la consolidación de una fuerza política de derecha que es producto del 2001 y que supo y sabe construir no sólo un relato (¿vieron lo mal que estamos por culpa de los que estaban antes, por la corrupción y el desmanejo?), sino un proyecto de futuro es fundamental para pensar la praxis hacia adelante.
Sea hegemonía o revolución pasiva, como dice Pablo Semán, sea una identidad política nueva o una marca exitosa, lo cierto es que Cambiemos no vive sólo de marketing y globos de colores, ni del blindaje mediático (aunque todo esto aporte) sino que es mucho más que eso y ha logrado que, tras dos años de empeoramiento económico, la población vote un programa de reformas económicas favorables al mercado y le dé un importante respaldo electoral. A nivel nacional, la victoria de Cambiemos implica resultados favorables en los 5 principales distritos (CABA, Bs. As., Córdoba, Mendoza y Entre Ríos), con una conquista superior a la de todos los oficialismos en una parlamentaria desde el 83 a la fecha.
¿Qué se hace frente a esa realidad?
La Ciudad que te vio nacer y la provincia, madre de todas las batallas
Los resultados porteños eran donde se esperaban menos sorpresas. Sin embargo, desde el propio oficialismo consideraron seriamente la posibilidad de que “El caso Maldonado” y las graves declaraciones de Elisa Carrió tuvieran un efecto negativo en el voto.
Por el contrario, la primer candidata de Vamos Juntos aumentó su caudal y no sufrió ningún costo político por decir que “existía un 20 por ciento de posibilidades de que Santiago Maldonado estuviera en Chile”. Su rostro exultante apareció en el bunker de Costa Salguero junto a Horacio Rodríguez Larreta quien sueña ya con la relección y, por primera vez en una década, la victoria le da mayoría automática para avanzar en la Legislatura porteña con leyes vinculadas a la venta del patrimonio público y rezonificación de áreas, entre otros puntos.
En la provincia de Buenos Aires el candidato ausente, Esteban Bullrich le ganó a CFK, la mejor candidata de la oposición por una diferencia importante. Si bien la campaña y el rédito es de la gobernadora María Eugenia Vidal, que contaba con el aparato estatal, los medios de comunicación y la adhesión que ha cosechado en estos dos años, la diferencia con respecto a las PASO fue mayor a lo que muchos esperaban.
La paradoja es que Cristina Fernández de Kirchner perdió en la provincia de Buenos Aires, “madre de todas las batallas” pero fue la candidata más votada y todos los que soñaban con ponerse el saco para conducir el PJ tuvieron resultados por debajo de los de CFK.
Tal como dice Carlos Pagni, “la polarización y el enfrentamiento saca de juego a cualquier discurso que inhabilite al mismo tiempo a la ex presidente y al actual titular del Ejecutivo. No hay espacio político hoy para los Lousteau, los Massa, los Randazzo, tampoco para los gobernadores del PJ anti K que se asemejan más al proyecto amarillo que al de Unidad Ciudadana (caso paradigmático Urtubey, que aparecía como “la renovación del peronismo” y perdió en Salta estrepitosamente).
El sector del peronismo, que precisaba y aguardaba una derrota de CFK para poder otorgarle un acta de defunción y buscar sucesor, se encontró con que la ex presidenta tiene un techo bajo, pero que sigue siendo más alto que todos los que se anotaron en la lista para sucederla en el PJ.
En este sentido, todo indica que los intentos de Cambiemos de avanzar en un “amplio acuerdo político” con la oposición para lograr avanzar con las reformas fiscal, laboral y tributaria tendrán en el peronismo un actor central. Allí seguramente jugarán de manera diferenciada el llamado “peronismo racional” y la fuerza que responde a la senadora electa Cristina Fernández de Kirchner.
La izquierda tiene que estar
El Frente de Izquierda y de los Trabajadores (FIT), fuerza mayoritaria del trotskismo a nivel nacional, hizo una excelente elección en todo el país, destacándose los resultados de Alejandro Vilca en Jujuy, con un 18 por ciento, en Mendoza con un 12 por ciento y en Capital, ingresado dos nuevos diputados a la Legislatura porteña.
Queda por verse si, a diferencia de estos comicios, la izquierda busca ampliar su frente electoral a otros sectores políticos y busca llegar más ampliamente, a la vez que resuelven si se sostiene el FIT sólo como alianza electoral o intenta constituirse como un espacio político con capacidad de convocatoria social, de lucha y resistencia más allá del acuerdo electoral entre el PTS, el PO e IS.
Por fuera de esta alianza de izquierda, numerosos partidos y frentes electorales se presentaron en distintos puntos del país con resultados variados. El más emblemático quizás sea el de Autodeterminación y Libertad en CABA que, si hubiera llegado a un acuerdo con el FIT, de conjunto habrían logrado una banca para diputados.
En el caso de Santa Fe, el Frente Ciudad Futura hizo nuevamente una buena elección, quedando como cuarta fuerza en la Ciudad de Rosario y sumando un concejal, al tiempo que cosechaba 72 mil votos la lista de diputadas 100 por ciento integrada por mujeres, encabezada por Caren Tepp. Allí también fueron importantes los resultados del Frente Social y Popular y el FIT.
La luz al final del túnel
Los próximos doce meses son cruciales para que el presidente Macri consolide su programa de reformas o tenga que volver sobre sus pasos, retroceder y regular “El Cambio: aumento de naftas, de servicios púbicos, deuda, reforma laboral, fiscal, avanzada sobre los jueces, entre tantas otras. Hacer política pensando en un nuevo 2001 o en la vuelta del proyecto anterior es seguir pensando como si no hubiera cambiado nada. Subestimar al macrismo es pensar que sólo con lucha se desarticula un proyecto que ha generado consenso. La conflictividad en las calles, la unidad de acción será aún más necesaria, pero insuficiente. Subestimarlo o ningunearlo, diez años después parece algo infantil. Sobre valorarlo y caer en la depresión de una larga noche menemista no solo no se condice con las importantes luchas que ha dado nuestro pueblo para rechazar las medidas impopulares en estos dos años, sino que implica resignarse a que el debate en Argentina sea entre el neoliberalismo y el progresismo con inclusión.
Como dicen Gabriel Vommaro y Ezequiel Adamovsky, a Cambiemos hay que enfrentarle un proyecto de futuro, una idea de felicidad que se aparte del modelo de consumo, una propuesta que construya por los bordes, por arriba y por abajo de la grieta, escapando de una polarización que reduce proyectos a personas y que da vueltas en su propio círculo.
No hay fuerza que pueda hacerlo por sí mismo; ni siquiera se trata de unir fuerzas solamente. Hoy, más que nunca, en Argentina hay que crear. La construcción de otro horizonte, de otros lazos sociales, de un relato que se nutra de nuevas miradas, de un proyecto que proponga una esperanza para el futuro y no sólo la necesidad de enfrentar el espanto.
Ni Cristina es Kalhesi ni Macri es el líder de los caminantes blancos que se presentan como una amenaza para la humanidad. Serán años de organización, de nuevas formas de construcción política, donde apartarse de la grieta, la intolerancia y el odio y oponerle solidaridad será tarea prioritaria.
La Argentina que vivimos es la que discute la desaparición de Santiago Maldonado de un lado y otro de la grieta. Pero también es la que la trasciende, la que se acerca a la morgue judicial y deja mensajes de afecto para la familia Maldonado, la que no congela su corazón con la indiferencia, la que le dice no a la impunidad. Hoy, más que nunca, necesitamos recuperar esa Argentina.